Los inicios del comercio se basaron en el intercambio, pero con el tiempo el trueque dejó de responder a las necesidades del hombre. Se probó con lingotes de metales preciosos, pero la exigencia de tasar para averiguar las equivalencias ralentizaba las transacciones. Acuñar moneda fue la solución. La primera pieza circular del sistema monetario romano fue el as de bronce, mientras que la palabra dinero proviene de una de las monedas más importantes de esta época: el denario de plata, que se dividía en quinarios y sestercios. La decoración de las moneras romanas también fue variando a medida que pasaron los siglos, pasando de tener algunas marcas rudimentarias que representaban animales a ornamentaciones cada vez más trabajadas, como perfiles de dioses durante la República romana y emperadores durante el Imperio romano. Otras monedas romanas fueron el dupondio, que pasó de acuñarse en bronce a latón, o el aúreo, realizado en oro, que fue sustituido por el sólido bizantino.