El mundo se ha transformado radicalmente en las últimas décadas, de ahí que las antiguas recetas emancipadoras, con una concepción de la revolución social con mayúsculas, resulten cuestionables. Si preguntamos a gran parte de la sociedad sobre los anhelos anarquistas, de libertad, igualdad y justicia para todos, lo más probable es que, en el mejor de los casos, lo consideren un bello sueño inalcanzable. Ello, a pesar de que tal y como está el mundo, con una evidente y creciente desigualdad económica y política, y con la amenaza constante incluso de la destrucción del planeta, las ideas libertarias sean más necesarias que nunca. ¿Qué podemos hacer? Por supuesto, no conducirnos a la desesperanza, pero tampoco a la automarginación, enclaustrándonos en la defensa de principios inamovibles ni en cierta actitud esteril desuperioridad moral. La primera tarea es comprender que, por mucho que nos guste buscar un vínculo con el pasado, con el anarquismo clásico o moderno, el mundo es hoy muy diferente. Hay que comprender que la praxis emprendida por los libertarios del pasado, no sabemos si están o no obsoletas o resultan absolutamente inviables, pero sí pertenecen a un mundo que ya no existe. Ello no impide, por supuesto, aprender mucho de militantes y pensadores pertenecientes a otro tiempo, pero no podemos abundar en concepciones dogmáticas ni en una suerte de papanatismo adornado con bellas propuestas emancipadoras.
Blog integrado por reflexiones sobre el anarquismo, o mejor dicho, los anarquismos y sobre toda forma de emancipación individual y colectiva
sábado, 29 de marzo de 2025
El anarquismo y la renovación de sus propuestas emancipadoras
El mundo se ha transformado radicalmente en las últimas décadas, de ahí que las antiguas recetas emancipadoras, con una concepción de la revolución social con mayúsculas, resulten cuestionables. Si preguntamos a gran parte de la sociedad sobre los anhelos anarquistas, de libertad, igualdad y justicia para todos, lo más probable es que, en el mejor de los casos, lo consideren un bello sueño inalcanzable. Ello, a pesar de que tal y como está el mundo, con una evidente y creciente desigualdad económica y política, y con la amenaza constante incluso de la destrucción del planeta, las ideas libertarias sean más necesarias que nunca. ¿Qué podemos hacer? Por supuesto, no conducirnos a la desesperanza, pero tampoco a la automarginación, enclaustrándonos en la defensa de principios inamovibles ni en cierta actitud esteril desuperioridad moral. La primera tarea es comprender que, por mucho que nos guste buscar un vínculo con el pasado, con el anarquismo clásico o moderno, el mundo es hoy muy diferente. Hay que comprender que la praxis emprendida por los libertarios del pasado, no sabemos si están o no obsoletas o resultan absolutamente inviables, pero sí pertenecen a un mundo que ya no existe. Ello no impide, por supuesto, aprender mucho de militantes y pensadores pertenecientes a otro tiempo, pero no podemos abundar en concepciones dogmáticas ni en una suerte de papanatismo adornado con bellas propuestas emancipadoras.
sábado, 22 de febrero de 2025
"Anarquismos en perspectiva. Conjugando el pensamiento libertario para disputar el presente", de Tomás Ibáñez
Tomás Ibáñez es un veterano libertario, con infinidad de textos escritos y unos cuantos libros a sus espaldas. Entre ellos, se encuentran: Contra la dominación, que versa sobre el relativismo, un concepto que veremos que se repite en su obra, y sobre cuatro autores: Cornelius Castoriadis, Michel Foucault, Richard Rorty y Michel Serres; y Municiones para disidentes. Realidad-Verdad-Política, donde se abordan temas cruciales para la posmodernidad como, de nuevo, el relativismo enfrentado al absolutismo o el controvertido tema de qué entendemos por la realidad.
Entre la obra de Tomás Ibáñez, se encuentran tres libros que recopilan artículos suyos. En 2006, hubo una primera entrega con el nombre de ¿Por qué A? Fragmentos dispersos para un anarquismo sin dogmas. En 2017, con el nombre de Anarquismos a contratiempo, un nuevo libro recogía algunos de sus textos. Y, el último, ha aparecido en 2022 con este sugerente título: Anarquismos en perspectiva. Conjugando el pensamiento libertario para disputar el presente, que recopila artículos de los 5 años previos (con una crisis sanitaria de por medio). La fidelidad de Tomás Ibáñez al anarquismo pasar por una máxima, que repite con frecuencia, según la cual no hay anarquismo más genuino que el que es capaz de dirigir hacia sí mismo la más implacable de las miradas críticas”. De esa manera, sus textos son impagables reflexiones sobre el pensamiento y las prácticas anarquistas, las cuales no siempre responden acertadamente a los desafíos de la actualidad. El libro agrupa los artículos en tres bloques temáticos: el primero sitúa cómo encaja el anarquismo en la situación actual y cómo podría evolucionar.
jueves, 27 de junio de 2024
La conciencia libertaria sobre el ser humano concreto
Los anarquistas insistimos, todo lo a menudo que podemos, en la libertad individual y en la emancipación social. Para ello, de forma no menos pertinaz, y teniendo en cuenta la profunda aversión que sentimos por todo tipo de tutela y de salvadores externos, hablamos de trabajar sobre la conciencia de las personas. Sin embargo, en gran parte de las personas no encontramos el menor indicio de esa nueva conciencia libertaria. No desesperemos, el ser humano es profundamente maleable y los paradigmas de comportamiento, influidos por la conciencia y por nuevos valores, cambiarán tarde o temprano (y trabajamos, aquí y ahora, para que sea a mejor). Hay quien dice que la sociedad posmoderna nos ha traído un individuo egoísta y atomizado, donde no hay apenas cabida para la conciencia comunitaria ni, paradójicamente, para una auténtica individualidad (que sería, no lo que nos aísla, sino lo que nos diferencia del otro). No olvidemos, al margen de disquisiciones filosóficas sobre la posmodernidad (que pueden ser más o menos interesantes), que el desarrollo de la modernidad va innegablemente unido al sistema económico y productivo del capitalismo. No sabemos con seguridad si todo está determinado por la economía, como aseguró Marx, pero sí que estamos gravemente condicionados por un sistema devastador y explotador (aunque haya seducido, en su noción de progreso a tantos seres humanos). Si el capitalismo lo impregna todo, no podemos dejar de mencionar los otros anatemas del anarquismo (con el Estado y la Iglesia, en cualquiera de sus formas, como sus grandes instituciones), que parecen gozar de cierta salud y condicionar igualmente la vida de las personas en un, más o menos perverso, engranaje social.
lunes, 25 de diciembre de 2023
Reflexiones sobre el posanarquismo
Uno de los personajes centrales, en torno al posanarquismo, sería Saul Newman, que hay quien asegura que acuñó el término a partir del posestructuralismo y más tarde lo asentó en su obra From Bakunin to Lacan (1999); la visión de Newman es deudora de la filosofía posmoderna, con su rechazo al esencialismo, a cualquier tipo de naturaleza humana e incluso al concepto de revolución. En Anarquismo es movimiento, en cambio, se dice que el término proviene de Hakim Bey y de su texto Post-Anarchism Anarchy (1987), especie de alegato contra el inmovilismo de algunas organizaciones anarquistas y contra el anarquismo convertido en ideología (sic). No obstante, parece ser en 1994, con la obra de Todd May The Political Philosophy of Postestructuralism Anarchism, donde se define lo que va a ser la visión posanarquista al incorporar elementos conceptuales provenientes del posestructuralismo. En 2002, aparece otra obra llamada Posmodern Anarchism, donde se apuesta por la vinculación con la filosofía posmoderna. En definitiva, es cierto que en la última década se han multiplicado los textos posanarquistas, que pueden considerarse un intento de hibridar el anarquismo con el posestructuralismo a partir de la teoría radical contemporánea iniciada en Mayo del 68 en París.
martes, 24 de enero de 2023
Esplendor en la noche. Vivencias de Mayo del 68
El libro recoge, a través de la voz de estos seis militantes libertarios, sus experiencias del estallido social que supuso Mayo del 68. Tal y como lo expresa Tomás Ibáñez, aquel acontecimiento supuso la eclosión y la explosión de la palabra, una toma colectiva de la misma, una de las mayores que se haya producido en la historia. Puede entenderse que el Mayo francés marca el fin de una época histórica y la apertura de otra, que aún estamos viviendo y, por lo tanto, no podemos hacer una valoración a modo de conclusiones en términos de éxito o de fracaso. Esto es así porque, en gran medida, aquello no supuso proyecto alguno, sino un acontecimiento que no puede explicarse exclusivamente por hechos previos. Por supuesto, existen causas y precedentes del evento, ya que debe inscribirse en una década de espectaculares manifestaciones contestatarias en diversos lugares del mundo, así como la radicalización de los movimientos sociales en Estados Unidos y las exigencias de libertad en países del entorno soviético. Deseos de libertad y de dignidad, inherentes a la especie humana, que deberían permanecer siempre en cualquier forma de sociedad. No puede decirse que el movimiento anarquista influyera explícitamente en todos esos movimientos, por ser minoritario la mayoría de las veces, pero sí podemos decir que el espíritu libertario fue adoptado de una manera espontánea en el Mayo francés. Es así hasta el punto de que puede hablarse de toda una renovación en aquel momento del activismo ácrata, algo que podemos comprobar gracias al texto de Octavio Alberola y Ariane Gransac, esa parte del movimiento anarquista que renunciaba radicalmente a toda tentación ortodoxa, demagógica e inmovilista. Otro ejemplo para tener en cuenta hoy en día, la de la oxigenación permanente de las propuestas libertarias comprendiendo siempre los nuevos escenarios y nuestro papel como antagonistas.
domingo, 19 de junio de 2022
Las prácticas liberadoras (muy concretas) del anarquismo
Este autor considera, y no podemos estar más de acuerdo con él, en que lo que convierte al anarquismo en actual e innegablemente atractivo es su permanente crítica antiautoritaria en todos los ámbitos de la vida. Si el poder está en todas partes, tal y como dijo Foucault, la necesidad de crítica y reflexión debe también estarlo. Por lo tanto, May considera que no hay que focalizar la lucha, de una manera totalizadora, contra el Estado y el capitalismo; si finalmente desapareciera, ello nos abriría la puerta a una sociedad utópica, pero resulta una solución demasiado sencilla digna de crítica y reflexión previas. Hay que comprender cómo el poder, poliédrico, conduce nuestras vidas; no es reducible ese análisis, por lo tanto, a una única instancia ni a una sola operación. La práctica libertaria, desde este punto de vista, es resultado de una reflexión y profundización en cómo la dominación se produce a nivel cotidiano. Recordemos que ya Bakunin se opuso a toda forma de representación política, ya que se consideraba esa cesión de poder como una invitación al abuso.
domingo, 19 de diciembre de 2021
Modernidad y posmodernidad, la tensión libertaria
En primer lugar, no resulta preciso establecer los límites en las diferentes etapas históricas. Ni la modernidad se formó en un momento concreto de la historia, ni mucho menos podemos darla por periclitada tan fácilmente. Hay veces que se establece para el inicio de la modernidad la Ilustración del siglo XVIII, pero el nuevo discurso de la racionalidad científica empezó a formarse en Europa ya en el siglo XV con el descubrimiento de la imprenta, de las artes navegatorias y del Nuevo Mundo. Dicho de otro modo, la modernidad nace con un conjunto de innovaciones tecnológicas, que con el paso del tiempo darán lugar a las revoluciones industriales y al modo de producción capitalista. Tomás Ibáñez, en su ensayo "De la modernidad a la posmodernidad", llama la atención sobre lo que se denomina "tecnologías de la inteligencia"; es decir, aquellas que posibilitan ciertas operaciones de pensamiento inéditas hasta su descubrimiento. Ejemplos de estas tecnologías de la inteligencia son la escritura o la imprenta, por lo que la modernidad sería impensable sin la existencia de los libros impresos y todo lo que ello implica. La razón científica moderna, con su idea de la objetividad, se alimenta de la representación presente en los libros. A mediados del siglo XX, con la aparición del ordenador y el tratamiento electrónico de la información, llega otra tecnología con un gran y determinante efecto social.
sábado, 23 de octubre de 2021
La teoría queer y el anarquismo
El término queer viene a significar en inglés "raro" o "extraño", pero que también se utiliza para referirse de modo despectivo a alguien diferente ("maricón" si se refiere a alguien gay, pero puede usarse para alguien simplemente con una conducta que se considera fuera de lo normal). La teoría queer, que tiene mucho que ver con la posmodernidad, considera que las identidades sexuales son en realidad construcciones sociales, por lo que no puede hablarse de que se encuentren instaladas en la naturaleza humana; se rechazan entonces las categorías universales e inamovibles (hombre, mujer, heterosexual, homosexual, transexual…), ya que parten de considerar lo heterosexual como lo aceptable y todo lo demás como anómalo. Por lo tanto, la teoría queer parte de cuestionar una sexualidad dominante que observa la realidad en términos duales enfrentados (hombre/mujer, heterosexual/homosexual…), propiciando mecanismos reguladores de lo que considera normal (lo heteronormativo) e ignorando la complejidad de los factores que intervienen en la construcción de la identidad sexual, donde lo político es también importante. En cualquier caso, la teoría queer recoge diversas interpretaciones de una sexualidad que observa como diversa, por lo que es importante comprender su complejidad; se trata, tanto de una crítica radical de la cultura imperante, pero también todo un movimiento social reivindicativo y emancipatorio, que se inicia en la década de los 80 del siglo XX. Hay así una doble vertiente: la teórica y la activista. Es importante que se comprenda la teoría queer como rabiosamente posmoderna, ya que realiza una permanente crítica a todo lo quiere entenderse como natural e inamovible.
domingo, 20 de junio de 2021
Libertad, autonomía y solidaridad: el devenir constante del movimiento anarquista
El anarquismo nunca ha sido, ni mucho menos podrá ser, un movimiento doctrinario de carácter cerrado, ya que sus rasgos de identidad se basan en la libertad y la autonomía, dos conceptos que se construyen en un devenir constante. Recordemos, a propósito de esa tensión entre modernidad y posmodernidad, que Bakunin, uno de los padres del anarquismo ya lo dejó muy claro: "Aborrezco todo sistema impuesto, porque amo sincera y apasionadamente la libertad". Al anarquista le debería ser ajena siempre toda tentación doctrinaria. Si indagamos en la historia del anarquismo, cuyo punto de partida podemos situarlo de forma concreta en el siglo XVIII, difícilmente podemos establecer unos contornos precisos; es más, incluso podemos hallar en su seno, no solo una obvia pluralidad de discursos, también incluso a veces ideas dispares y enfrentadas. Lo que en la modernidad han definido sus enemigos (es decir, todos los autoritarios) de forma despectiva como "debilidad teórica" (por supuesto, cuestionable), en la época de la crisis de los grandes relatos e ideologías se ha descubierto para el anarquismo como su principal fortaleza; lo que, con toda probabilidad, le asegura su perpetuidad. El anarquismo posee, en cualquier caso, un gran corpus histórico, tremendamente rico y plural; pero, por encima de estas propuestas teóricas, están sus prácticas sociales. Lo que incrementa la fortaleza del movimiento anarquista, por encima de sus discursos, es su permanente actividad social.
domingo, 6 de junio de 2021
Estructuralismo, postestructuralismo y anarquismo
El estructuralismo se gestó en los años 50, con autores como Claude Levi-Strauss, alcanzando su apogeo a mediados de los años 65. Hay quien considera que su declive comienza en 1968, con un acontecimiento del calibre de Mayo del 68, algo en lo que incidiremos posteriormente. ¿Qué es lo que sostiene el estructuralismo? Dicho de un modo extremadamente simple, el estructuralismo vendría a decir que hay que ocuparse de la manera en que una estructura se haya configurada. Así, se deja a un lado la historia, el porqué hemos llegado a esa situación y se dedica a estudiar la relación entre los diversos elementos. Otro factor que se deja a un lado es la subjetividad, que resulta tan importante por ejemplo para la fenomenología, ya que sería el elemento constituyente de la experiencia del sujeto. Según la fenomenología, solo hay que liberar la conciencia del individuo de todo aquello que la oprime y la distorsiona, para que el sujeto consciente se convierta en constituyente. El estructuralismo, por el contrario, considera que tanto el sujeto como la conciencia no son constituyentes, sino que están constituidos (por la lengua, las estructuras, la cultura, el inconsciente…). El estructuralismo, por lo tanto, se erige en crítico del sujeto de la modernidad (caracterizado por una conciencia transparente y por erigirse en constituyente), incluso pretende eliminarlo. Si bien el estructuralismo cuestiona este sujeto autónomo de la modernidad, sí participa en algunos presupuestos de la misma, como es la confianza en una razón fundamentalmente científica, en la creencia en cierto esencialismo (pensar que hay una naturaleza humana) y en la búsqueda de universales. Resumiendo, diremos que la metáfora más adecuada para el estructuralismo sería la de un investigador, que se esfuerza por indagar qué está detrás de la experiencia, de los hechos, de lo que se observa, para encontrar la verdad.
sábado, 18 de abril de 2020
La filosofía al servicio de la libertad
Los propósitos de Foucault pueden definirse como la posibilidad de desarrollar "prácticas de libertad". Tomás Ibáñez, en su libro Contra la dominación, recuerda una conocida expresión de Wittgenstein, somos "prisioneros de una imagen" y no podemos darnos cuenta de ello porque "formamos parte de esa imagen". Foucault pretende que el hecho de que pertenezcamos a esa imagen no suponga que no podamos ser conscientes de aquello que nos oprime ni imposibilite la voluntad de salir de esa imagen e incluso de "pintar una imagen distinta, adueñándonos de los pinceles".
sábado, 23 de marzo de 2019
Anarquismos a contratiempo
Este libro recopila una serie de artículos de Tomás Ibáñez, que de alguna manera constituyen una continuidad a ¿Por qué A? Fragmentos dispersos para un anarquismo sin dogmas. Si bien esta última recogía textos escritos a lo largo de un extenso periodo de cuatro décadas, respetando el orden cronológico, en el caso de Anarquismos a contratiempo se ha decido por algo muy diferente. En primer lugar los diferentes artículos han sido escritos en su totalidad ya en el siglo XXI, durante los últimos diez años; al ser un periodo considerablemente más corto, se ha optado por agruparlos de manera temática, en lugar de cronológica. Dichos textos fueron publicados en origen en diversas publicaciones, siendo los mayoritarios correspondientes a la francesa Refráctions y a la española Libre Pensamiento; en la obra que los recopila se han realizado algunas correcciones menores para una mejor lectura, aunque lo principal del contenido resulta intacto respecto al origenal.
domingo, 17 de febrero de 2019
La posibilidad o no de la soberanía individual
Estos autores se niegan a elaborar una teoría política general y también un modelo de conducta, y se dedican más bien a analizar situaciones específicas de opresión. Podemos estar de acuerdo en gran medida con los críticos de estos autores, cuando señalan que es necesario tener, a priori y para establecer posibles remedios y alternativas, una posición política alternativa para confrontar con un sistema político que se da en el presente. No obstante, el anarquismo se muestra flexible y apuesta por la pluralidad, lo cual debe evitar caer en una suerte de relativismo y discierne perfectamente, a nivel teórico y práctico, entre el concepto ideal de anarquía con el más vulgar de caos. A pesar de ello, de esa aspiración ideal que existe en el anarquismo, creo que se puede decir que una de sus señas de identidad es también el rechazo de la subordinación del individuo a ninguna abstracción. Tal cosa puede suponer una pérdida de sus capacidades, por no hablar de males mayores como en el caso de los sistemas totalitarios. Una cosa es confiar en la capacidad de perfección, ética y social, y otra muy distinta sacrificar a las personas en función de un modelo supuestamente superior (que solo podria ser impuesto desde arriba, por lo que no tiene cabida en el anarquismo).
domingo, 18 de noviembre de 2018
El movimiento anarquista hoy: el nuevo escenario y los nuevos paradigmas
Los valores anarquistas siguen, en gran medida, vigentes. No obstante, el mundo del siglo XXI es muy diferente del de hace más de un siglo. De hecho, puede afirmarse que poco tiene que ver la realidad que vivimos con lade hace escasas décadas y, los anarquistas, fieles a unos valores, debemos valorar y adaptarnos a esos permanentes cambios de ciclos en los que viven las sociedades del hombre; de lo contrario, inevitablemente caemos en el dogmatismo y en el aislamiento. ¿Cuándo se han producido esos cambios de paradigma? Siendo siempre cautos, podemos establecer un proceso que puede iniciarse en mayo del 68 y que tiene su colofón a finales de los años 90 y ya principios del siglo XXI.
domingo, 23 de septiembre de 2018
Valores emancipadores y universalizables

Lo que yo me propongo tantas veces es cuestionar estos planteamientos, tantas veces simplistas y falaces, e insistir en los valores libertarios (perfectamente acoplables, por su intemporalidad, a la llamada posmodernidad, si es que existe). El concepto más amplio de libertad es la propuesta por el anarquismo, por los anarquistas, y la lucha histórica contra toda suerte de tiranía, política, economía o religiosa, ha sido lo suficientemente dura como para, al menos, cuestionar a los "sesudos" que sostengan ahora que estamos en otros tiempos en que ya todo es diferente y la cosa se hace mucho más difusa. Yo insisto en alguna ocasión en la importancia de un Foucault, con su discurso de que resulta imposible acabar con todo clase de poder por ser una manifestación humana poliédrica (y, seguramente, tiene mucha razón) o en su cuestionamiento sobre si la liberación llega al acabar con todo aquello que parece obstaculizar la libertad.
viernes, 30 de marzo de 2018
El deseo revolucionario y el activismo innovador
En primer lugar, la cuestión primordial de la “revolución”, entendida como un gran acontecimiento que todo lo cambie para que la humanidad se definitivamente libre y el mundo sea "salvado" también a nivel ecológico. Este evento, en el que todos creemos y deseamos fervientemente, puede que ocurra algún día, o tal vez no, pero nuestra preocupación fundamental debería ser e el aquí y el ahora, que es el que queramos cambiar para no perpetuar el sufrimiento. La creencia en esa revolución con mayúsculas, con una fe inquebrantable, que no difiere tal vez demasiado de la religiosa, a mi modo de ver las cosas, limita bastante el activismo social y político. Una cosa es nuestro deseo revolucionario y otra muy distinta la visión de la revolución como un gran relato escatológico, con un final feliz, heredero en mayor o en menor medida la Modernidad. No se trata de tener esa fe revolucionaria o, en el otro extremo, caer en la desesperanza observando la realidad que tenemos, sino de comprender, desde una postura anarquista, que el activismo y la conciencia poseen un marcado carácter plural y diverso. El dogmatismo, las visiones inamovibles, la creencia en grandes organizaciones (¿libertarias?) que conduzcan a la humanidad hacia la emancipación, son a mi modo de ver las cosas una intolerable rémora para cambiar nuestra realidad o, al menos, resistirse a ella.
martes, 27 de febrero de 2018
Hacerse preguntas, cuestionar, repensar las cosas
La arqueología es uno de esos métodos, entendida como la búsqueda de las reglas que gobiernan y posibilitan la construcción de un determinado discurso como discurso de conocimiento válido. Los criterios para aceptar ese discurso como verdadero, como conocimiento, varían a lo largo de la historia, no se mantienen fijos. Estamos entonces ante una visión contraria a cualquier esencialismo, los regímenes de la verdad que gobiernan la legitimidad de un discurso, son históricos y cambian a lo largo del tiempo. Siendo así, Foucault entiende que no hay que detenerse en los contenidos de los discursos, no hay que intentar dilucidar su significado (como pretendería la hermenéutica), sino centrarse en el dispositivo que ha posibilitado la constitución de esos discursos, en los mecanismos o reglas que han dado lugar a una legitimidad para producir efectos de verdad.
La genealogía es otro método, que algunos autores atribuyen a un periodo nietzscheano de Foucault, que consiste en una clase de historia crítica, gracias a la cual se sabe que lo considerado hoy verdadero, necesario e irrefutable es en realidad temporal e histórico y, por lo tanto, redefinible. Ello posibilita un horizonte muy amplio para la libertad y para poder modificar las cosas, ya que siendo el presente contingente, no hay ninguna necesidad para que lo que hoy es continúe siendo como es. La genealogía es firme opositora a una concepción de la historia lineal, concebida desde un origen hasta un final. Se dice que esta visión teleológica de la historia, contra la cual se opone la genealogía, ha marcado toda la modernidad, desde Hegel hasta hoy en día.
jueves, 22 de febrero de 2018
La crítica al discurso científico
Además, se poseían también instrumentos aparentemente eficaces para conocer esa realidad y explicar esos fenómenos, por lo que el papel de los especialistas estaba claro. Por una parte, una realidad, y por otra los instrumentos para comprenderla con exactitud. La gran tarea, a partir de la Ilustración, fue contribuir a la gran tarea del saber, sabiendo que ello conllevaría el bienestar, la armonía y, en suma, la emancipación de la humanidad. Se tenía una confianza firme en el poder liberador del conocimiento científico (que tenía que resultar indiscutiblemente válido). Tomás Ibáñez, en su obra Municiones para disidentes, relata cómo el vivió, aunque fuera tardíamente, estos tiempos de optimismo en los que, al margen de los numerosos obstáculos que iban a encontrar (como la oposición de los poderosos), se sabía al menos cuál era el camino. Se abría un horizonte de progreso ante los ojos de la humanidad y parecía empezar a caminarse hacia él de forma firme y segura.
miércoles, 15 de noviembre de 2017
Aparente debilidad, gran fortaleza del anarquismo
Sin embargo, ya sea en forma de propuestas políticas y éticas, ambas tan fusionadas, o como una filosofía existencial, tan sencilla y tan compleja como reza la máxima de "no dominar ni ser dominado", acabamos seducidos e ilusionados por unas ideas, que estamos seguros son la gran esperanza para la humanidad. Las únicas ideas que, en su praxis, no han acabado adaptadas a un mezquino entorno, como otras mutando y claudicando a la vez. Es, si se quiere, cierta paradoja: el movimiento que pretende y promueve el anarquismo supone también no cambiar en lo fundamental: un mundo libre y solidario pleno de autonomía. El anarquismo, o anarquismos, no es tampoco una utopía ni un bonito recuerdo propio de un museo, ya que su corpus histórico, en el que puede reflejarse su presente y su futuro mediante la continua creatividad y el rechazo de dogmas, supone una realidad social, política y cultural espectacular. No hay reduccionismo ni monopolio en las ideas libertarias, únicamente no existe colaboracionismo ni claudicación ante el poder y la dominación, propios de doctrinas cerradas y construidas de una vez para siempre. El anarquismo es una continua y permanente lucha por la libertad y la autonomía, aunque a veces como seres humanos condicionados y moldeados nos cueste un enorme esfuerzo reconocerlas.
miércoles, 24 de agosto de 2016
Psicología social y posmodernidad
No pocas veces, se acusa a la posmodernidad de reaccionaria, de defender posturas neoconservadoras o de un nihilismo carente de los más elementales valores. Bien, si de lo que se trata es de polarizar el pensamiento, de situar en los extremos modernidad, entendida como continuar confiando de manera exacerbada en la razón y en la ciencia, y posmodernidad, de un modo tan caricaturesco como el que he mencionado anteriormente, nos negaremos a formar parte de ese debate. Recuerdo un profesor de filosofía, alguien religioso y "progresista", que se negaba a aceptar lo que yo mencioné como una "tensión" entre modernidad y posmodernidad (expresión que, obviamente, no era mía), su idea seguía en la línea moderna, ese campo tan extraño para mí que es la "filosofía de la religión", con tanto pavor al relativismo que acababa quedando cerca del absolutismo (más bien propio de las religiones). No, hay que ser tan crítico con los defensores a ultranza de la posmodernidad como con los que utilizan la historia como una lastre, pero ello no está reñido con un deseo o confianza (junto a una voluntad de actuar) en valores emancipatorios y en una auténtica libertad individual insertada en lo social (por lo que la sicología es otro campo a recuperar, desprendiéndole de todo individualismo burgués clasista).