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Reflexiones desde Anarres: Manipulación
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domingo, 21 de agosto de 2016

La necesidad de una comunicación racional

Es un hecho indudable que vivimos en la era de la comunicación de masas, incluso puede decirse que lo que define a nuestro tiempo es el continuo intento de "persuadir" a las masas. Lo que define a la sociedad de consumo y a la democracia representativa es tratar de convencer a las personas de que tal producto es el mejor, de que un determinado candidato va a ser el mejor dirigente (parece que la condición de "electo" lo acaba justificando casi todo) o, incluso, de otorgarnos una visión de la vida o de la verdad.

Los informativos, en mi opinión cada vez más detestables por su eterna arrogación de la pretensión de "informar" a las personas, ejercen una tremenda influencia en las personas a la hora de contemplar el mundo y opinar sobre un asunto. De poco sirve que se señale la condición limitada o selectiva de los medios a la hora de dar una noticia, la visión del mundo parece en gran parte determinada por esta sociedad de la comunicación. Los noticiarios de televisión, de manera más obvia, seleccionan sus noticias con el peso principal del factor del entretenimiento, por encima del cualquier otro. De esta manera, lo que vemos en la "caja tonta" con la presunta intención de informarnos se centra en catástrofes y en actitudes violentas de las personas, ya que el componente de la acción será un espectáculo más sugerente que el de los comportamientos pacíficos o constructivos. No es raro que gran parte de la población considere que la mayoría de sus semejantes resulta peligrosa (incluso, puede extenderse la creencia de que las personas son más violentas ahora que en otras épocas), que se reclame una continua protección (por parte del Estado, ya que "no existe otra alternativa") e, incluso, hay estudios que aseguran que la continua repetición de comportamientos violentos induce a la emulación (teoría que yo he oído en repetidas ocasiones, y que la gente suele desdeñar, ya que "los malos son siempre los otros").

miércoles, 20 de enero de 2016

A vueltas con la televisión y los factores manipuladores

La televisión, junto con el resto de los medios, incluidas las nuevas tecnologías que tanto han fomentado la inmediatez y el rápido ólvido, forman parte de un mundo donde la información, de un modo u otro, consciente o inconscientemente por parte de los que la producen, es constantemente deformada. Como no puede ser de otro modo, es necesario mantener la mirada y el espíritu crítico ante un mundo en el que quizá, a pesar de la ilusión de libre circulación, la manipulación esta servida.
 
Que los medios, y muy especialmente la televisión, son en gran medida una maquina de desinformación y, consecuentemente, de manipulación de la opinión de las personas, es una cosa (que, en alguna ocasión, se ha tratado en este blog). Otra muy distinta, en la que podríamos caer los que tenemos posiciones ferozmente críticas sobre la alienación que produce la tecnología y los medios en manos del interés económico y político, es atribuirle todos los males del mundo. Hay quien ha dicho que esta visión es producto de un viejo esquema de pensamiento sobre lo que representa la transmisión del saber: un emisor (persona o institución), como fuente del saber y utilizando una canal de información, y un receptor, que recibe y registra la información de forma transparente y sin obstáculo alguno. Así, para que este sistema funcione solo es necesario que la fuente sea fiable, sinceridad en lo que se transmite y verificación sólida de la información. Si nos adentramos en el terreno de la moral, es decir, obligación del que porta el saber de transmitirlo a los otros, la cuestión se convierte en un deber solidario.

domingo, 17 de febrero de 2013

A vueltas con la televisión y los factores manipuladores

Que los medios, y muy especialmente la televisión, son en gran medida una maquina de desinformación y, consecuentemente, de manipulación de la opinión de las personas, es una cosa (que, en alguna ocasión, se ha tratado en este blog). Otra muy distinta, en la que podríamos caer los que tenemos posiciones ferozmente críticas sobre la alienación que produce la tecnología y los medios en manos del interés económico y político, es atribuirle todos los males del mundo. Hay quien ha dicho que esta visión es producto de un viejo esquema de pensamiento sobre lo que representa la transmisión del saber: un emisor (persona o institución), como fuente del saber y utilizando una canal de información, y un receptor, que recibe y registra la información de forma transparente y sin obstáculo alguno. Así, para que este sistema funcione solo es necesario que la fuente sea fiable, sinceridad en lo que se transmite y verificación sólida de la información. Si nos adentramos en el terreno de la moral, es decir, obligación del que porta el saber de transmitirlo a los otros, la cuestión se convierte en un deber solidario.

Por supuesto, la cosa no es tan simple, incluso aceptando que en una sociedad jerarquizada y plagada de intereses económicos, la transmisión de la información suele estar, de manera más o menos evidente, al servicio de los beneficios de una minoría que regenta el poder. En cualquier caso, y aunque no seamos dados a observar las cosas con excesiva paranoia, nadie puede dudar demasiado que, en la práctica social, informar es tratar de influir en la opinión del otro. Por otro lado, las cosas no son tan simples, ni la fuente suele ser transparente y unívoca, ni el medio por el que se transmite la información un simple cauce. El mecanismo de información es complejo, en la fuente el saber es múltiple (no algo simple y natural) y el canal de información es un lugar de puesta en escena que influye de manera obvia en su significado y también en el efecto que produce en el receptor; por último, el receptor tampoco es un ser único, ya que que está constituido por diversos grupos con distintos parámetros de identidad. De esta manera, observando los mecanismos sociales y mediáticos en su complejidad, se concluye que resulta muy importante intentar comprender cómo funcionan los medios de información, evidenciar sus limitaciones, descubrir su potencial y sería finalmente posible ir abriendo campo a nuevas prácticas más imaginativas (y libertarias).

La televisión, muy diferente como medio de la prensa o la radio, no es un monstruo maligno que hay simplemente que destruir (extenderemos esta apreciación a cualquier avance tecnológico, combatiendo así cualquier corriente ludita que parece seguir existiende de alguna manera en los movmientos sociales transformadores). El medio televisivo es, tanto un instrumento del sistema que vivimos, como un escaparate del mundo tal y como es. En las sociedades modernas existe una apariencia de libertad y de democracia, y la televisión es en última instancia, y al margen de la mucha estupidez en forma de espectáculo presente en ella, un reflejo de ese mundo en el que las personas poseen la ilusión de opinar. Tantas veces, se presenta a los medios simplemente como una herramienta de los poderosos para manipular a una masa inconsciente; bien, a pesar del factor de la enajenación tan propio de las sociedades modernas, las personas no son simplemente "masas" manipulables, ya que están compuestaa con opiniones diversas, múltiples y fragmentadas, por lo que siempre necesario necesario algo más de complejidad para captarlas. Lo que sí parece cierto es que la imagen audiovisual, deseosa de producir alguna emoción en el espectador, imposibilita al mismo tiempo el entendimiento; la televisión ha supuesto que observemos imágenes que de otro modo sería imposible, de acuerdo, pero con su buena dosis de deformación de la realidad. Ello no implica necesariamente que haya una mano detrás que produzca esa desinformación y consecuente manipulación (aunque exista en no pocas ocasiones, ya que seguimos viviendo en un mundo jerarquizado, con poderosos y subordinados). Lo que quiero decir es que es necesario que comprendamos los complejos mecanismos que rigen la transmisión de la información, con el objetivo de reducir al máximo las posibilidades de manipulación en un mundo que deseamos regido por la horizontalidad, la transparencia y la solidaridad.

En cualquier caso, y seguimos hablando de la televisión, la misma se ha convertido de manera consciente o inconsciente en una máquina de producir meras impresiones (a costa del auténtico conocimiento). Por supuesto, somos seres humanos y no podemos desprendernos tampoco de nuestras emociones al recibir la información, pero las mismas pueden y deben conducirnos al conocimiento. De lo primero que hay que partir es que las ciencias sociales nos dicen actualmente que no existe saber en estado puro, ya que resulta siempre de una mezcla entre los sistemas de valores racionales y los de valores emocionales; por lo tanto, no existe conocimiento absoluto sobre ningún fenómeno y toda información al respecto se verá determinada por el sistema de creencias en el que nos vemos insertados. No quiero extenderme sobre los medios que utiliza la televisión para transmitir la información, sino dejar constancia de que las cosas son más complejas que una mera instrumentalización consciente por parte del poder (aunque los medios acaben formando parte de esas relaciones de poder). De esa manera, cuando insistimos con demasiada gratuidad en la manipulación y presentamos a las personas como simples masas sin voluntad propia, estamos abriendo camino, en mi opinión, para nuevas formas "benévolas" de dominación. Es algo obvio la imposibilidad de que exista una entidad única, estatal o privada, con la capacidad de manipular al gran público; es más, ese concepto de "opinión pública" ya resulta muy cuestionable, algo burdo que sí parece haberse fabricado mediáticamente. A pesar de los múltiples factores de enajenación que puedan existir en una sociedad neciamente consumista, por un lado, y sin que las personas estén en contacto con una realidad concreta que favorezca su lado más humano y autónomo, por otro, las personas siguen teniendo una identidad y no es posibles reducirlas a una burda caricatura.

No soy tan partidario de obviar los medios, televisión incluida, algo por otra parte francamente difícil, como de ser conscientes de todos esos mecanismos que sí nos manipulan parcialmente y juegan con nuestras emociones. Es más, incluso buscando un origen diverso a la información, algo para lo que se requiere tiempo y energía, también es necesario captar en cualquiera de los casos todos esos condicionantes entre emisor, medio y receptor. Si la televisión se convierten en un instrumento con el que las personas creen estar informadas, y al mismo tiempo también creen participar incluso en un mundo globalizado y "democrático", entonces el daño en sí esta hecho. Sería importante exigir a los actores que participan en la transmisión de la información una sinceridad y consciencia en lo que hacen; es algo francamente difícil, incluso aceptando que no existe manipulación política, en un mundo gobernado por el interés económico. Como espectadores, es esencial una mirada y juicio crítico sobre esos mecanismos deformantes, pero también ser conscientes de que esa simple ventana a los problemas del mundo no es más que la punta del iceberg. Resulta, por lo tanto, muy necesario indagar y profundizar, eludiendo todos esos efectos del sistema mediático en que vivimos (potenciados por internet y las nuevas tecnologías), y así un poderoso antídoto contra la enajenación y una nueva conciencia pueden irse generando.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Decálogo de manipulación del poder

Existe un decálogo sobre las manipulaciones del poder y sus medios, atribuido a Chomsky, aunque no estoy seguro que sea de él (hoy en día, Internet difunde falacias con tremenda facilidad). En cualquier caso, y por mucho que detestemos a priori los decálogos, lo importante es profundizar en las cosas, por lo que echemos un vistazo a cada uno de sus puntos. No hay ánimo alguno de ser fiel a su desarrollo y añadiremos algunas cosas de cosecha propia.

1.La estrategia de la distracción o, lo que es lo mismo, desviar la atención del público de los problemas realmente importantes. En la actualidad, las nuevas tecnologías hacen sencillo inundar al gran público de informaciones diversas, así como de toda suerte de distracciones. Los cambios que deciden las élites políticas y económicas, donde se encuentra la raíz de los problemas, permanecen debidamente ocultos.Todo tipo de información banal o distorsionada, eventos deportivos, análisis políticos tremendamente superfluos y maniqueos...; en suma, cualquier cosa que impida profundizar en los problemas y desarrollar una conciencia en las personas, mientras se insiste en una visión superficial y sesgada que conduce a que, incluso los trabajadores y las clases humildes (más adelante, veremos otro concepto muy interesante como es el de la "indefensión aprendida"), den su apoyo a las oligarquías y a gobiernos de todo pelaje.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones, algo que también se ha denominado "problema-reacción-solución"; el poder crea un problema, una "situación" con la que se quiere causar cierta reacción en el público y de esa manera la gente será la que demande las medidas pertinentes previstas por los de arriba. Existen muy evidentes ejemplos de este punto en el sistema educativo, como es el desmantelamiento de la educación pública, la imposición de un modelo educativo autoritario o la distribución clasista y desigual de los recursos. Es obvio que se deja que se degrade la educación pública para que se demande una mejor gestión en otros centros educativos, mientras que lo que se busca es primar el beneficio económico por encima de la calidad en la educación. Hay que señalar que el análisis presente en estos puntos está muy vinculado a otros anteriores, como es el caso de la ilusión en la "libertad de elección" (inherente a las sociedades liberal-capitalistas).

3. La estrategia de la gradualidad, según la cual se aplica de manera dosificada una medida para que se acabe aceptando una medida que debería resultar inaceptable. El neoliberalismo lleva actuando desde hace décadas imponiendo privatizaciones, precariedad, flexibilidad laboral, salarios inaceptables... Gobiernos socialdemócratas, conservadores, o del pelaje que sean, han participado en esta situación, algo que no hay que olvidar (podemos llamarlo conciencia histórica) para no entrar en maniqueísmos ni en visiones infantiles que conducen a que la gente considere posible una solución milagrosa (paradójica e inaceptablemente, por parte de los mismos que nos causan los problemas). Gran parte de la sociedad ha acabado aceptando situaciones que, con seguridad, se remontan al menos a acuerdos de la llamada Transición democrática con actores de diversas condición.

4. La estrategia de diferir, que busca aceptar una decisión impopular presentándola como "dolorosa y necesaria" y trasladándola al futuro. Obviamente, es más fácil aceptar un sacrificio lejano en el tiempo que uno inmediato, también porque se crea la falsa ilusión de que tal vez todo irá mejor en ese futuro y tal vez se acaba evitando el esfuerzo. Se trata claramente de una estrategia para ir preparando al público para que acabe aceptando lo peor. Huelga decir que otra las despreciables características de las sociedades modernas es la búsqueda de la inmediatez, algo que ayuda a que este punto se desarrolle.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. En esto han insistido siempre los anarquistas, ya que consideran que ser gobernado es, de alguna manera, ser tratado como un crío. En este caso, hay que verlo como una estrategia en la que la propaganda o publicidad del poder usa discursos, argumentos y entonaciones abierta o sutilmente pueriles dirigidos a personas inmaduras o mentalmente deficientes para acabar creando individuos con esas características. Es otro punto que hay que ver vinculado a otros factores, sicológicos y sociales, ya que la excesiva tutela (o apariencia de tutela) acaba conduciendo a un debilitamiento del ánimo y del intelecto.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Otro punto tremendamente interesante que arroja luz sobre las capacidades racionales del ser humano. La constante apelación a las emociones, en lugar de a la reflexión, lleva a ocasionar un cortocircuito en el análisis racional y a acabar neutralizando el sentido crítico de las personas. Se habla también del inconsciente en este aspecto, ya que el registro emocional permite abrir en él la puerta para terminar implantando determinadas ideas, miedos, temores e incluso comportamientos.

7. Mantener al pueblo en la ignorancia y la mediocridad. Se crea la ilusión en las personas de que deben ser gobernados, ya que esa tara está solo al alcance de unos pocos. Este punto se desarrolla en los diferentes niveles de una sociedad, cuando se desea que el público desconozca los métodos con los que son controlados, hoy eficazmente sutiles. Vemos que aquellas personas que logran escapar a esa situación, y se rebelan contra lo intolerable, sí son víctimas tantas veces de métodos de represión más expeditivos.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Hay quien definía este punto como inducir al público la idea de que ser vulgar está de moda, así como admirar a gente que no tiene talento alguno; es un punto interesante de una sociedad mediática y consumista, aunque la situación parece más compleja. Hay que decir que el poder necesita de gente ignorante, tal y como se veía en el punto anterior, sin inquietud alguna ni ganas de desarrollar ningún talento, por lo que esta situación es más bien consecuencia de un determinado tipo de sociedad (inconsciente, consumista y con una afán hedonista de bajo nivel). La educación es algo en lo que siempre insisten los que quieren construir una sociedad más libre, justa e inteligente, y es una formación que debería durar toda la vida de un individuo. Seres adecuadamente ignorantes (no se habla necesariamente de analfabetismo, sino de falta de conocimiento primordial y, especialmente, de conciencia) e infantiles (dependientes) son fácilmente manipulables, aunque afortunadamente las respuestas a esa situación son cada vez mayores. En lugar de ser complaciente con la mediocridad y la estupidez, habría que recordar que el ser humano, cada uno de ellos, merece más respeto que todo eso.

9. Reforzar la autoculpabilidad manteniendo en el individuo la idea de que solo él es culpable de sus infortunios debido a su falta de esfuerzo, inteligencia o capacidad. Es una situación en la que tiene mucho que ver la atomización individual propia del capitalismo, en la que la libertad se produce solo como hecho aislado. No es de extrañar el éxito en los últimos años de superficiales libros de autoayuda, plagados de filosofía de baja intensidad, ya que gran parte de los individuos interiorizan que la salvación está únicamente en uno mismo y son incapaces de rebelarse contra el sistema político y económico. Como esa fantasía no está al alcance de la mayoría, se acaban produciendo estados depresivos, cuyo más visible efecto es que el individuo no actúe en ninguna dirección.

10. Conocer a los individuos mejor de lo que estos se conocen a sí mismos. De nuevo topamos con una brecha entre las élites de los que dirigen el mundo y las personas de a pie, a nivel de conocimientos. Se dice que en los últimos 50 años ha habido avances científicos acelerados que han contribuidos a hacer esa brecha aún mayor. Los conocimientos en biología, neurobiología y en psicología aplicada han llevado a que el sistema conozca mejor al ser humano que él mismo. Esta situación, supuestamente, ha llevado a que en gran parte de las situaciones el sistema ejerza un control y un poder sobre los individuos mayor que el que ellos mismos ejercen sobre sí mismos. Es posible que, sin ánimo de contribuir a paranoia alguna, visto lo visto, esta explicación se quede incluso corta.

miércoles, 25 de abril de 2012

Televisión y manipulación

Entre los factores de enajenación más obvios, dentro de los medios de comunicación de masas, está la televisión. La cosa es tan elemental que uno se pregunta cómo podemos dejar que un medio, que además alcanza cotas tan bajas de nivel cultural, puede ser tan importante en nuestras vidas. Recordaremos, brevemente y de modo elemental, lo que entendemos por enajenación o alienación: se trata de una pérdida de la personalidad debido a la dependencia del ser humano de fuerzas externas, de tal manera que se muestra incapaz de realizar lo que se espera mínimamente de su capacidad. Para comprender más ampliamente el término, recordaremos que la etiqueta de "normal" o "sano" para un individuo posee al menos dos enfoques: adaptación a unas necesidades sociales o la posibilidad de alcanzar un proyecto vital satisfactorio. En el caso de una estructura social adecuada, que podemos denominar racional, los dos enfoques pueden coincidir y la etiqueta de "individuo sano" puede estar más cercana a la realidad. En el caso de nuestra sociedad, con tantos problemas sociales y sicológicos que sería más ajustado calificarla de "irracional", la persona adaptada a su papel social (trabajar en algo funcional, fundar una familia...) es la que se suele calificar de "sano" o "normal"; otros proyectos vitales esforzados en otras vías, y en este caso a la fuerza puede suponer tratar de escapar a las fuerzas de enajenación y poseer rasgos propios, se suelen calificar como "rarezas" o señalar lo imposible o inapropiado de sus aportaciones (en este sentido, recordaremos el desprestigio de las ideologías, que es lo mismo que decir de las ideas, de la ética y de la racionalidad). Por lo tanto, es posible que los medios de comunicación, y muy especialmente la televisión como elemento doméstico imprescindible en la vida de las personas, sean el mecanismo de regulación, control social o "normalización" más obvio. Por mucho intelecto y capacidad racional que poseamos los humanos como especie, la repetición y el hábito adquieren un importante peso en según qué contexto social y los patrones de conducta se imponen, consciente o inconscientemente, dentro de una sociedad en la que el desarrollo tecnológico distancia cada vez más a las personas de una realidad concreta y del posible desarrollo de sus capacidades. El universo, que nos es ajeno en gran medida, que aparece en la televisión, (auto) impuesto como un ritual diario, acaba manejando, influyendo y manipulando de tal modo, que nuestros esquemas sociales y mentales es posible que estén construidos en gran medida gracias a ello. Todo lo que pensamos está condicionado por factores externos, muy especialmente por una sociedad de la información jerarquizada y centralizada, y sería importante como primer paso que fuéramos mínimamente conscientes de este hecho; en el caso de creencias abiertamente irracionales, que proliferan por doquier, comprender que son resultado de situaciones muy determinadas (en el que lo social y económico no dejan de tener gran importancia).

Si el sistema posee un gran logro es el haber logrado que, tanto dominadores como dominados (gran parte, al menos), posea un esquema mental similar, algo evidentemente influenciado por patrones de conducta reflejados en los grandes medios de masas y magnificados hasta la saciedad por los que detentan el control de los medios. Las experiencias reales, con todo lo que ello enriquece en cuanto a conocimiento, desarrollo del lenguaje, de la creatividad, de las relaciones y lazos de solidaridad, se ven sustituidas por aparatos tecnológicos que muestran una realidad virtual terriblemente constreñida y empobrecida. Uno de los rasgos que parecen más evidentes en la sociedad de la enajenación, en la que la televisión cumple el papel de asomarse fraudulentamente a los problemas del mundo, es confirmar el mundo en el que vivimos (pobreza, guerra, crímenes, violencia...) sin profundizar en las causas y dejando incólumes a los auténticos responsables políticos y económicos. Otro factor obvio es como se desvía la "conciencia fiscal", que todos poseemos, hacia elementos que no cuestionan para nada el mundo en que vivimos, ni alimentan nuestra conciencia sobre la posibilidad de profundizar en las cosas y cambiarlas: como ejemplo más elemental, los responsables de los más detestables crímenes que aparecen en los informativos suelen ser monstruos unidimensionales que el sistema elimina de una manera u otra. Todos poseemos miedos e inseguridades, máxime en una sociedad con tantos problemas, y es importante recordar cómo ciertos mecanismos mediáticos (íntimamente relacionados con muchos otros) se encargan de potenciarlos y moldear nuestras creencias y visión del mundo. Frente a los que consideran que ver y escuchar los informativos es "estar informado", invito a observarlos con mayores consciencia y espíritu crítico, para lo que habría que dejar las emociones superficiales a un lado y contrastar, profundizar y dar una respuesta más lógica a los problemas planteados; se trata, al menos, de un primer paso para desarrollar una mayor conciencia. La manipulación mediática, grandemente favorecida por el desarrollo tecnológico y la consecuente enajenación, es un obstáculo evidente para ese desarrollo de una conciencia (política, social, histórica) como germen del cambio hacia un pensamiento, más libre y riguroso, y la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Si no se comprende esto, es decir, si no se profundiza en ello, únicamente nos ocuparemos de los síntomas de una sociedad enferma sin acudir a la raíz de los problemas. Cuando se habla de "manipulación" en una sociedad que se denomina "democrática" y "liberal" hay que olvidarse de aquellas propagandas obvias en regímenes totalitarios, los cuales son plenamente combatibles, y ocuparse de todos esos factores de enajenación en la más sutil realidad actual, los cuales nos impiden acceder a una realidad concreta y desarrollar nuestras capacidades intelectuales. A pesar de la dificultad que ello conlleva, es encomiable el esfuerzo de los movimientos sociales para desarrollar sus propios medios, los cuales hablan de problemas reales dentro de una realidad palpable.

El intento de manipular, para dominar en el nivel que se haga, es siempre rechazable, ya que reduce a la persona a objeto, a una reducción ilegítima de sus capacidades. Se realice como se realice, la manipulación convierte a un miembro de una comunidad en masa. Recordaremos la idea de "medios de masas", hoy en día tal vez poco nombrada por tener connotaciones claramente despectivas. Sin embargo, la intención y/o el resultado siguen siendo los mismos, convertir a las personas en un montón amorfo de individuos (la masa) desprovistos de capacidad creadora. En democracia, la dominación audiovisual no es tan sencilla como en un régimen autoritario, por lo que se realiza sin que las personas lo adviertan y resulta así más eficaz y duradera. No hay nada mejor para la dominación que el hecho de que el dominado se vea libre, por lo que es primordial ser consciente de todos los factores externos que moldean nuestras creencias. De modo algo elemental, podemos entender por ser libre el hecho de que, teniendo diversas posibilidades para actuar, elegimos la que nos permite desarrollar nuestra personalidad de modo más cabal. Sin embargo, si no hay reflexión, si no se pide justificación ante la información recibida, si no se profundiza en ello ni se ejerce un espíritu crítico, está asegurada la manipulación y la elección estará distorsionada. Naturalmente, resulta imposible aplicarlo durante todo momento, pero sí es posible discriminar y jerarquizar la información, como por ejemplo detectando su fuente, aplicando un método cuando sea necesario y siendo consciente de ciertos mecanismos que nos condicionan. Los medios para manipular al público son muy variados, y no siempre es necesario acudir a la mentira, basta con alterar la realidad. Si se ofrece, por ejemplo, una imagen sesgada de la realidad, la manipulación está conseguida sin que pueda decirse que se haya mostrado algo irreal; otro procedimiento de la televisión es repetir ideas o imágenes, cargadas con intención ideológica (algo que no deberíamos olvidar frente a los que insisten en la desaparición de las ideologías), de tal manera que acaban configurando la opinión pública. Recordaremos, de modo también evidente, que en la sociedad democrática, por muchos rasgos irracionales que posea, es la fuerza del número la que manda y es obvio que la opinión pública puede ser modelada por los que detentan los medios de comunicación. Desgraciadamente, y basta para ello escuchar en la calles, la opinión pública refleja todo ese clima de superficialidad y desinformación que impera en los grandes medios. Puede decirse que el gran problema de las sociedades tecnológicamente avanzadas, en las que la imagen es tan importante (más que la palabra, que debe representar la racionalidad), es que existe una gran distancia entre la comunicación y la verdad: no se habla de algo porque sea verdad, sino que se toma como verdad porque se habla de ello. Muy especialmente la televisión, la cual ha conseguido alcanzar un gran prestigio al penetrar en cada hogar privado, es la que refleja este hecho: se acepta acríticamente lo que se recibe. Para no resultar tan catastrofista diremos que los factores internos y los condicionamientos externos son elementos constantemente presentes en nuestra existencia; en aras de la creatividad resulta imposible anular, por ejemplo, todo lo que nos rodea por considerarlo extraño. Es por eso, con especial atención para los chavales en proceso de educación (aunque, todos deberíamos estarlo a lo largo de nuestra vida), que es tan importante inculcar un espíritu crítico hacia las costumbres, los hábitos, y toda la información manipuladora e irracional, como el hecho posterior de canalizar esa rebeldía para realizar algo constructivo. Desgraciadamente, la televisión parecer formar parte importante también del proceso formativo de los niños.








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