Porsche 997 TURBO MKI, el último heredero –
Hace casi 40 años que nació el concepto 911 turbo, evolucionando en todos sus aspectos pero manteniendo casi invariado el bloque de aluminio de su motor hasta 2010. Probamos el último 911 turbo que montó el mítico bloque «Mezger«.
La polivalencia y la facilidad de uso diario son características que nunca encontramos en un super-deportivo, excepto cuando se trata de un 911 Turbo. Lo hace todo y además de manera sobresaliente. En el circuito sus tiempos siempre serán espectaculares, en una carretera de montaña seguirá sin problemas a coches más ligeros y, teóricamente, más maniobrables y nos permitirá hacer un viaje de 1.000 kilómetros con la comodidad de una gran berlina, incluso a más de 300 kilómetros por hora. A finales de 2007 Porsche tenía la difícil tarea de sustituir el 996 turbo, un modelo muy equilibrado y prestacional, aunque criticado por su aspecto, que se apartaba de las líneas de la saga 911. El objetivo para la nueva generación era mejorar en todo al 996 y corregir las desviaciones respecto al diseño tradicional que tuvieron peor acogida. El apartado estético se solucionó adoptando los faros ovalados del 997, una involución hacia el diseño del 993. La carrocería se ensanchó cumpliendo con la tradición «turbolook», montando unas generosas tomas de aire sobre las aletas traseras para refrigerar los intercoolers, necesarios para que el aire se enfríe antes de entrar en las cámaras de combustión. La aerodinámica se adapta al incremento de prestaciones añadiendo un conjunto de spoilers, faldones y un alerón trasero retráctil, para así generar la adherencia necesaria al circular a más de 300 kilómetros por hora. Redondean el conjunto unas llamativas llantas de diseño específico para el modelo. Criticadas en un principio por su acabado pulido y aspecto «tunning» han ganado aceptación con el tiempo y son el sello característico del modelo. Lo que poca gente sabe es que las fabrica Fuchs en exclusiva para Porsche. Un punto más de unión con el pasado de la marca.
Mejorar el motor iba a resultar una tarea complicada. Se partió del fiable bloque diseñado por el ingeniero Hans Mezger. Fue la base del último motor Porsche que venció las 24 horas de LeMans en 1998 montado en el 911 GT1 Evo, que deriva directamente del bloque 930 de la década de los 70. El 997 turbo MkI es el último 911 turbo en utilizar este mítico propulsor de cárter seco, con pistones fabricados en aluminio forjado y las camisas de este mismo material con un tratamiento final de Nikasil. A partir de la segunda generación del 997 se utiliza el nuevo bloque de inyección directa, abriendo la posibilidad de montar la caja de cambios de doble embrague PDK. Más moderno y flexible, pero con él se pierde un trocito de historia.
La versión «S» de doble turbo del 996 ya rendía 450CV y parecía misión imposible mejorar un propulsor tan evolucionado. La relación de compresión ha bajado de 9,4:1 a 9,0:1, pero gracias al uso de turbinas de geometría variable el rendimiento y el agrado de uso mejora espectacularmente. Con este sistema se alcanza la presión de soplado adecuada muy pronto, manteniéndola en el nivel requerido dentro de un margen de régimen y carga grande, homogeneizando la entrega de potencia en todo el rango de revoluciones. La incidencia de los álabes de la turbina puede ser modificada para que tengan el rendimiento óptimo en función de diversos parámetros, tales como las revoluciones de la turbina, el flujo de aire o la demanda de potencia…
Fotos: Rawfotosport
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