«Mallorca es un lugar parecido a la felicidad, apto para en él ser dichoso». Jorge Luis Borges comenzaba con estas líneas un artículo que terminaría publicándose en el extinto periódico mallorquín El Día. La felicidad se expresa en Mallorca, la mayor de las Islas Baleares, de muchas formas, olores y colores. Toman protagonismo su costa, con más de trescientas playas y calas, cubiertas de un manto de cristal que se metamorfosea a cada instante, cambiando de color a cada rayo de sol. Un microcosmos playero donde se encuentran algunas de las 25 mejores playas de España.
A Mallorca se debería llegar en la medida de lo posible en barco, pues es desde el mar que se contempla lo mejor de la bahía de Palma, antesala las maravillas mediterráneas que atrajeron a artistas como George Sand, Robert Graves o Joan Miró. Palma de Mallorca es un buen lugar a donde llegar para disfrutar de la isla en todas sus vertientes.
Hay que destacar la gastronomía con el ‘frit mallorquí’, la coca de ‘trampó’, el ‘arròs brut’ o la típica ensaimada, que regalan el clímax al perfecto día de playa vivido. Y no hay que olvidar para los más culturetas, la artística catedral de Palma, el redondo castillo de Bellver o el Palacio Real de la Almudaina. Sin embargo, la felicidad, si fuera un lugar y no un estado de ánimo, estaría en su costa. Esta es la selección de las calas y playas más bonitas de Mallorca según Viajes National Geographic.

Foto: iStock
El entorno es idílico: rodeada por pinos y montañas, el agua cristalina con increíbles tonos azul claro. Está declarada junto a cala Mesquida como Área Natural de Especial Interés (ANEI) y Lugar de Interés Comunitario (LIC), pero a pesar de ello, y dado que se encuentra ubicada a las afueras del popular complejo turístico de Cala Ratjada, en el extremo oriental de Mallorca, cala Agulla se convierte en agosto en el lugar ideal para comenzar la fiesta, o continuarla... Abstenerse si lo que se busca es una playa solitaria y tranquila.

Foto: iStock
Esta es una cala para quienes no les gusta compartir la playa con otros. Enclavada en la costa este, cerca de Calas de Mallorca, no es muy fácil de encontrar y mucho menos de acceder a ella. Lo mejor es hacerlo en embarcación. Si no, queda la alternativa de llegar a pie o en bicicleta, por ejemplo. Su fina arena blanca y las aguas turquesas -tal vez las más espectaculares de Mallorca- lo merecen. También, la calma que se respira en el ambiente. Además, esta cala virgen puede presumir de tener uno de los conjuntos de cuevas submarinas más grandes de Europa, lo cual es un verdadero tesoro para los aficionados al buceo y al snorkel. Se puede seguir un corto sendero hasta Es Caló Blanc, donde hay un arco rocoso natural de postal.

Foto: Shutterstock
Caló des Màrmols (sANTANYÍ)
Esta es de las pocas calas totalmente vírgenes que quedan en el este Mallorca. Así que para llegar hasta ella habrá que caminar, a no ser que se sea el afortunado dueño de algún velero o embarcación similar. En el faro de Cap de Ses Salines, comienza una ruta de algo más de una hora que hay que seguir para alcanzar este verdadero paraíso playero. Además del pareo es imprescindible llevar un buen calzado (también bebida y algo de comida). Por sus increíbles acantilados de piedra caliza y sus cálidas aguas de un azul transparente vale la pena el esfuerzo. Cerca está caló des Moro, mucho más transitada.

Foto: Shutterstock
cala del mag (portals vells)
Su proximidad a la capital, Palma, hace que la zona de Portals Nous y, sobre todo, Portals Vells quede eclipsada. O, al menos, sea considerada como un área masificada y demasiado urbanizada, un mito que se desmonta en estas bahías con calas como esta. Rodeada de acantilados rocosos y exuberante vegetación, la cala del Mago se caracteriza por su belleza natural y su atmósfera tranquila. Sus aguas cristalinas abrigan un mundo submarino donde habitan preciosos arrecifes de coral, coloridos peces y algas, de ahí que se haya convertido en una meca sorprendente del snórkel. Además, es perfecta para desconectar al estar protegida del bullicio y del viento por sus paredes naturales. Y todo ello sin renunciar a los servicios de las playas más concurridas de la isla.

Foto: iStock
Cala S'Amarador (Cap d'es Moro, Santanyí)
El Parque Natural de Mondragó, al sur de Mallorca, es un delicado universo de playas que se caracteriza por calas de arena blanca, acantilados, vegetación típicamente mediterránea y praderas de Posidonia oceánica como garantía de calidad de agua. Está cala Mondragó (o Ses Fonts de n’Alís) y luego y Sa Amador y Es Borguit, mucho menos transitadas que la primera. En S’Amarador, un extenso pinar abraza la arena fina. La entrada al agua es muy progresiva, por lo que es ideal para pasar un relajado día de playa familiar.

Foto: iStock
Cala Tuent
La Sierra de Tramuntana no es la zona más playera de Mallorca, pero tiene algunas honrosas excepciones, como es el caso de cala Tuent. El camino a la playa es estrecho y serpenteante, pero vale la pena recorrerlo cuando el premio es esta cala de guijarros rendida a la imponente altura del Puig Major y que queda enmarcada entre bosques de pinos y olivos centenarios retorcidos por el viento. Imprescindible para los que todavía creen que Mallorca tiene algo que ver con Magaluf.

Foto: Shutterstock
Todo es único en esta playa. Para llegar a Sa Calobra hay que seguir una de las carreteras más espectaculares de España, toda una obra de ingeniería que salva un desnivel de casi novecientos metros, curva tras curva. Una vez que se llega, hay dos playas al precio de una: la primera es la cala de Sa Calobra, pero si se sigue un apacible sendero, tras traspasar una cueva, se llega a una playa de gravas que parece sacada de la imaginación de Julio Verne. Se trata del Torrent de Pareis, que atraviesa la maciza sierra de Tramontana, abriendo una ventana al azul del Mediterráneo.

Foto: iStock
Playa Formentor (Port de Pollença)
A pocos kilómetros del Puerto de Pollença y del punto más septentrional de Mallorca, se encuentra esta maravilla natural. Junto al famoso Hotel Formentor que ha servido como hospedaje para personalidades del mundo de la cultura como Churchill, Octavio Paz o Josep Pla, esta playa reúne personalidad y belleza paisajística con vistas a la bahía de Pollensa. El bosque de pinos de las inmediaciones llega justo hasta la fina arena, así que nunca faltará sombra. El kilómetro y medio de playa se divide en diversas zonas L´espigó, La veranda y Platjamar.

Foto: iStock
Cala Fornells (peguera)
Juan de Borbón acostumbraba a fondear su yate en Cala Fornells. Los alojamientos vacacionales, los restaurantes, hoteles y segundas residencias ocupan la primera línea de mar de un animado paseo litoral con todas las comodidades. Aún así, esta playa entre roquedales muy próxima a Andratx, de grano grueso, pinos y aguas turquesas, tiene fama de tranquila. Destacan las vistas a la bahía que cubre playas de Peguera, Santa Ponça y la Illa es Malgrat. A escasos doscientos metros se encuentra la alternativa del vecino Caló de ses Llises.

Foto: Shutterstock
PLAYA COLL BAIX (ALCÙDIA)
Situada en una zona montañosa, la cala Coll Baix se podría considerar como un gran secreto. O, mejor dicho, como un tesoro custodiado por precipicios poderosos y una vegetación espesa. Llegar hasta aquí tiene su mérito, ya que su acceso es toda una aventura ya que no tiene ningún camino asfaltado que la conecte con la civilización. Pero alcanzarla tiene su recompensa en forma de aguas cristalinas de color turquesa y de un fondo marino vivo y estimulante. La única pega, aunque también virtud, es que no cuenta son instalaciones y servicios, siendo su virginidad un reclamo irresistible.
Oh, dulce estancia de belleza y paz. Esto es lo que se puede leer en unos antiguos búnkers de la costa que los artistas del colectivo madrileño Boa Mistura intervinieron. Cuando se pisa la arena de esta playa no se puede estar más de acuerdo con el verso de Miquel Costa i Llobera. Platja d’es Trenc es un conjunto de dunas, pinares, monte, salinas y tamarindos ideado para embriagar los sentidos. Forma parte del espacio natural de la marisma de Es Salobrar, un área protegida de 1.500 hectáreas de los más bellos de Mallorca.

Foto: iStock
Caló des Moro (Santanyí)
Este entrante de mar en forma de pasillo es la playa más bella de Santanyí. Y eso es mucho decir teniendo en cuenta que es el municipio más privilegiado de Mallorca en cuanto a playas se refiere. Su acceso no es de los más fáciles, pero los pinos, los acantilados, la arena blanca y aguas transparentes y calmas hacen de esta cala un imprescindible que nadie está dispuesto a perderse. Por ello, en julio y agosto, si no se madruga será difícil encontrar un hueco donde poner la toalla.

Foto: Adobe Stock
Playa de Canyamel
A escasos kilómetros de Artà y Capdepera, al noreste de la isla, la playa de Canyamel se extiende a lo largo de 290 metros en medio de una reserva natural y estuario a un lado, y de un pequeño complejo turístico al otro. Su arena fina y sus aguas son claras y azules, la convierten en un lugar ideal para disfrutar en familia y bucear.
El torrente de Canyamel, además, es un lugar ideal para la observación de aves. En los alrededores, se puede vistiar la Torre de Canyamel -atalaya de defensa en el siglo XIII-, la Cueva del Ermitaño y las cuevas de Artà. Su nombre tan dulce deriva del cultivo de azúcar en las tierras durante el siglo XV.

Foto: Adobe Stock
Cala Mesquida
También entre Capdepera y Artà, en cala Mesquida llegan locales i visitantes cada verano para disfrutar de los 350 metros de arena fina de la bahía, de las aguas cristalinas y de un paisaje dominado por dunas y pinos donde habita la mayor población de gaviotas y cormoranes de la isla. Junto a la Cala Moltó y la Cala Agulla, fue declarada área Natural de Especial Interés por el Parlament de les Illes Balears. En medio de este espectacular entorno natural, cuenta con facilidades como tumbonas, sombrillas, restaurantes y bares.

Foto: Adobe stock
CALA SA NAU
En la costa sureste de Mallorca, a unos 15 km de Santanyí y Felanitx, entre los puertos naturales de Portopetro y Portocolom, Cala sa Nau es un entrante de mar de 350 m completamente rodeado de bosques de pinos. Los bajos acantilados, la arena fina y el agua cristalina completan el paisaje de esta cala mallorquina, ideal para practicar esnórquel o kayak. Cuenta con un aparcamiento a 500 metros de la playa, un pequeño chiringuito y las duchas.
Suscríbete a nuestra newsletter para descubrir cada domingo los viajes más sorprendentes