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La
dictadura militar en Argentina
24 de marzo de 1976 - 10 de diciembre de
1983
El
24 de marzo de 1976 ocurrió lo que muchos esperaban: Isabel Perón
fue detenida y trasladada a Neuquén. La Junta de Comandantes asumió
el poder, integrada por el Teniente Gral. Jorge Rafael Videla, el Almirante
Eduardo Emilio Massera y el Brigadier Gral. Orlando R. Agosti. Designó
como presidente de facto a Jorge Rafael Videla. Dispuso que la Armada,
el Ejército y la Fuerza Aérea compondrían el futuro
gobierno con igual participación. Comenzó el audodenominado
"Proceso de Reorganización Nacional".

José
Martínez de Hoz fue designado ministro de Economía y, el
2 de abril, anunció su plan para contener la inflación,
detener la especulación y estimular las inversiones extranjeras.

La
gestión de Martínez de Hoz, en el contexto de la dictadura
en que se desenvolvió, fue totalmente coherente con los objetivos
que los militares se propusieron.

Durante
este período, la deuda empresaria y las deudas externas pública
y privada se duplicaron. La deuda privada pronto se estatizó, cercenando
aún más la capacidad de regulación estatal.

Con
ese clima económico, la Junta Militar impuso el terrorismo de Estado
que, fuera de enfrentar las acciones guerrilleras, desarrolló un
proyecto planificado, dirigido a destruir toda forma de participación
popular. El régimen militar puso en marcha una represión
implacable sobre todas las fuerzas democráticas: políticas,
sociales y sindicales, con el objetivo de someter a la población
mediante el terror de Estado para instaurar terror en la población
y así imponer el "orden", sin ninguna voz disidente.
Se inauguró el proceso autoritario más sangriento que registra
la historia de nuestro país. Estudiantes, sindicalistas, intelectuales,
profesionales y otros fueron secuestrados, asesinados y "desaparecieron".
Mientras tanto, mucha gente se exilió.

Algunas
acciones del nuevo gobierno:

Suspende
la actividad política
Suspende los derechos de los trabajadores.
Interviene los sindicatos.
Prohíbe las huelgas.
Disuelve el Congreso.
Disuelve los partidos políticos.
Destituye la Corte Suprema de Justicia.
Interviene la CGT.
Interviene la Confederación General Económica (CGE).
Suspende la vigencia del Estatuto del Docente.
Clausura locales nocturnos.
Ordena el corte de pelo para los hombres.
Quema miles de libros y revistas considerados peligrosos.
Censura los medios de comunicación.
Se apodera de numerosos organismos.

La
censura

Comunicado N° 19, 24/03/76
Se comunica a la población que la Junta de Comandantes Generales
ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo
indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare
comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones
ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades
subversivas o al terrorismo. Será reprimido con reclusión
de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare
o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito
de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de las Fuerzas
Armadas, de Seguridad o Policiales. (Diario "La Prensa",
24 de marzo de 1976).

Los
"subversivos"

El término "subversión" englobaba a las organizaciones
guerrilleras -prácticamente ya extinguidas en marzo de 1976- pero
también a los activistas o simpatizantes de cualquier movimiento
de protesta o crítica social: obreros, universitarios, comerciantes,
profesionales, intelectuales, sacerdotes, empresarios y más...
No hubo "errores" ni "excesos", sino un plan deliberado.
(Historia Visual de la Argentina contemporánea, Clarín,
El "Proceso" Militar).

La
guerra sucia

La "desaparición" fue la fórmula más siniestra
de la "guerra sucia": el "objetivo" era secuestrado
("chupado") por un comando paramilitar ("grupo de tareas"
o "patota") donde, convertido en un número y sin ninguna
garantía legal, quedaba a merced de sus captores. La desaparición
de personas fue un programa de acción, planificada con anticipación,
estableciéndose los métodos por los cuales llevarlo a la
práctica: arrojando a los "desaparecidos" al Río
de la Plata (previa aplicación de sedantes) desde aviones o helicópteros
militares y en fosas comunes; fusilamientos y ocultamiento de cadáveres,
sin ningún tipo de identificación.

La
represión ilegal

La dictadura de 1976 completó y profundizó el esquema de persecución
y exterminio que comenzara sistemáticamente con la Triple A, liderada
por Lopez Rega.
Distribución de desaparecidos según profesión u ocupación

Obreros.........................................................................................
|
30,0%
|
Estudiantes...................................................................................
|
21,0%
|
Empleados....................................................................................
|
17,8%
|
Profesionales.................................................................................
|
10,7%
|
Docentes.......................................................................................
|
5,7%
|
Conscriptos
y personal subalterno
de las Fuerzas de Seguridad...........................................................
|
2,5%
|
Amas
de casa...............................................................................
|
3,8%
|
Autónomos
y varios........................................................................
|
5,0%
|
Periodistas....................................................................................
|
1,6%
|
Actores
y artistas...........................................................................
|
1,3%
|
Religiosos.....................................................................................
|
0,3%
|
(Informe
de la Conadep, Nunca Mas, Eudeba, 1984)

La
tortura

Todos estaban incluidos en la categoría de "enemigos de la
nación". La metodología implementada consistió
en la desaparición de personas, las cuales en realidad eran llevadas
a centros clandestinos de detención, operados por las FFAA., donde
se los sometía a interrogatorios basados en tormentos físicos.

Los
campos de detención

Se levantaron centros clandestinos de detención y torturas. En
estos laboratorios del horror se detenía, se torturaba y se asesinaba
a personas. Se encontraban en el propio centro de las ciudades del país,
con nombres tristemente famosos, como la ESMA, el Vesubio, El Garage Olimpo,
El Pozo de Banfield o La Perla. Existieron 340 distribuidos por todo el
territorio. Locales civiles, dependencias policiales o de las propias
fuerzas armadas fueron acondicionados para funcionar como centros clandestinos.
Estas cárceles clandestinas tenían una estructura similar:
una zona dedicada a los interrogatorios y tortura, y otra, donde permanecían
los secuestrados. Ser secuestrado o "chupado", según
la jerga represora, significaba ser fusilado o ser arrojado al río
desde un avión o helicóptero.

Los
desaparecidos

Debido a la naturaleza, una desaparición encubre la identidad
de su autor. Si no hay preso, ni cadáver, ni víctima, entonces
nadie presumiblemente es acusado de nada. (Amnistía Internacional,
en su informe sobre la desaparición de personas por motivos políticos).
Hubo miles de desaparecidos: la Conadep constató más de
9.000 casos. Los organismos de derechos humanos hablan de más de
30.000.

Apropiación
de chicos

Además del secuestro de adultos, hubo un plan sistemático
de apropiación de niños. Los niños robados o que
las madres parían en los centros de detención fueron inscriptos
como hijos propios por muchos miembros de la represión, vendidos
o abandonados en institutos.
Durante la dictadura, los militares consideraban que los hijos de los
desaparecidos debían perder su identidad. Por eso los hacían
desaparecer y los entregaban a familias de militares. Ellos pensaban que
la subversión era casi hereditaria o que se trasmitía a
través del vínculo familiar. De la misma forma que a los
hijos de desaparecidos se intentó quitarles su familia, a la sociedad
en general se intentó quitarle esos antecedentes que, como los
padres de esos chicos, eran considerados subversivos. (Diario "Página
12", 10 de diciembre de 1995)

La
noche de los lápices (16/9/76)

La operación conocida como la Noche de los lápices,
que se desarrolló entre agosto y octubre de 1976, implicó
el secuestro y desaparición de estudiantes secundarios de la ciudad
de La Plata, que habían luchado en defensa de un boleto estudiantil.

Madres
de Plaza de Mayo

El grupo Madres de Plaza de Mayo nació en 1977, integrado precisamente
por madres de desaparecidos, cuya lista engrosaron también algunas
de sus fundadoras. Se convirtieron en el más activo sector de oposición
al gobierno.

Desindustrialización

La pequeña y mediana empresa fue sacrificada en el altar de la
eficiencia, iniciándose un proceso de acelerada desindustralizacion,
ante la imposibilidad de competir con productos provenientes del exterior.
La aplicación de las recetas neoliberales no resolvió, sino
que profundizó los problemas económicos.

Especulación

A comienzos de 1977, el ministro de Economía, José Martínez
de Hoz, inició un experimento monetario, denominado "la tablita".
Fue un sistema de devaluaciones preanunciadas que, sumado a la "ley
de entidades financieras" de junio de ese año (que liberó
el mercado de dinero y dio garantía estatal a los depósitos
a plazo fijo), dio comienzo a la especulación o "bicicleta
financiera".

La
plata dulce

La dictadura implementó un plan basado en el liberalismo monetario,
que era apoyado por bancos extranjeros y organismos internacionales. El
funcionario encargado de cumplir el plan económico de los militares
fue José Alfredo Martínez de Hoz. Puso fin al Estado intervencionista,
a la protección del mercado interno y al subsidio a empresas. Se
congelaron los sueldos. Dejó actuar al mercado libremente. Los
resultados finales fueron desastrosos. Hubo un gran endeudamiento externo,
las industrias quebraron y, al finalizar la dictadura, se desató
la inflación.

El
conflicto del Beagle

Las cuestiones limítrofes entre la Argentina y Chile estuvieron
condicionadas por las circunstancias políticas imperantes en cada
país. Bajo regímenes dictatoriales en ambas naciones, las
diferencias fronterizas estuvieron a punto de derivar en una guerra abierta.
En 1978, luego de que la Argentina rechazó el fallo arbitral británico,
el conflicto por el Beagle alcanzó su punto más álgido.
El 8 de enero de 1979, la Argentina y Chile firmaron el Acta de Montevideo,
que sometía el entredicho a la mediación del Papa. Finalmente,
la propuesta papal, conocida a través del cardenal Antonio Samoré,
se dio a conocer el 12 de diciembre de 1980 y fue aceptada por la Argentina
en 1984 después de una consulta popular no vinculante, en la que
el "sí" al acuerdo se impuso por un amplio margen de
votos. (Historia Visual de la Argentina contemporánea, Clarín,
La Política Exterior)

El
Mundial '78

El triunfo final de la selección argentina en el Mundial de
Fútbol ha supuesto que la Junta Militar que dirige el Gral. Videla
haya cubierto con creces los objetivos que se propuso al emprender la
organización del campeonato. Durante 25 días, los problemas
del país argentino han pasado a un segundo plano y el título
mundial conseguido por su selección los mantendrá oculto
por más tiempo aún. (Diario "El País",
junio de 1978)

1982:
La guerra de las Malvinas

En medio de la crisis política, económica y social del régimen
militar, sorpresivamente el 2 de abril de 1982, tropas argentinas recuperaron
las islas Malvinas. Tras frustrados intentos diplomáticos, la fuerza
de tareas británica llegó al Atlántico sur y comenzaron
las hostilidades. Con hitos como el hundimiento del crucero "General
Belgrano" -que produjo 322 muertos- y del destructor británico
"Sheffield", la guerra concluyó el 14 de junio, con la
rendición argentina. La derrota marcó el derrumbe político
del régimen. El regreso de los soldados arrojó luz sobre
las sospechas de lo que habían padecido, sin los pertrechos y el
entrenamiento suficientes para enfrentar a los británicos. Para
defender las islas del ataque de ingleses bien entrenados y equipados,
la junta militar procedió a reclutar jóvenes argentinos,
sin instrucción militar, la mayoría de los cuales provenía
de provincias pobres del interior del país. La derrota catastrófica
de Malvinas y el conocimiento de la muerte de centenares de jóvenes
argentinos (más de 600), deterioraron el frente militar, pero sobre
todo, la reputación del ejército, al cual se consideró
como mayor responsable del desastre.
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