cigarro


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cigarro

(De origen incierto.)
1. s. m. Rollo de hojas de tabaco que se enciende por un extremo y se fuma por el opuesto. cigarro puro, puro
2. Cigarrillo, cilindro de tabaco de picadura. pitillo
Gran Diccionario de la Lengua Española © 2022 Larousse Editorial, S.L.

cigarro

 
m. Rollo de hojas de tabaco, que se enciende por un extremo y se fuma por el opuesto.
cigarro de papel Cigarrillo.
cigarro puro Cigarro.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

cigarro

('θiγaro)
sustantivo masculino
rollo de hojas de tabaco que se quema por un extremo y se fuma por el otro fumar un cigarro
Kernerman English Multilingual Dictionary © 2006-2013 K Dictionaries Ltd.
Sinónimos

cigarro

nombre masculino
1 tabaco cigarro puro* puro* veguero habano
Tabaco, cigarro puro, o simplemente puro; veguero es el que está hecho de una sola hoja.
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Traducciones

cigarro

cigare

cigarro

doutník

cigarro

cigar

cigarro

Zigarre

cigarro

πούρο

cigarro

sikari

cigarro

cigara

cigarro

葉巻

cigarro

시가

cigarro

sigaar

cigarro

sigar

cigarro

cygaro

cigarro

charuto

cigarro

cigarr

cigarro

ซิการ์

cigarro

puro

cigarro

điếu xì gà

cigarro

雪茄

cigarro

SM
1. (= cigarrillo) → cigarette
2. (tb cigarro puro) → cigar
cigarro habanoHavana cigar
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005

cigarro

m (puro) cigar; (cigarillo) cigarette
English-Spanish/Spanish-English Medical Dictionary Copyright © 2006 by The McGraw-Hill Companies, Inc. All rights reserved.
Ejemplos ?
-refunfuñó el zapatero al par que aforaba con los ojos y con expresión de ira el grueso imponente del cigarro que empezaba a liar el recién llegado.
El Chiquito, cuando hubo pirdío jasta la úrtima torda, se puso a jechá el hombre un cigarro mirando al Niño con las e Caín, y cuando ya toíto er mundo creía que diba a dirse del tenderete y ya estaba bajo el quicio e la puerta, se güerve de pronto el chaval pa el del Altozano y le dice: -Quéese usté con Dios, so malino.
Su estómago repleto le saludaba con eructos de satisfacción. ¡Vida más hermosa!... —¡Tío Chispas!... Un cigarro. —Ven por él. Juanillo corrió por la borda del lado contrario al viento.
Hoy es algo que hemos visto en Europa y en otros pueblos de América; pero no es típica, no es limeña. Hoy la Alameda no vale un pueho de cigarro.
Encendió éste un cigarro, saturó cumplidamente de humo sus pulmones y exclamó con acento sentencioso: -Pos bien, jechizo: el favor que yo te quiero jacer es el de dicirte que el pájaro que tú más estimas se está picando el embrague por mo de ti, por mo de tus malitas partías.
verá lo que haremos... —Y fuma voluptuosamente un aromático cigarro extranjero. —Hicimos más de la cuenta para salvarle la casa...
De pronto escuché una gritería y vi a un viejo con casco de corcho que salió maldiciendo y riéndose a la puerta de su almacén, y al tiempo que maldecía y se reía, amenazaba con el puño la copa de un cocotero. Entonces, fijándome en donde señalaba el viejo, vi un mono con un gran cigarro encendido que se lo había robado.
Recibiólo Juana Bre- ña, montada en im diestro alazán y fimiando un gran cigarro, y le sacó nueve suertes de capa, contradiciendo prácticamente la opinión del marqués de Valle Umbroso, que en su libro dice: — Difícil es que las suertes pasen de 9iete; 'pues es raro el toro que las da, y más raro el caballo que las reéiste.
– Apostemos, señor –me dijo mi guía cuando estuvimos en la llanura–, apostemos un cigarro a que adivino lo que le ha traído a casa del señor de Peyrehorade.
Y todos en la mirada vidriosa lucen la hipnosis de una programación encartelada de sueños tontos: Un vestido como aquél; pantalones como ésos; un perfume como el mío, un cigarro como el de él, una casa como la suya; una hembra como la del cartel; un macho como el de los calzones mini y una oración inescuchable, pero que se oye: Ayúdame.
– Pero –respondí ofreciéndole un cigarro–, no es difícil de adivinar que, a estas horas y cuando hemos andado seis leguas por el Canigó, lo más importante es cenar.
«Se está aquí más solo que en la calle, tan solo como en el desierto», piensa un bulto, un hombre envuelto en un amplio abrigo de verano, que chupa un cigarro apoyándose con ambos codos en el hierro frío de un balcón, en el tercer piso.