El recurso de la creación del hombre de paja o de la idea de paja es la falacia que consiste en fabricar una imagen del oponente, o de una idea -débil y a conveniencia- para luego atacar y desprestigiar a esa imagen haciendo creer a los demás que ese es en realidad el oponente, o la idea que se pretende refutar. Es un golpe bajo; pero abundante en el debate de ideas chapín.
El columnista Armando de la Torre incurrió en ese recurso cuando en El futuro religioso del hombre (VI) escribió que Las “ideologías”, por su parte, supuestamente ateas militantes, y que arrasaron con buena parte de la humanidad durante los siglos XIX y XX (el nacionalocialismo, el socialismo, el fascismo, y hasta el anarquismo en su última versión, la randiana), han girado en torno a dogmas “infalseables” y, por lo tanto, nótese bien, ni religiosos ni científicos.
El doctor de la Torre no es cualquier cosa, así que hay que ponerle atención a las cosas que dice y escribe. La primera parte de su idea de paja es la de calificar de ideología a una filosofía: específicamente a la filosofía objetivista, que él califica de randiana en alusión a su autora, la filósofa Ayn Rand. Por un lado, eso es como llamar misianismo a la Praxeología; y es el mismo Ludwig von Mises quien nos explica que las ideologías son doctrinas sobre la forma de comportarse, es decir, sobre los fines últimos a que el hombre debe aspirar durante su peregrinar por la tierra. En tanto que a las ideologías les importa mucho dirigir los fines individuales de las personas hacia los mismos fines de quienes las promueven, al objetivismo qua filosofía de la libertad, los fines no le interesan. Cada quién tiene los suyos. Eso sí; como filosofía, el objetivismo propone un código de valores para guiar las elecciones de las personas y sus acciones; elecciones y acciones que determinan el curso de sus vidas. Pero a diferencia de el nacionalsocialismo, el socialismo, y el fascismo que sí son ideologías, por ejemplo, el objetivismo no fusila, ni recluye en campos de concentración, ni en manicomios, ni quema en hogueras a quienes no están de acuerdo con su propuesta. Mientras que aquellas ideologías persiguen la revolución, esta filosofía contribuye a la evolución por medio de la persuasión. No busca cambiar la naturaleza humana, sino aprovecharla y no le impone fines a nadie. Una idea básica de la filosofía objetivista se expresa muy bien en la frase que dice que la naturaleza, para ser gobernada, debe ser obedecida.
El objetivismo entiende que una ideología política es un conjunto de principios dirigidos a establecer, o a mantener un cierto sistema social; es un programa de acciones de largo plazo en el cual los principios sirven para unificar e integrar los pasos particulares en un curso de acción consistente. Sólo mediante los principios es que los hombres pueden proyectar el futuro y elegir sus cursos de acción. Pero una ideología política es sólo una parte de una sola de las ramas de la filosofía que son: la metafísica que estudia la naturaleza fundamental de la realidad y del hombre; la epistemología, que es la teoría del conocimiento; la ética, que es la ciencia de los valores morales; y la política, que no sólo se ocupa de la teoría general del poder, sino que se ocupa de políticas públicas concretas. Reducir toda una filosofía, a una pequeña parte de una de sus ramas, es crear una idea de paja.
¿Qué clase de filosofía es la filosofía objetivista? Rand, al igual que Aristóteles, considera al hombre como un ser racional que, para descubrir lo bueno y lo malo para sobrevivir, debe usar la razón. Pero igual que el estagirita, identifica que el proceso de pensamiento del hombre no es automático, ni instintivo, ni infalible. Por eso aconseja usar las leyes de la lógica para dirigir sus pensamientos. Así lo explicó, ayer, mi amigo y maestro, Warren Orbaugh.
La otra idea de paja que fabricó de la Torre es hacer creer a sus lectores que el objetivismo es anarquismo. ¡Pero si Ayn Rand escribió de forma clarísima contra el anarquismo! De la Torre está como esos socialistas que critican al liberalismo porque según ellos persigue la desaparición del estado; como si Ludwig von Mises, o Friedrich A. Hayek no hubieran explicado casi hasta el cansancio, que el estado tiene la función importantísima de salvaguardar la propiedad, la libertad y la convivencia pacífica; y que el único camino para impedir la coacción derivada de la voluntad arbitraria de otros es la amenaza de coacción bajo la ley, tema que la sociedad libre ha resuelto confiréndole al estado el monopolio de la coacción. Rand dice, del anarquismo, que es un concepto político ingenuo, expresa que sin un gobierno organizado la sociedad podría caería en manos criminales y de pandillas, y que aún si aquello no ocurriera, una sociedad necesita de leyes objetivas y de un árbitro que dirima desacuerdos. ¡No hay posibilidad alguna, si uno lee acerca del objetivismo, de confundir a este con el anarquismo! Eso lo se bien porque yo quisera ser anarquista y en eso del gobierno bajo la ley siempre me terminan convenciendo Rand, Mises y Hayek.
En su apología de la religión, de la Torre acude una vez más a la falacia de la idea de paja; y escribe que han abundado en ellas los cultos desenfrenados “a la personalidad”, aún a las de los más brutales y entonces todavía vivos (a las de Marat, Napoleón, Lenin, Stalin, Hitler, Musolini, Mao, Pol Pot, Perón, Castro o el “Atlas” presuntamente empresarial, seguidos de un largo etcetera).
Esta me costó entendérsela al columnista. ¿De verdad cree, de la Torre que Atlas no es un héroe digno de admiración y respeto (que no de un supuesto culto a la personalidad)? Atlas, en la filosofía objetivista, representa a los seres que con sus mentes, su espíritu emprendedor y su determinación contribuyen a desarrollar la civilización. En vez de, por ejemplo, contribuir a destruirla. La civilización no es hecha por los Napoléon, los Stalin, los Hitler, y los Castro guerreros y destructores; sino por los Aristóteles, los Newton, los Darwin, los Edison, y los Rockefeller, entre otros de esta talla. Esos Atlas, no merecen ser puestos en la canasta en la que los puso de la Torre. Son los filósofos, los científicos y los empresarios los que cargan al mundo en sus hombros y merecen el título de héroes.
Yo creo que, como el doctor de la Torre ha estado escribiendo una serie de artículos sobre un supuesto futuro religioso del hombre, a la altura de esta sexta entrega sintió la necesidad de darle una puya al objetivismo. Y como yo he tomado clases con él y le he oído genialidades, sospecho que quizás se hubiera desempeñado mejor si le hubiera entrado a lo que es el objetivismo, y no a lo que quería hacernos creer que es.