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t=() Liberalismo Clásico | Luis Figueroa CARPE DIEM

liberalismo clásico


15
oct 14

En recuerdo de Leonard Liggio

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Conocí a Leonard Liggio durante la celebración del Mont Pelerin Society Meeting que se celebró en Guatemala en 2006.   Lo precedía su fama de intelectual honesto, de caballero gentil y de campeón de la libertad.  Y ninguna de las tres le quedó grande.  El doctor Liggio dejó no sólo una obra monumental en favor de la libertad, sino un recuerdo entrañable entre quienes lo conocimos. Yo volvería a encontrarme con él, aquí en Guatemala en 2009, y en esa ocasión hablamos -entre otras cosas- sobre la crisis financiera y la importancia de los sistemas moral y ético, siendo que una de sus áreas de expertaje era la Historia legal.  En esta última ocasión vino para el encuentro de la Association for Private Economic Education.

En los años 50, Liggio fue miembro del grupo Students for Taft, en la Georgetown University donde  fundó un club de cine que, cada año, proyectaba la película The Fountainhead. Formó parte del seminario de Ludwig von Mises, en Nueva York y asistía a las reuniones del Colectivo de Ayn Rand en esa ciudad.  Hasta ahora me enteré de esto que hizo que mi aprecio y respeto por esta gran liberal se elevaran.

El doctor Liggio fue presidente de la Sociedad Mont Pelerin, y del Institute for Humane Studies. Fue profesor en la George Mason University, profesor visitante en la Universidad Francisco Marroquín, directivo del Competitive Enterprise Institute, vicepresidente ejecutivo de la Atlas Network y fiduciario del Liberty Fund. De la UFM recibió un doctorado honoris causa en 1990.

¡Adiós a Leonard Liggio…un grande de la libertad!


30
jul 14

¿Y si ayudas a construir la ruta a la libertad en América Latina?

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La humanidad ha seguido la ruta de la libertad desde que dió sus primeros pasos.  Esa ruta nos ha llevado lejos a través del tiempo en nuestra historia humana: hasta este momento tan provlive a la innovación, a la creación de riqueza y al bienestar, así como proclive al respeto de los derechos individuales.  ¡Puedes ayudar a construir la ruta en América Latina!

Con tus donaciones puedes ayudar a hacer realidad la conferencia titulada La ruta de la libertad, organizada por Estudiantes por la libertad.  Ese encuentro será la próxima parada en la ruta de la libertad y durante ella discutiremos los retos pendientes que enfrentará la próxima generación de lideres que defenderán las ideas y los principios de la libertad -ideas y principios que nos han traído hasta este punto en la ruta- .

Haz clic en este enlace para hacer tu donación.

¿A dónde irán los fondos?

  • A becas para estudiantes.  El equipo de Estudiantes por la libertad espera más de 150 estudiantes y quiere que asista la mayor cantidad posible.  Habrá becas para estudiantes desde México hasta Argentina y para ello será muy útil tu ayuda.  La becas cubren transporte, hotel y regustro.
  • Gastos de la conferencia.  El equipo está integrado por estudiantes universitarios de toda América Latina que ponen su trabajo, su tiempo y su dinero; pero hace falta mucho para cubrir todos los costos de la conferencia y hacerla realidad.  Puedes ayudar a difundir las ideas de la libertad en todo el continente.

También puedes donar en Bitcoins.

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23
jul 14

Adiós al periodista Carlos Ball

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Carlos Ball, fundador de la Agencia Inter-Americana de Prensa Económica, que distribuía artículos periodísticos y de opinión por los liberales clásicos más destacados de América Latina, murió  a la edad de 75 años luego de una vida dedicada a ganar la batalla de las ideas.

Oí de Carlos Ball durante mi internship en el Cato Institute porque él y AIPE tradujeron todos los artículos que sirvieron para hacer elcato.org que fue el proyecto a mi cargo.  Cuando yo era editor de Opinión, en el diario Siglo Veintiuno, varias veces intentamos integrar las plumas del AIPE en el elenco de columnistas; pero había otras prioridades y nunca fue posible.  Más tarde lo conocí -en persona- durante el primer Freedom Fest, en Las Vegas.  Y ahora siento mucho su partida.

Puedes leer  artículos de Carlos Ball en español aquí y algunos artículos de él en inglés aquí; y los artículos de AIPE se encuentran en la Hoover Institution; Carlos Ball tradujo y distribuyó -para el mundo hispanohablante- artículos de Milton Friedman, Gary Becker, James Buchanan y otros liberales distinguidos. Cuando Carlos Ball cerró AIPE, en 2010, había distribuido 8,788 columnas de opinión de 734 autores, relata Ian Vásquez, del Cato Institute.

Carlos Ball -venezolano- fue co fundador del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad que es un centro de pensamiento  que recién celebró su XXX aniversario a pesar del acoso del régimen de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Carlos fue un héroe de la libertad. En los años 80 fue editor de El diario de Caracas y en 1987 denunció los ataques a la libertad de prensa por parte del presidente Jaime Lusinchi.  A raíz de esas denuncias, Lusinchi exigió que el Editor fuera despedido del periódico y puso ese despido como condición para renovar la licencia del canal de televisión RCTV , que era parte de la misma empresa de medios masivos de comunicación. Ball fue despedido y el gobierno procedió penalmente contra él. En esa ocasión el juez que presidía el tribunal explicó: Tengo instrucciones de arriba. Ball abandonó el país y se mudó a Florida, desde donde operaba la AIPE.

Van para doña Anita, su esposa, mi sentido pésame y un abrazo.

La foto es del artículo de Ian Vasquez en el blog Libremente.


11
jul 14

En coloquio: “The Constitutional Political Economy of Statelessness”

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The Constitucional Political Economy of Statelessness es el nombre del coloquio en el que estoy participando; un tema rico y fascinante desde muchas perspectivas.

Antes de la celebración del encuentro y de las discusiones hicimos varias lecturas de The Limits of Liberty, por James M. Buchanan; y de The Machinery of Freedom:  Guide to Radical Capitalism, por David Friedman; así como  If Men were Angels: The Basic Analyitics of the State versus Self-Government, por Robert Higgs. También lecturas de Anarchy, State and Utopia, por Robert Nozick.

Leímos The Law of Primitive Man: A Study in Comparative Legal Dynamics, por Hoebel E. Adamson; Constant Battles: The Myth of the Peaceful, Noble Savage; por Steven LeBlanc and Katherine Register; y Peace Making Among Primates, por Frans de Waal. También An-arrgh-chy: The Law and Economics of Pirate Organizations, por Peter Leeson; and Governance and Prison Gangs, por David Starbek.  Leímos Failed States, por Simeon Dankof, et al; y The Spontaneous Evolution of Cyber Law, por Bruce Benson.

El coloquio se celebra en Indianapolis, organizado por The Liberty Fund, y con la participación de un elenco extraordinario de 15 académicos de Los Estados Unidos de América, Canadá, Noruega y el Reino Unido.  El director del coloquio es Daniel J. D´amico, de la Loyola University New Orleans; y coordinador de las discusiones es Aeon J. Skoble, de la Bridgewater State University.

En la mañana tuvimos las primeras sesiones para discutir a Buchanan, Friedman, Higgs y Nozick; y en la tarde discutiremos los documentos de Hoebel, Le Blanc y de Waal.  He aprendido mucho de los chimpancés, los esquimales y los piratas…y seguramente habrá más durante las discusiones de la tarde.

Si te interesa el tema del anarco-capitalismo te recomiendo las lecturas de este coloquio.


16
jun 14

¿Por qué soy liberal?

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Hoy que se celebra el Día del liberalismo se me ocurrió explorar por qué es que soy liberal (o libertario).  La forma más rápida y directa de explicarlo está en un meme que circula por ahí y dice:  Libertarianismo: la noción radical de que las otras personas no son tu propiedad.

En este contexto -y en otros- liberalismo y libertarianismo son sinónimos. Lo que me gusta de ese meme es que lo deja clarísimo: Nadie es mi propiedad, y no soy propiedad de otros.  Esto implíca que debo respetar el derecho de otros a la búsqueda de su felicidad y otros deben respetar mi derecho a la búsqueda de la felicidad.  Como somos seres humanos, aquello implica que para vivir como seres humanos debemos actuar conforme a nuestra naturaleza y que para eso es mejor que lo hagamos racionalmente y en libertad.  Implica que para ello debemos erradicar las relaciones de poder y de fuerza en nuestras vidas. Implica que, mejores que las relaciones de poder y de fuerza, son las relaciones pacíficas y voluntarias.

¿Sábes qué más me gusta de aquel meme? Me gusta que dice que es una idea radical e intransigente: Las otras personas no son tu propiedad.

Ahora que se acerca el Día del padre podría decir que soy liberal porque mi padre me daba a leer los folletos del Centro de Estudios Económico-Sociales; o podría decir porque mi abuela me dio a leer La rebelión de Atlas y luego leí El manantial.  Podría decir que fue porque conocía las obras de Ludwig von Mises, Friedrich A. Hayek, y Henry Hazlitt. Podría decir que es porque personajes como Manuel F. Ayau, Giancarlo Ibárgüen, Warren Orbaugh y Mario David García  me han permitido compartir el camino con ellos. Podría decir que es porque…¿cómo fregados iba a ser conservador? ¿Para conservar, qué? ¿El mercantilismo, el socialismo, el misticismo, la irracionalidad, el colectivismo? Podría decir que es por otras razones más.  Empero, y como escribió Baltasar Gracián: Lo bueno, si es breve, es dos veces bueno.

Nadie es tu propiedad.  ¡Feliz día del liberalismo!


24
jun 13

Algunos”liberales” chapines son conservadores

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Estoy totalmente de acuerdo con los columnistas y académicos socialistas que afirman que algunos liberales guatemaltecos en realidad son conservadores.   Librecambistas sí son muchos de ellos y también son neoliberales; pero ¿liberales clásicos, o libertarios? Les voy a contar por qué es que no lo son.

Los acabo de ver cerrando filas, con el conservadurismo más cachureco o religioso posible, contra la Convención interamericana contra el racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia.  En es documento, y con mucha habilidad, los patrocinadores de aquel acuerdo mezclaron el tema del racismo -a favor del cual no puede estar nadie con dos dedos de frente y menos si se dice liberal- con el matrimonio igualitario y el derecho de las mujeres a elegir qué hacer con sus cuerpos y sus vidas.  Estos dos últimos temas espantaron a los conservadores de todos los colores, incluyendo a los que se dicen liberales; y ahí se resbalaron.

Si le creemos a Alberto Benegas-Lynch que la mejor definición de liberalismo –que ha sido tan mal interpretado– es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros, no es difícil empezar a atisbar por qué es que afirmo lo anterior.  La prueba o el “test” no es la tolerancia con las personas que comparten nuestro proyecto de vida, sino con las personas que disienten con nuestro proyecto de vida.  Sólo en este contexto se puede recurrir a la fuerza cuando hay lesión de derechos de terceros, explica Benegas-Lynch.

Tanto el matrimonio, como el derecho a hacer uno con su cuerpo y su vida lo que mejor le convenga a uno son temas inseparables del proyecto de vida individual de cada persona.  Además, ¿no es cierto, pues, que la filosofía de la libertad está basada en la propiedad de uno mismo? ¿No es cierto que la propiedad de ti mismo quiere decir que tú eres dueño de tu vida? ¿No es cierto que negar esto significa que otras personas tienen más derechos sobre tu vida, que tú mismo? ¿No es cierto que ninguna otra persona, o grupo de personas son dueñas de tu vida? Y claro, tú no eres dueño de las vidas de otros.

¿Se les escapa esto a los conservadores que pasan por liberales? Si.  ¿Por qué? En el caso del matrimonio porque se han tragado la idea, o se han hecho a sí mismos la idea de que el matrimonio no debe servir a los proyectos de vida de los involucrados; sino a los de la sociedad, los del estado, o los de un dios.  Y en el caso del aborto, porque se han tragado la idea, o se han hecho a sí mismos la idea de que el cuerpo de una mujer no es suyo, ni debe servir a sus proyectos de vida; sino a los de la sociedad, los del estado, o los algún dios.  Los conservadores, claro, son colectivistas, y apuntan que no eres dueño de tu vida.  Apuntan que otros son dueños de tu vida. 

El caso del matrimonio igualitario

Sostengo que la única posición liberal con respecto al matrimonio igualitario es la misma que se le aplica al matrimonio en general: Nada tiene que hacer el estado, metiéndose en los asuntos que son propios de los proyectos de vida de las personas.  Empero, como el estado ya se ha metido a regular algo tan privado e íntimo como el contrato por medio del cual las personas deciden compartir sus vidas,  el reconocimiento del matrimonio igualitario por parte del estado constituye un acto de justicia y una confirmación del principio de igualdad de todos ante la ley.

En realidad lo que conocemos como matrimonio es un acuerdo privado entre personas que deciden compartir sus vidas y hacerlo en el marco de cierta formalidad.  Formalidad que subraya su carácter de compromiso y que busca el apoyo del prójimo para la pareja contrayente.

En algún momento de la historia de la humanidad las religiones dispusieron hacer uso del matrimonio para hacer avanzar sus intereses; e igual cosa hizo el estado.  Pero antes de que ambas instituciones se inmiscuyeran en aquel acuerdo privado, ya había compromisos de largo plazo entre personas individuales que decidían unir sus vidas.  Las iglesias cristianas y el estado pretenden que el matrimonio sirva principalmente para la reproducción; y viene a mi mente la oración que, uno de los protagonistas de la novela Como agua para chocolate, dice antes de copular con su esposa a través de una sábana con un agujero.  Pedro reza no es por vicio, ni por fornicio, sino para hacer un hijo para tu servicio.

Ahora bien, como las personas no son animalitos que sólo se aparean para perpetuar la especie, o son apareados para enriquecer el hato, el matrimonio del siglo XXI debe tomar en cuenta las diversas razones que llevan a las personas a juntarse.  La comunidad de intereses, el amor, la admiración, la búsqueda de compañía, entre muchos otros, son ejemplos de aquellas razones.  No es extraño, entonces, que en la sociedad, que es evolutiva por naturaleza, las palabras también evolucionen.  Recuerdo que mi profesor de Lenguaje, don Salvador Aguado, nos advirtió una vez que los diccionarios etimológicos eran útiles para conocer mejor las palabras y para conocer sus orígenes; pero que no servían para saber su significado porque muchas veces el significado actual de aquellas, se alejaba del de su génesis.

De esa cuenta, el matrimonio tradicional reservado únicamente para parejas heterosexuales en el marco de culturas propias de sociedades cerradas, puede perfectamente pasar a ser el matrimonio moderno, como contrato de convivencia y de respeto mutuo entre individuos, en el marco de culturas propias de sociedades abiertas.  Ni al servicio de la iglesia, ni al servicio del estado; sino que al servicio de aquellos que, en ejercicio de sus derechos como personas humanas y en persecución de sus proyectos de vida asuman el compromiso.

Imagina el caso de una pareja homosexual a la que a una de las partes se le niegue el acceso a ver a su contraparte, en la sala de cuidado intensivo, sólo porque no es pariente cercano de su pareja.  ¿Sería eso correcto? No.  Creo que una pareja del mismo sexo tiene tanto derecho de estar al lado de la persona que ama, como lo tiene una pareja de sexos distintos.

En la película Si las paredes hablaran 2 se cuenta la historia de dos ancianas que habían sido pareja durante toda su vida.  Y cuando una de ellas muere, llega la familia de la difunta y saca a la sobreviviente de la casa dejándola sola y desamparada, luego de humillarla.

Alguien podría decir que fue por descuido y que ambas deberían haber pensado en esa posibilidad, y que deberían haber hecho testamento, y qué se yo.  Pero lo cierto es que no hay razón alguna para que, en una sociedad abierta, una clase de personas tenga ciertos derechos y otra clase de personas no los tenga.  Y no hay razón para que estas últimas tengan que hacer previsiones adicionales, sólo porque al estado (en respuesta a presiones de grupos privilegiados) se le antoja que no haya igualdad de todos ante la ley.

El matrimonio igualitario es un acto de justicia que reconoce el carácter contractual y privado del matrimonio; y que reconoce, sobre todo, el derecho de todas las personas a unir sus vidas y a buscar el apoyo de sus prójimos, sin discriminación, ni privilegios.  Esa es una posición liberal, que respeta el proyecto de vida de los demás, y no una estatista, ni colectivista, ni conservadora.

El caso del aborto

Cuando se dice que la mejor definición de liberalismo es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros nunca falta quién diga que eso incluye el proyecto de vida de los embriones.  Que incluye la vida de los embriones, y la de los fetos.  Sin embargo la palabra proyecto se refiere a planes y disposiciones detalladas para la ejecución de algo; o propósitos, o pensamientos de hacer algo.  Perdonen  por lo franco que soy: los embriones y los fetos no tienen proyectos.

¡Pero son vida!, dirá alguien más.  A esta afirmación sólo se puede responder que son vida potencial; pero no son vida real.  Perdón por la franqueza; pero en ningunas condiciones, ningún embrión y ningún feto es viable independiente de la madre (que sí es vida real y tiene proyectos) antes de las 23 semanas de gestación.  ¿Hay lesión de derechos de terceros cuando se abortan un embrión, o un feto? No. No se tienen derechos hasta que no se ha nacido, aunque lo diga la legislación.  Y todo liberal sabe, o debería saber, que las legislaciones pueden decir todo tipo de cosas, lo cual no quiere decir que sean filosófica, ética, o jurídicamente sostenibles.  Lo cierto es que desde esta perspectiva, el ser viviente que es la mujer (y sus proyectos de vida) tiene precedencia sobre lo que no está vivo o no ha nacido.  Perdón por la franqueza.  ¡Es un ardid eso de equiparar lo potencial con lo real!

Como el liberalismo es esa idea radical de que las demás personas no son nuestra propiedad, consideremos algunos casos ilustrativos:

Cuando un criminal viola a una mujer y la deja embarazada, lo cierto es que la bestia usa el cuerpo de la mujer sin su consentimiento y usa uno de sus óvulos sin su permiso y con violencia.  Muchas veces con violencia brutal.  Si este acto salvaje es repugnante, ¡más repugnante debería ser, para el verdadero liberal, que grupos específicos de la sociedad usen la coacción legal para forzar a la mujer a gestar la imposición del delincuente!  Sin embargo, para los conservadores, la mujer debe aceptar la imposición porque no es dueña de su cuerpo, ni de sus proyectos de vida.  Estos deben estar al servicio de la sociedad, del estado, o de un dios.   La mujer no es dueña de su cuerpo, los dueños son los que dicen representar a la sociedad, al estado, o a algún dios.

El caso de la violación es más fácil de entender que los casos del error, la ignorancia y el descuido.  La mujer que se embaraza por error, por ignorancia, o por descuido, ¿debería pagar por ello durante el resto de su vida?  Si reconocemos que es moralmente bueno respetar irrestrictamente los proyectos de vida de los demás, la respuesta es No.  No podemos imponerles a otros nuestros proyectos de vida.  La tarea de criar un hijo (especialmente de uno no deseado) es una responsabilidad tan grande que nadie debería ser forzado a emprenderla.  ¿Has oído la frase de que tener un hijo es una enfermedad de nueve meses, y una convalecencia de toda la vida?  Perdón por lo coloquial de la frase; pero nadie debería ser obligado a eso, sólo porque ciertos grupos sociales creen que tienen la facultad de imponer la maternidad.  Un embarazo no deseado (por violencia, ignorancia, error, o descuido) puede alterar los proyectos de vida, de una mujer,  de manera irremediable y profunda; y puede ser un desastre que sólo traiga miseria e infelicidad.

El Factor D

El conservador puede sentirse moralmente cómodo al defender el sacrificio; pero el liberal o libertario no.  Este último sabe que el derecho a la búsqueda de la felicidad y el derecho a perseguir uno sus proyectos de vida son valores que están encima de las demandas de cualquier grupo de interés, o de cualquier colectivo.  El liberal o libertario sabe que los derechos individuales deben prevalecer sobre los intereses colectivos.  El liberal o libertario sabe que entregar algo de menos valor, a cambio de algo de más valor no es propio de la naturaleza humana.  Sabe que eso ocurre sólo por ignorancia, por error, o por la fuerza.

El hecho es que hay grupos de interés y colectivos que están convencidos de que hay un dios que les impone ciertas normas.  Y creen que tienen la facultad de convertir aquellas imposiciones en leyes aplicables a otros grupos y a los individuos que componen la sociedad, aunque estos no compartan al dios de aquellos.  Creen que tienen la facultad de regular el matrimonio y los cuerpos y proyectos de vida de otras personas del mismo modo en que otros grupos de interés creen que tienen la facultad de regular el uso que se le debe dar a la propiedad, la educación que se les debe dar a los hijos, o qué se puede vender y comprar y a qué precios.

Ya lo dijo Friedrich A. Hayekla filosofía conservadora, por su propia condición, jamás nos ofrece alternativa ni nos brinda novedad alguna…De ahí que el triste sino del conserva­dor sea ir siempre a remolque de los acontecimientos… Los conservadores, cuando gobiernan, tienden a paralizar la evolución o, en todo caso, a limitarla a aquello que hasta el más tímido aprobaría. Jamás, cuando avizoran el futuro, piensan que puede haber fuerzas desco­nocidas que espontáneamente arreglen las cosas; mentalidad ésta en abierta contraposición con la filosofía de los liberales, quienes, sin complejos ni recelos, aceptan la libre evolución, aun ignorando a veces hasta dónde pue­de llevarles el proceso…Ese temor a que operen unas fuerzas sociales aparentemente incontrola­das explica otras dos características del conservador: su afición al autorita­rismo y su incapacidad para comprender el mecanismo de las fuerzas que regulan el mercado.

Como consecuencia los conservadores le han entregado al socialismo la defensa de principios que son propios del liberalismo: el derecho a la vida, la igualdad de todos ante la ley, el derecho a perseguir los propios proyectos de vida, y la propiedad de uno mismo.   Vergonzosamente, en nuestro entorno, son grupos principalmente socialistas los que defienden el matrimonio igualitario y el derecho de las mujeres a disponer de sus cuerpos.  El conservadurismo disfrazado de liberalismo está más comprometido con las exigencias de sus pastores –que les hablan en nombre de su dios­– que con el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otro.  De ahí que cuando se discute la Convención interamericana contra el racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia los conservadores cierren filas con las iglesias y no con la idea radical de que las demás personas no son nuestra propiedad.

Como dijo Benegas-Lynch: La prueba o el “test” no es la tolerancia con las personas que comparten nuestro proyecto de vida, sino con las personas que disienten con nuestro proyecto de vida. 

La ilustración la tomé de Facebook.


18
oct 10

La Revolución y su relación con los "empresaurios"

Nuestra agenda política era proteccionista y favorecía al empresario nacional ante el extranjero; esto admitió Alfonso Bauer Paiz, al referirse a la Revolución del 20 de octubre de 1944.

De esto se desprende que La Revolución era cómplice de los empresarios proteccionistas, empresarios mercantilistas, o empresaurios que tradicionalmente no han dudado en usar la fuerza del estado para servir sus intereses.  Es decir, que no han dudado en usar al estado para que sus intereses prevalezcan sobre los derechos individuales de todos.  ¡Con razón a los revolucionarios y los empresaurios les incomoda el liberalismo clásico!

El liberalismo sostiene que ni los intereses particulares, ni los intereses colectivos deben prevalecer sobre los derechos individuales.  Sostiene que todos somos iguales ante la ley; y por eso se opone abierta y decididamente contra los privilegios.  Rechaza, por ejemplo, prácticas como el intervencionismo; y lo hace por razones morales, y no por razones meramente utilitarias.

Si usted tiene dudas, échele un ojo a La economía en una lección, por Henry Hazlitt.  En ese manual, aquel liberal genial y en la línea de otros grandes como los liberales Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek, o la objetivista Ayn Rand, tiene un capítulo que se llama ¿A quién protegen los aranceles?, uno que se llama El afán de exportar y otro que se titula La salvación de la industria X.  En los tres, y con su pluma privilegiada, Hazlitt explica por qué es que lo que hacían los revolucionarios, alcahueteando empresaurios, esta mal.  De acuerdo con lo que se acostumbraba, muchos empresaurios hicieron fortuna con prácticas proteccionistas; pero gracias a la ciencia económica y al liberalismo, ya se conocen el daño económico y moral que hacen esas políticas.  Y afortunadamente, más y más herederos de fortunas hechas al amparo del proteccionismo y de los privilegios luchan abiertamente contra ellos.

Por favor, tome usted nota: Los liberales escribimos y actuamos contra el proteccionismo y contra todo privilegio; en cambio, los revolucionarios son cómplices del proteccionismo y se ufanan de patrocinar privilegios.  Los liberales nos oponemos a los privilegios para los empresaurios; pero La Revolución, los multiplicaba.  No se deje engañar; porque quien lo confirmó fue Alfonso Bauer Paiz, uno de los íconos vivientes de La Revolución y ex ministro de Economía y Trabajo del gobierno de Juan José Arévalo.

La foto es de Alfonso Bauer Paiz, durante su intervención en un foro.


15
jul 10

Que no le digan, que no le cuenten…

Entre algunos analistas y columnistas, pero especialmente entre aquellos con formación Marxista, es muy común cometer el error de pintar con brocha gorda. Como crecieron creyendo que la Historia discurre gracias a la lucha de clases, y como de estas sólo hay dos en cada estadio de la Historia (esclavos y amos, proletarios y burgueses, para dar dos ejemplos), sus análisis no les permiten el uso del pincel, ni distinguir matices abismales en la filosofía, en la ética, en la política, en la economía, ni en otros campos del conocimiento y de la acción humanas. Otros que cometen un error parecido -desde otro ángulo del espectro filosófico- son los de formación Kantiana, pero de estos me ocuparé otro día.


Por eso es que los primeros no distinguen entre conservadores y libertarios; y no distinguen entre liberales a la francesa y liberales a la inglesa o liberales clásicos, o entre liberales racionalistas y liberales empiristas; y no distinguen entre libertarios y objetivistas. No distinguen entre capitalismo y mercantilismo. Ellos sólo ven, de una forma maniquea, dos bandos. Aquella limitación metodológica les facilita la arenga; pero la confusión hace difícil una discusión de ideas profunda y enriquecedora.

Vea, usted, el caso de Alvaro Velásquez en su columna de hoy. Velásquez confunde el pensamiento de Friedrich A. Hayek, de orden liberal inglés o empírico, con el conservadurismo. Confusión que es muy injusta y engañosa porque en Los fundamentos de la libertad, el buen Hayek dedica un capítulo entero a explicar por qué es que él no es conservador. Hayek dice, de forma inequívoca, que conviene trazar clara separación entre la filosofía que propugno y la que tradicionalmente los conservadores defienden. Hayek advierte, alto y claro, contra el quietismo de los conservadores. Explica, por ejemplo, que el temor a que operen unas fuerzas sociales aparentemente incontroladas, explica dos características del conservador: su afición al autoritarismo y su incapacidad para comprender la mecánica de las fuerzas que regulan el mercado. En este contexto, uno pude suponer que los conservadores tienen más en común con los tecnócratas y hasta con los socialistas, que con los liberales empiristas, los libertarios y los objetivistas. Virginia Postrel, en una obra riquísima de leer que se llama The Future and its Enemies, sugiere una distinción actualizada en la que llama stasists (por su aversión al cambio) a los conservadores.

Lo que si es cierto es que, durante la Guerra Fría existió una alianza de conveniencia entre los conservadores y los liberales, los libertarios y los objetivistas para enfrentar la amenaza de los totalitarismos marxista, leninista y maoista, por citar algunos. Pero una alianza circunstancial no implica comunidad de principios. Implica comunidad de temores; pero no de principios.

Con respecto a los principios, Hayek explica que el conservador no tiene principios; pero sí tiene convicciones morales muy arraigadas; y que la falta de principios políticos le impiden colaborar lealmente con gentes cuyas valoraciones morales difieran de las suyas, con miras a así, entre todos, estructurar una sociedad en la que cada uno pueda ser fiel a sus propias convicciones.

Por eso es que muchas de las críticas que los analistas y columnistas a los que me refiero en el primer párrafo le hacen al liberalismo clásico (y a otras expresiones de la filosofía de la libertad) -y muchas de las críticas que hace Velásquez- le calzan perfectamente al conservadurismo y uno no puede sin adherirse a ellas; pero no se le aplican, y son injustas, si van dirigidas al liberalismo.

Vistas con un lente que no sea ideológico, las diferencias abismales entre los conservadores y los liberales clásicos, así como las diferencias entre libertarios, objetivistas y otros capitalistas, son fascinantes, dignas de atención y dignas de respeto.

Al lector incauto, Velásquez quiere hacerlo creer que para el pensamiento que el llama libertarista-conservador no existe el estado, sino sólo los individuos. Lo cual no tiene pies ni cabeza porque uno no es excluyente de los otros, ni viceversa. De hecho, Hayek escribe Los fundamentos de la libertad, ¡precisamente! para sugerir cómo debería estar organizado el estado para proteger los derechos de los individuos y la igualdad de todos ante la ley. ¿Qué sentido tendría escribir un libro sobre aquel tema, si se cree que el estado no existe, es nada, o no es digno de tomar en serio. Ludwig von Mises, otro grande de la libertad, en su obra Liberalismo es clarisisisisimo al advertir que el liberalismo en nada se parece al anarquismo y señala que un estado fuerte es necesario porque la amenaza de la fuerza, por desgracia, ha de gravitar constantemente sobre quienes pretenden alterar la cooperación pacífica entre los seres humanos. Tiene que haber un poder suficiente como para controlar a los que no se muestran dispuestos a respetar la vida, la salud, la libertad, y la propiedad de los demás. ¿De dónde, y con qué propósitos, saca Velásquez que para los liberales no existe el estado? ¿A qué liberales leerá Velásquez?

Y así se puede ir uno analizando una a una la lista que compara el columnista y que pretende hacer pasar como creíble. Dice, por ejemplo, que para los liberales no existen los grupos indígenas, sino sólo los guatemaltecos. Dice que para los liberales no existen los géneros, sino sólo personas capaces. ¿De verdad cree, Velásquez, que los liberales no distinguen entre quichés, cackchiqueles, mames, tzutuhiles, y otros, así como entre chinos, europeos, africanos y otros? Lo que si es cierto, es que para los liberales, no importa si no es quiché, hawaiiano, o de Zacapa, lo cierto es que todos, todos, todos, sin distinción étnica tenemos los mismos derechos individuales y debemos ser iguales ante la ley. E igual cosa pasa con el género, con la preferencia religiosa, o con el grupo social con el que se tengan cosas en común.

Otras filosofías sostienen que los derechos no deben ser los mismos para todos, y que la ley debe distinguir entre étnias, géneros, religiones, clases sociales y otras formas de separar y dividir a los individuos en grupos. ¡Pero esas filosofías, no son las de la libertad! Seguro que Velásquez sí sabe qué filosofías son estas, pero para muestra van dos: el nacionalsocialismo y el socialismo científico.

Como dicen en las ferias: Que no le digan, que no le cuenten, porque a lo mejor le mienten. Con el mayor de los respetos, le solicito a los columnistas de formación marxista que hagan un esfuerzo por discutir ideas con la profundidad que merecen. Así, todos disfrutaríamos más de las discusiones.

23
feb 10

Carlos Fajardo y sus inquietudes sobre ProReforma

En el contexto de mis artículos sobre ProReforma, el lector, Carlos Fajardo pregunta que, cuando hablo sobre privilegios, concretamente, ¿a qué me refiero? Pues bien, un privilegio es una prerrogativa, o una exención que tiene su origen en una ley particular (o ley privada y de ahí su etimología). Por su naturaleza, los privilegios no son para todos en general, sino para unos en particular. Los privilegios son discriminatorios y excluyentes porque le les dan a unos, y no a otros. Se oponen, pues, a la igualdad de todos ante la ley. Donde hay privilegios no hay igualdad de todos ante la ley y, por lo tanto no hay estado de derecho. Lo que hay es estado de arbitrariedad. Por eso es que los privilegios son repugnantes.

Fajardo señala que así como suena, los niños, embarazadas y en general la gente pobre y no tan pobre que usa los servicios públicos basados en los impuestos de todos, son un sector privilegiado. Y Fajardo tiene razón. Todos aquellos que usan, o usamos servicios por los cuales aparentemente no pagamos; pero que están a nuestra disposición porque otros han sido forzados a pagar por ellos, podríamos parecer privilegiados. Empero, esos servicios están ahí para ser usados y son parte de las reglas del juego y de las condiciones dadas. Sería absurdo rehusar su uso. Lo malo no es jugar de acuerdo con las reglas del juego dadas; lo malo es pedir los privilegios, perpetuar el sistema de privilegios, y no hacer nada para acabar con esas desigualdades.

Lo cierto es que todos pagamos impuestos. ¡Todos! Unos pagan más y otros pagan menos. Unos pagan directamente y otros…los más pobres, pagan con falta de oportunidades. El dinero que los que pagan más no invierten en más fábricas, más comercios, más fincas, y más empresas, porque tienen que entregárselo a los políticos para que luego lo redistribuyan, es el dinero que sirve para satisfacer las demandas de los grupos de interés que viven del presupuesto del estado y ahí se diluye en corrupción, mala administración y desperdicio. Los más pobres pagan impuestos de la forma más cruel, porque lo hacen en términos de subempleo, y de desempleo.

Un profesor al que respeto mucho escribió una vez que el amor por la libertad es el amor por los otros; y esa frase se me viene a la mente cuando pienso en el tema que Fajardo trajo a este espacio. Actualmente, como los políticos tratan con los niños, las embarazadas y los pobres es que los hacen hacer cola, los hacinan, los humillan, los someten a privaciones en hospitales sin medicinas, en escuelas sin escritorios, o en sistemas de seguro social que sólo sirven para el enriquecimiento ilícito de quienes los administran. Y, por si eso fuera poco, los someten a la dependencia no sólo perpetuando el sistema de miseria y de falta de oportunidades, sino que acostumbrándolos a recibir lo que ha sido tomado de otros por la fuerza.

En un sistema de libertad, la mejor política social es un buen empleo. En un sistema de libertad, la idea es que las personas puedan pagarse el médico, la previsión social, el colegio, la casa y todos lo demás con el salario que reciben, o con las ganancias que obtengan. Que no tengan que depender de caprichos políticos, ni de la expoliación, ni conformarse con pitanzas. Pero para eso es inevitablemente necesario que en la sociedad haya ahorro y formación suficiente de capital. Para eso es necesario que abunden más las ofertas de trabajo, que los trabajadores en busca de empleo. Para eso es necesario que el dinero de las personas no sea desperdiciado por políticos y funcionarios venales e ineptos.

Y, ¿qué pasa con los más, más pobres y vulnerables? Pues en una sociedad próspera, es más fácil y más posible que abunde la benevolencia. Los individuos ricos, en las sociedades más ricas del planeta, son los que más contribuyen a todo tipo de obras de benevolencia no sólo en sus propios países, sino que alrededor del globo. Mientras más riqueza tiene la gente (aún entre la clase media más modesta), más tiene para compartir con otros. Y si esas obras de benevolencia no están en las manos de los políticos y burócratas que constantemente criticamos por sinvergüenzas e incapaces, pues tienen más posibilidades de beneficiar, de verdad, a aquellos que más las necesitan. ¿Quién que puede no tiene una obra de benevolencia favorita?

No estoy de acuerdo con que tengamos que aceptar inevitablemente eso de que los diversos grupos intenten promulgar leyes que los beneficien, como dice Fajardo. Creo que esa resignación es parte de la raíz del mal y que hay que acabar con ella cuanto antes. Todos los males que nos trae ese fatalismo no se componen multiplicando los privilegios, ni perpetuando la competencia por beneficios particulares a costa de los demás. Opino que –aunque no lo hagan ni en Inglaterra, ni en los Estados Unidos de América– lo hagamos nosotros. ¡Acabemos con los privilegios y con la exclusión que generan! Probemos con un sistema que favorezca la creación de riqueza (que es lo contrario a la pobreza). Confiémosle a la benevolencia y a la voluntariedad, lo que ahora hacemos por la fuerza y de forma arbitraria.

Fajardo cree que sólo los ricos podrán ser electos para el senado porque cree que sólo ellos podrán tener la publicidad necesaria para conseguir votos; pero si eso fuera cierto, también lo sería en cualquier sistema que dependiera de contribuciones voluntarias para las elecciones. La experiencia, sin embargo, nos dice que los que tienen poder económico les reparten dinero a todos; y si continúa el sistema de privilegios, lo que ocurre es que le reparten más a aquellos que les pueden garantizar sus privilegios, si es que sus fortunas dependen de aquellos Lo que sería interesante, don Carlos, es que nos contara cuál es la opción frente a las donaciones voluntarias, sin recurrir al uso de la fuerza para extraer fondos de los tributarios y redistribuirlos entre los políticos. Esto es porque creo que deberíamos desterrar el uso de la fuerza en todas nuestras relaciones sociales, y especialmente en las relaciones políticas.

Fajardo habla de los que tienen poder económico y de los ancianos de la misma forma en que los economistas clásicos se planteaban aquello de que por qué es que valen más los diamantes que los panes. No hay tal cosa como los que tienen poder económico, ni los ancianos, como no hay tal cosa como los diamantes y los panes. Hay estos ricos o este rico y estos ancianos o este anciano; de la misma forma en que hay estos diamantes y estos panes, aquí y ahora. Si se colectivizan este tipo de planteamientos –y no se reconocen las diferencias y las preferencias individuales, espaciales y temporales de los individuos– es como tratar de pintar La Gioconda con brocha gorda. De verdad no creo que alguien serio diga que las personas mayores tengan más valor que las de menor edad, ni que los ancianos no se equivoquen. ¿Qué de bueno puede salir de criticar a ProReforma usando estas generalizaciones inútiles, y de criticarla por lo que no dice? El supuesto en el que se basa esa propuesta es el de que las personas mayores de 50 años –si son bien escogidas, como uno escogería si sólo va a tener una oportunidad de hacerlo en la vida– van a tener más experiencia que las personas más jóvenes, y van a tener más ejecutorias de vida demostradas. ¿O no?

Finalmente voy a decepcionar grueso a Fajardo –que ha militado en las Fuerzas Armadas Rebeldes y en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca–porque resulta que aunque no soy randiano, Ayn Rand sí es una de mis filósofas favoritas y tengo un respeto profundo por la ética objetivista. Y lo que definitivamente no soy, ni por asomo, es neoliberal. Más bien soy liberal clásico o libertario. Para ilustrar el asunto se los pongo así: Los neoliberales favorecen los tratados de libre comercio, en tanto que los de mi persuasión preferimos la apertura unilateral de fronteras y la eliminación de aranceles; los neoliberales recomiendan el flat tax, mientras que los míos recomiendan el poll tax; los neoliberales apoyaron la dolarización, en tanto que los liberales y libertarios nos decantamos por la libre elección de monedas y por el oro; los neoliberales privatizaron monopolios, mientras que nosotros optamos por liberar mercados y por permitir que la gente pudiera elegir; los neoliberales siguen las recomendaciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, en tanto que los otros preferimos que cierren esas dos organizaciones.

¿Por qué? Porque el liberal clásico o libertario tiene como principios el respeto de los derechos individuales de todos, y la igualdad de todos ante la ley. No por cuestiones utilitaristas, sino por razones éticas.

Si a los chapines se nos niega la oportunidad de cambiar el sistema y de acabar con los privilegios, una vez más nos dejará el tren.


7
ene 10

Doce "clichés" para meditar urgentemente

Nuestro nivel de vida se hunde al paso que nuestros países porque no somos eficaces. Y no damos en la tecla porque vivimos presos de clichés o frases hechas muy equivocadas, que repetimos sin pensar, y nos inhabilitan. Pensamientos que nos sacan del juego y he aquí algunos ejemplos:

1) Aquí va a pasar algo, decimos, tiene que producirse una reacción. Pero el principio físico de acción y reacción no rige en la sociedad humana. Si dejamos de hacer lo que debe hacerse, o lo hacemos mal, de modo inapropiado o extemporáneo, sencillamente no va a pasar nada. O va a pasar algo peor, porque en la sociedad sí rige el principio de creciente entropía, o desmejora progresiva ante la inacción. Las reacciones se producen; pero no solas. Y las oportunidades también se producen.

2) Es que tenemos que tocar fondo. Otro error porque la sociedad no tiene fondo, porque no es una piscina, ni un baúl. Muchos clichés son meros justificativos de la pereza: Esperemos a tocar fondo… cruzados de brazos.

3) Tiene que haber un cambio. Pero un cambio no se hace solo; y además puede ser para peor; y de hecho el comunismo nos amaneció tras la promesa de un cambio. ¡Y vaya cambio! Pero cuando aprendemos que un cambio no es suficiente, y debe ser para mejor, ya tenemos la soga al cuello.

4) Y ya apretada la soga decimos: ¡Tenemos que hacer algo! Pero algo no basta, porque puede ser algo inútil, ineficaz, impropio, imprudente, irracional, tal vez injusto e inmoral. Y cuando hacemos algo, no es contra el sistema, sino contra algún abuso de algún representante, y contra esa persona. Protesta contra el cierre de una televisora y por los estudiantes en Venezuela, contra un reglamento electoral tramposo y por la autonomía departamental en Bolivia, o contra los impuestos a los productores de soja y por el empresariado del campo en Argentina, o por la muerte de un abogado y la de un empresario y su hija en Guatemala.

Nuestra debilidad impide que constituyamos una fuerte corriente de opinión a favor de la prosperidad y del libre mercado, que es la única vía para conseguirla. E impide que formemos un partido o varios para expresarla y respaldarla. De esa manera los socialistas ganan las elecciones y se hacen con el poder. Y una vez con el poder en la mano, los socialistas se comportan como tales: mienten, roban y abusan. Cómo esperamos que se comporten?

Lo que hacemos luego es protestar, quejarnos y marchar en señal de repudio por tal o cual abuso en particular. Porque somos incapaces de elevarnos mentalmente, del plano de los hechos circunstanciales al fondo de las cuestiones, de razonar sobre principios. Rechazamos las abstracciones…y por eso no somos luz para el mundo.

5) A la propuesta de libre mercado decimos Todos los extremos son malos, como si fuesen igualmente malos la salud y la enfermedad, la locura y la cordura, la sabiduría y la ignorancia. O en esa misma vena decimos Todos los dogmas son malos, como si todo principio fuese un dogma, y debiese rechazarse por el mero hecho de ser un principio, con lo que seguimos en la política sin principios, en el cambalache de siempre por los puestos públicos.

6) Cuando se discute y se critica, alguien dice: No seamos negativos; otro cliché, que se opone al pensamiento crítico y lo anula. Así se nos imposibilita rectificar, y por tanto avanzar.

7) Todos tenemos derecho a opinar. Pues sí; y todo el tiempo opinamos de todo. Pero las opiniones no tienen igual valor: no es lo mismo una opinión fundada que otra sin base. No es cierto que Todas las ideas son respetables porque muchas ideas son dañosas, perversas, criminales, si bien las personas que las sostienen son respetables, hasta que las ponen en práctica.

8) Nadie es dueño de la verdad, el cliché relativista. El relativismo es la filosofía que reina hoy en la Posmodernidad. En sus distintas formulaciones -más fuertes o más débiles- el relativismo niega la existencia de verdades objetivas, o de verdades trascendentes, absolutas e incondicionales, universalmente válidas. O en todo caso niega la posibilidad de buscarlas, conocerlas, entenderlas y expresarlas (escepticismo).

El relativismo se liga al irenismo: en nombre de la paz y la armonía se suprime la discusión y se acalla la verdad. Eso nos angosta la perspectiva, nos quita los principios, nos destruye los valores, y nos condena al conformismo y a la pasividad. Nos estanca y atrasa porque nos impide el progreso intelectual, económico, político; y aún moral, porque sirve de acomodaticia justificación a toda conducta.

9) El problema es muy complejo… dice el cliché que los expertos repiten con voz engolada y cara de profundos …y la solución debe ser integral; ¡otra frase hueca! Pero es que todo problema luce muy complejo hasta que se entiende y se halla la respuesta. Si le dicen que “el problema es muy complejo” lo que significa es Hasta ahora no he podido hallar la solución. Dígale: OK siga buscando amigo, y avise si la encuentra. Y la solución para todo (integral), no la hay.

También decimos El cambio tiene que empezar por adentro, en el interior de cada quien. Es muy probable, pero ¿cuáles cambios? Si hay leyes malas e instituciones pésimas, nada ganamos con cumplirlas y obedecerlas. Y si crean perversos incentivos para el mal comportamiento, se hace un círculo vicioso: ¿el huevo o la gallina?

10) El socialismo es bueno en teoría. ¡Qué disparate! Si siempre trae pobreza, casi siempre sangre y muerte a raudales, y jamás funciona como se supone, ¡entonces es una pésima teoría!

11) Todas las teorías son buenas. ¡No! Hay teorías buenas, regulares y malas. No todas las teorías son verdaderas: realistas y objetivas, racionales y éticas. Pero no siempre lo admitimos de las teorías, ni de las opiniones.

Por eso opinamos con ligereza, y confundimos opinión con saber. Aceptamos acríticos cualquier cosa que digan por la Prensa. O la Internet. No siempre nos documentamos, ¡mucho menos aún investigamos las fuentes! Opinamos sin hacer las debidas preguntas, ni conocer los puntos de vista y cursos de acción posibles, los argumentos en pro y en contra. No tenemos la paciencia de rastrear antecedentes históricos a fin de ganar perspectiva. Decidimos sin pensar, y pensamos superficialmente.

12 ) Y por fin, nos agrade o no, los cursos de acción que producen los resultados buscados y los cambios para mejor, son políticos. No hay más remedio. ¡Ah pero La política es sucia! dice el gran cliché. Y si no: ¡Política sí; partidos no! Ese sí es ridículo. No hay alimentos sin fincas, economía sin empresas, o fútbol sin balón. No queremos dictaduras, ¡pero queremos democracias sin partidos! ¿Cómo saldremos entonces de la crisis.


Gracias a Alberto Mansueti, autor de Las Leyes Malas, por estos párrafos que me he tomado la libertad de adaptar (sin consultarle).


1
may 09

Conozca a Manuel F. Ayau

Conozca, usted, a Manuel F. Ayau. Muso es es un héroe contemporáneo, un campeón de la libertad y un caballero. Yo lo quiero, lo admiro y lo respeto mucho. Es uno de los principales promotores del proyecto de reforma constitucional ProReforma; y es rector emeritus de la Universidad Francisco Marroquín.  También es uno de los fundadores del Centro de Estudios Económico-Sociales.

Esta entrevista fue transmitida por Libertad Digital, el año pasado, cuando fue a España para recibir el Premio Juan de Mariana.  

20
abr 09

La humildad ante el conocimiento, y los aprendices de brujo

En 1959, en un ejercicio de humildad admirable, Friedrich A. Hayek escribió que todas las teorías políticas dan por sentado que la mayoría de los individuos son muy ignorantes.  Aquellos que propugnan por la libertad difieren del resto en que se incluyen a sí mismos entre los ignorantes e incluyen también a los más sabios…encontramos que, aunque usualmente no nos demos cuenta de ello, todas las institucionesde la libertad son adaptaciones a este fundamental hecho de la ignorancia para enfrentarse con posibilidades y probabilidades, no con certezas.

De estos párrafos me acordé, cuando leí que Aldo Abram, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina, al referirse a los economistas, dijo que la mayoría de mis colegas piensan que cuando sle recibieron de licenciado en Economía, también se recibieron de licenciados en Dios; y explicó que no existe una receta contra la crisis.
La mayoría de economistas cree en recetas mágicas, añadió Abram; cuya opinión no es compartida por economistas como Alan Cibilis que cree que quienes dicen que no hay recetas, es porque se les acabaron las ideas.  
Comparto con Abram la idea de que quienes escriben las recetas son los que crearon la crisis actual, precisamente por lo que dice Hayek.  Esos economistas y esos políticos que andan por ahí diseñando planes; regulando todo lo que se mueve y todo lo que no; midiendo, pesando, tasando y calculando; esos ingenieros sociales que creen que la sociedad y el mercado se pueden fabricar a su gusto; desconocen, o hacen como que desconocen que aunque el uso de la razón apunta al control y a la predicción, los procesos del progrso de la razón descansan en la ibertad y en la impredicción de las acciones humanas.  Ignoran, también, que si bien es cierto que el progreso es consecuencia de la acción humana, ciertamente no lo es del designio humano.
En medio de la crisis, sólo los dioses, los aprendices de brujo y la húbris de los economistas a los que se refiere Abram se atreven a caso omiso de las advertencias de Hayek.  Si a usted le interesa este tema, he aquí una muy buena conferencia sobre la humildad ante el conocimiento y su relación con la economía.


Digg!


11
nov 08

El amor por la ignorancia de la ciencia económica, por Paco Capella

El amor por la ignorancia de la ciencia económica, el papel de la Escuela Austríaca en el conocimiento de aquella ciencia, los límites del conocimiento, la búsqueda de mejores modelos, la imposibilidad del funcionamiento del socialismo, la función del gobierno y otros temas, fueron abordados en esta conversación con Francisco Capella.  
Lo he conocido la semana pasada, ¡y es genial! Me impresionaron mucho su consistencia y su energía.  Paco Capella es director del área de Ciencia y Etica en el Instituto Juan de Mariana.

25
sep 08

El socialismo en crisis

La Izquierda y la socialdemocracia europeas enfrentan una crisis de indentidad. Lo irónico es que mientras allá están empezando a pagar las consecuencias del socialismo y están buscando cómo enderezar el camino, en lugares como Guatemala la dirigencia nacional todavía está viendo cómo le hace para hacer avanzar más aquella forma de colectivismo.

Al referirse a la Izquierda y a la socialdemocracia, este artículo de Le Monde (en francés), dice que su enfermedad consiste en una pregunta: ¿Cómo puede la Izquierda conservar al mismo tiempo su ideologia y su genio propio -la creación del estado benefactor, la justicia social, la redistribución de la riqueza-e integrar una economía de mercado sacudida por la globalización y las migraciones internacionales?

Y añade: El liberalismo ha creado riquezas como nunca antes habian sido vistas en la humanidad, mientras que todos los sistemas planigicados han llevado a la penuria y al autoritarismo.

Gracias a mi amigo, Constantino, por la pista.


20
abr 08

Tres libertarios en el dial

Mis amigos Marta Yolanda Díaz-Durán, Jorge Jacobs y Estuardo Zapeta están en la portada de Siglo Veintiuno, de hoy. Tres libertarios en el dial, se llama el reportaje sobre este trio y sus aventuras en la radio. Puede escucharlos en http://www.radiopolis.info/; y en 100.9 F.M.

“En los doce años de conocerse, los tres han extendido sus conocimientos a la filosofía, las leyes, la seguridad, la antropología y la política, y han aprendido a actuar, motivando de paso la reacción y participación de los ciudadanos”, dice el reportaje por José Luis Escobar.”
.
Felicitaciones a estos tres monos sabios cuya empresarialidad, joie de vivre y compromiso con la filosofía de la libertad los han puesto en un lugar preferencial entre los radioescuchas.

22
jun 07

"La guerra es un programa del gobierno"

En una entrada anterior, un lector de este espacio pretende hacer pasar a la guerra en Iraq como un “producto” del capitalismo, del mismo modo en el que los 100 millones de muertos por el comunismo son consecuencias de aquella ideología.

Sheldon Richman, un liberal reconocido, explica que La guerra es un programa del gobierno (en inglés), aquí van un par de párrafos, pero el artículo completo, enlazado en este párrafo, de verdad pone las cosas en perspectiva.

“June 1 is the 227th anniversary of the birth of Carl von Clausewitz, the influential Prussian military theorist and historian. Clausewitz is best known for writing in his book, On War, War is not merely a political act, but also a real political instrument, a continuation of political commerce, a carrying out of the same by other means.

These words come to mind whenever I hear conservative enthusiasts for the Iraq occupation complain about political interference with military operations. They don’t understand the most basic fact of war: it is a government program. So why aren’t people who claim to be suspicious of other government programs suspicious of war? I can see only two reasons, neither of them flattering: power lust or nationalistic zeal”.


18
jun 07

Marcela también es liberal

Leo la columna de hoy, de Marcela Gereda, titulada Aquí y ahora; y leo su columna anterior titulada Instrucciones para desconstruir los mitos de los Chicago Boys. En medio de todo, puedo suponer que a Gereda, como a mí y como a todos los liberales chapines que conozco, no le gusta el modelo colonial y semifeudal que hay en Guatemala; y que tampoco está de acuerdo con la economía proteccionista. Me identifico con su consejo de apostarle a la humanidad.

Puedo suponer que ella estaría de acuerdo con una sociedad de personas libres en la que se respetaran los derechos de todos por igual, sin importar étnia, sexo, religión, y/o edad, por ejemplo.

Puedo suponer, por eso, que la colega columnista también es liberal; sólo que no lo sabe. Marcela confunde liberalismo con neoliberalismo (el del Banco Mundial, y el del Fondo Monetario Internacional, por ejemplo). Confunde liberalismo con mercantilismo (el de los empresaurios, por ejemplo). La inconsistencia de estas perspectivas debe ser lo que incomoda a Marcela. Y tiene razón. Esa economía mixta y ecléctica que se parece más al socialismo, que al liberalismo, es como para crisparle los nervios a cualquiera.

Estoy con Marcela: lo que hay que hacer es eliminar todos los privilegios. Lo que hay que hacer es fortalecer el estado de derecho. Lo que hay que hacer es que todos seamos iguales ante la ley. Lo que hay que hacer es acabar con la arbitrariedad. Lo que hay que hacer es respetar la dignidad humana y apostarle a las personas.

Marcela tiene razón al observar que el aquí y el ahora es importante; pero me atrevo añadir que el mañana tambíen lo es, y que si bien la realidad nos pesa y nos ahoga aveces, no está de más soñar e idealizar cómo podría ser una sociedad mejor. El liberalismo es acerca de eso. La filosofía social que estudiamos algunos, no es sobre el ser (para eso están la sociología y otras disciplinas), sino sobre el deber ser. El liberalismo no parte de una sociedad libre e igualitaria, sino que aspira a ella. No la persigue por la fuerza, eso sí; y entiende que una sociedad es diferente a una fábrica, una finca, o un kibutz.

Para eso, y para el bien común, que es el bien de todos y no sólo el bien de la mayoría (o de la minoría), me uno al reto de Marcela en cuanto a romper con la lógica excluyente. Mi aportación es: Libertad e igualdad de todos ante la ley.

Si tan sólo estuviéramos de acuerdo en eso…

Si a usted le interesa saber cuáles son sus tendencias filosófico-políticas, le recomiendo que haga este test; en inglés.

La ilustración la tomé de La birra de hoy


2
mar 07

La realeza: ¡A la Hola!

En siglos pasados el liberalismo clásico hizo posible el éxito de la lucha contra los privilegios de la aristocracia y de la realeza. Gracias a esa corriente filosófica la realeza está relegada a protagonizar las páginas de la Hola; y no a otras cosas más importantes.

Pensaba eso al leer que el príncipe Carlos, de Inglaterra, promotor del Estado Niñera, sugirió que la comida de Mc Donald´s debería ser prohibida. Esto confirma que el inbreeding no es una práctica saludable. Es bueno que la realeza esté confinada a las revistas del corazón.

La foto es de The Age.










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