La voluntad del gobierno de Óscar Berger de frenar el cultivo de amapola y mariguana en las montañas de San Marcos no puede ponerse en duda. Las acciones de la fuerza pública, en labores combinadas de los ministerios de la Defensa y de Gobernación, han sido constantes. Desde el año 2005, la destrucción de cultivos ha ido en incremento y se contabiliza más de 102 millones de plantas inutilizadas, lo que supone pérdidas considerables para quienes trafican con la mariguana y con la materia prima para obtener morfina. La constancia en la ejecución de estos operativos se convierte en la única posibilidad del Estado para disuadir a los traficantes de estupefacientes de sentar permanentemente sus reales en esa zona del país. Es obvio que las fuerzas de seguridad carecen de la información necesaria y los métodos apropiados para apresar a quienes promueven estos cultivos. De ahí que resulte esencial actuar recurrentemente en la zona.

En cambio, constrasta que la fuerza pública muestre muchas mayores dificultades para abordar la lucha contra el tráfico de droga, que utiliza al país como puente para trasladar estupefacientes hacia México, en ruta a Estados Unidos. Las bajas incautaciones de cocaína alcanzaron su peor momento en el año 2006. La droga decomisada a los traficantes durante el año pasado apenas llegó a sumar el 5 por ciento de lo que se había logrado incautar en 2005.

Esto no parece ser casual, sino la consecuencia de la falta de una apropiada coordinación en las autoridades encargadas de la lucha contra el narcotráfico.

La Secretaría de Análisis e Información Antinarcóticos y la Fiscalía de Narcoactividad del Ministerio Público se contradicen entre sí respecto a quien debe liderar los esfuerzos. Y parece obvio que la Secretaría, una dependencia de la Policía Nacional Civil, carece de los cuadros profesionales para desarrollar su labor con éxito en este momento. Por ahora, sólo se conducen investigaciones orientadas a detener a modestos distribuidores de droga. Mientras tanto, los grandes carteles que se reparten el territorio nacional cual parcelas propias se esfuerzan por copar el poder administrativo y político de las zonas bajo su dominio.

De poco sirve mantener la constancia de la lucha en la frontera con México si se abandona la integralidad de la campaña antinarcóticos.