No son pocas las veces que me ha movido a risa y han sido varias las veces que los argumentos utilizados por Bill Maher, me han dado material para meditar. De él he visto trabajos como la película “Religulous” —un interesante documental que hace recorrido por varias religiones/creencia, planteando cuestionamientos a distintos líderes de las mismas—, varios shows de comedia, y su programa “Real Time With Bill Maher”, del cual disfruto, en especial, su sección “New Rules” que hace broma y/o crítica sobre cualquier tema. Regularmente no es más que un chiste de unos segundos, pero en ocasiones selecciona uno de ellos para desarrollar el asunto de forma un poco más extensa y meticulosa. No tengo empacho en decir que me gusta el trabajo de Maher, no obstante que muchos lo insultan y toman por un pelmazo (utilizan otras muchas palabras que no vienen al caso) o que en ocasiones no esté de acuerdo con las cosas que plantea.
Hace algún tiempo, en su sección sacó una “New Rule”: que dice: “Libertarians have to stop ruining libertarianism” (Los libertarios deben dejar de arruinar el libertarianismo”. Divertido como suele ser, Maher se manda una sarta de absurdos que dan risa pero que carecen de fondo. De entrada, cualquier intento de trabajo serio en donde se confunda objetivismo con libertarianismo, deja mucho que desear. Colocar la fotografía de un libertario haciendo pesas no es un argumento válido. Pretender que los libertarios están en contra de la colocación de un semáforo porque: “Cómo se atreve el gobierno a decirme cuándo puedo y cuándo no puedo cruzar”, es tan risible, como la insípida sonrisa que emana de uno tras escuchar por primera vez aquello de “por qué cruzó el camino la gallina” —si alguien se pasa horas riendo de ello, lo del semáforo seguro da para horas también.
La imagen que acá comparto (que de nueva tiene poco) la conocí de forma diferente. A la izquierda en lugar de igualdad decía justicia, y a la derecha en lugar de justicia decía privilegios.
Leí un argumento que decía que los libertarios siempre utilizan el Libre Mercado como solución para todo, pero que el mismo no es suficiente, porque los recursos no alcanzarían para garantizar a todos la vida de un estadounidense promedio. No entraré en detalle de números, ni en el sinsentido que existe en pensar que todos los seres humanos debemos o siquiera anhelamos el mismo tipo de vida para todos —una de las principales características de nuestra raza es precisamente el hecho de que somos distintos—. Mas bien quiero hacer hincapié en lo que el Libre Mercado ofrece, y esto es: un sistema más justo.
Vamos a suponer que eres un programador, pero no un programador cualquiera, eres de lo mejor que existe. Sales al mercado a trabajar y competir y te encuentras con que el sistema de precios no te parece justo. Tu querías cobrar por determinado trabajo US$3000 porque sabes lo que ese trabajo es, sabes cómo hacerlo, el tiempo que te llevará y la complejidad de todo cuanto aprendiste para entregar un resultado de calidad. Aparte de eso estarías conforme con que te pagaran ese dinero por el tiempo que invertirás en realizar el programa y crees que es el precio necesario para que con ese y otros trabajos puedas sostenerte a ti y a tu familia (en el ejemplo asumimos que la tienes). Pero fuera hay gente cobrando US$1500 y, ¡horror!, hay otros que solo cobran US$400 por el mismo trabajo. Pensarás que es injusto, que eso arruina el negocio, que no hay quién se pueda mantener con esos costos. Pero resulta que hay alguien que sí puede, ya sea gente que sacrifica horas de recreo por trabajar, gente que se organizó de distinta forma o personas que invierten mucho capital, para tener mucha gente, lo que les da para realizar muchos trabajos y con ello, cubrir los costos de operación y sacar ganancia. Quizá pienses que no es lo mismo, porque tu conoces la calidad y el cuidado que pones al trabajo que realizas. Clamas injusticia y pides al gobierno que intervenga.
Papá gobierno te escucha y cree en ti. Dispone entonces que el precio de ese trabajo no va a ser de US$400 ni de US$3000, hace un estudio y determina que se deben pagar US$2000 y que nadie puede cobrar ni más ni menos de eso.
Es muy probable que los trabajos de US$400 no tuvieran la calidad de lo que tu entregas, pero el gobierno ha decidido darle un cajón de madera a peores trabajadores que tu, para alcanzar la mal llamada justicia. Dirás que no hay problema, porque tu trabajo es mejor y el cliente se dará cuenta, por tanto tu negocio marchará bien.
Tenías razón, a ti te va bien y al resto no tanto. Qué injusticia, clamarán varios. Ha de ser que él (tu) tuvo más oportunidad de prepararse, le facilitaron fondos o tiene conectes. Pocos hablan de lo bueno de tu trabajo. El Gobierno escucha y acepta que tiene que haber justicia. Ahora no regula los precios, ahora interviene la producción. Serán ellos quienes asignarán los trabajos a los distintos programadores que se registren. Así todos trabajaran lo mismo y ganaran lo mismo. No importa que el trabajo no sea de la misma calidad, ni el esfuerzo invertido sea igual. Ellos siguen buscando esa mal llamada justicia. (No, ahora no hablaremos de la cantidad de “favores” que los trabajadores públicos pueden realizar para hacerse de más ingresos, eso es mercantilismo y se da independientemente del sistema.)
En efecto, el gobierno ha dado más cajones a esos “pobres” que eran menos favorecidos que tú. Ahora todos, según ellos, pueden ver el partido de Base Ball. Pero no es cierto, tu esfuerzo extra de nada te vale, serás un programador más con pocas aspiraciones de hacer crecer a tu empresa como premio a tu entrega y dedicación.
El Libre Mercado es más justo porque no es alguien (gobierno) quien decide cómo han de ser las cosas, es el mercado mismo. Quizá había alguien dispuesto a pagar los US$3000, o quizá algo menos. Quizá pudiste reorganizar tu negocio para bajar costos o añadir algún tipo de servicio a tu producto para ganar mercado. Las empresas quieren buenas cosas (la mayoría) no trabajos mediocres.
La verdadera justicia es no dar ventajas a unos sobre otros; es garantizar que todos tengan la misma oportunidad de crecimiento; es no intervenir ni en la forma de actuar, ni en el premio que has de alcanzar. En el peor de los escenarios, quizá no te convenía ser programador, pero el Libre Mercado te brinda la oportunidad de competir en muchas otras áreas, quién sabe, después de todo se trata de satisfacer necesidades de las personas y esos satisfactores son muchos.
El Libre Mercado no está pensado para desaparecer la pobreza, su objetivo es premiar el esfuerzo y garantizar que todos puedan moverse del lugar en donde están, porque, no te engañes, existe gente conformista que no tratará de hacer su propio cajón o de acumular piedras para poder ver, se quedan esperando y, peor aún, exigiendo cajones.
Luego vienen varias consecuencias, como el hecho de que al hacer empresas y hacerlas rentables, éstas darán más empleo, mejorando las oportunidades de crecimiento y eventual independencia de los trabajadores, etc. Pero ese tema, aunque lo he tratado, lo dejo para otro momento.
Es bueno no dejarse influenciar o guiarse por la emotividad. Claro que si todos pueden ver el partido de Base Ball pues, qué alegre, después de todo a quién le hace daño que todos vean. Pero el mercado no se trata de ver, sino de aprovechar las oportunidades, porque un negocio hecho contigo, es un negocio que no se hace con otro… las oportunidades son (deberían de ser) para quien las aprovecha. También hay que tener en cuenta que las personas nos equivocamos.
En ocasiones podemos cometer errores, decir alguna incoherencia o representar mal una idea, eso no hace inválido al concepto per se o a alguna idea que se tenga. No hay que cometer el error de Maher de generalizar, o el de desacreditar un concepto por la persona, y mucho menos el de confundir o no entender conceptos.
Saludos
PS. El Ejemplo citado puede tener infinidad de aristas, pero el principio es el mismo: el control limita el campo de acción, la libertad de competir premia el esfuerzo y la creatividad.