De mi cuate Manuel, recibí la siguiente historia que vale la pena compartir y comentar:
“Ayer almorcé en Chichicastenango, en la imponente nación Quiché, con una familia de ladinos que ha vivido allí por muchas generaciones. Ellos alojan en su casa a médicos y odontologos que hacen sus practicas o ejercen por aquella región. En algun momento de la platica surgió el tema del programa de gobierno: Mi Familia Progresa.
Si vieras Manuel, a la par de donde les están dando los 300 Quetzales montan cantinas y los inditos se matan el pisto allí, eso no lo saben los de la capital. Alli es donde se van tus impuestos.
En el almuerzo estaba una Doctora que autoriza que las familias necesitadas reciban la
ayuda gubernamental. Si vieras, cuando vienen acá los doctores vienen con ideas socialistas. Pero al mes ya no piensan igual me decía la misma señora relatandome como estos doctores son amenazados por esas familias si no les autorizan recibir los Q300. A veces los pagos se atrasan 2 meses y les toca Q600 de un solo, todo se lo chupan en una sentada.
Me parece espeluznante los terribles efectos que pueden tener las políticas gubernamentales de regalar el dinero ajeno. Dinero que por cierto fue arrebatado coercitivamente de actividades productivas.
Mas allá del debate de los impuestos voy a darle el beneficio de la duda a quienes dirigen este programa en el gobierno de Álvaro Colóm, y como se que no nos devolverán ese pisto, los invito a que re consideren el programa ya que a quienes están dañando mas no es a los contribuyentes. Los mas fregados son estas familias que ahora adicional a la pobreza y la desnutrición de sus hijos tendrán que lidiar con el alcoholismo de sus padres de familia.
Uno se esfuerza por educar a sus hijos, pero estan creando un montón de gente que ahora solo pone la mano para recibir y si no recibe te insultan y atacan, terminó la señora”.
Leída la historia que escribió Manuel, yo no juzgo en qué se gasta la gente el dinero que recibe, ni creo que todos se gasten la plata en chupe; pero no deja de ser muy interesante e ilustrativo el ejemplo que nos comparte mi cuate. Primero, porque contrasta con el hecho de que hace varios meses -y ahora no recuerdo dónde- leí que la mayor parte del dinero que recibe la gente por concepto de remesas lo gasta en educación. Eso me sorprendió porque yo creía que se lo gastaban en hacer casas de tres pisos llenas de azulejos y balaustradas. El hecho es que, de todas formas, es bueno que la gente invierta ese dinero, que mandan sus seres queridos con el sudor de su frente, en educación, o en vivienda.
Esto contrasta con el uso que se le da al dinero ajeno regalado: ese se gasta en guaro; pero no en guaro por placer como si compraran una botella de Zacapa para compartir con los cuates luego de un día de éxitos; sino guaro para embrutecerse. Y claro que la gente tiene derecho a gastar el dinero que le dan en lo que le de la gana; pero el contraste no deja de ser interesante. Interesante, además, porque el dinero se los está dando la administración (o el gobierno, si usted todavía quiere llamarlo así).
La segunda razón por la que es valioso explorar la historia que nos cuenta Manuel es porque la gente se pone violenta si no les dan sus Q300. La gente ya empieza a creer que tiene derecho a sus Q300 y que si no se los dan, tiene derecho a exigirlos por la fuerza. Es evidente que los Q300 no causan el alcoholismo, y que este fenómeno seguirá ocurriendo con, o sin los Q300; pero, por si hacía falta, se confirma que la miseria y los problemas que vienen con ella no se resuelven repartiendo pescados, sino enseñando a pescar.
El problema de la miseria no se compone redistribuyendo la riqueza, sino creando más, más, y más riqueza. Los pobres no van a dejar de ser pobres si se les regalan Q300, o Q900 al mes; sino cuando puedan tener empleos dignos, o cuando puedan poner empresas productivas. Y eso sólo se consigue cuando hay ahorros y capital acumulados.
Al final de cuentas, el programa político conocido como Mi familia progresa, manejado en el secreto más oscuro por Los Colom, seguramente está haciendo más daño que el que creíamos. Y la pregunta es: ¿Les importa eso a Alvaro y a Sandra?
La foto también es por mi cuate Manuel.