Me dieron ganas de compartir las fotos de A Glimpse at Guatemala (1899); un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala a finales del siglo XIX. La primera es esta de un grupo de viajeros desembarcando en el puerto de San José. No sólo es una de las primeras del libro, sino que recuerdo que mi bisabuela, Adela, me contó que así la bajaron del barco cuando ella vino a Guatemala unos años después.
Dicen los Maudsley: We anchored in the open sea, and when the time came to go ashore we were each in turn swung over the ship´s side in a chair and deposited with a bump on the top of the other passengers and piles of baggage in a large lighter which swayed alongside.
La ilustración por Ada Hunter es a partir de una fotografía.
El San Isidro Pecan Pie es el único pay que se hacía en casa de mis padres, que no era receta de mi tatarabuela, Minnie; de mi bisabuela, Adela; o de mi abuela, Frances. Este pay es receta de una amiga de mis padres y recuerdo muy bien la primera vez que lo probé. Fue en los 70 en el jardín de la casa de Aggie y Eddie; a mí y a mis padres nos gustó muchísimo.
Se parece un poco al Barbara Fritchie; pero es algo diferente, no sólo por las pacanas, sino porque este lleva miel de maíz…y me encanta como se ve.
Al sacarlo del horno tiene una particularidad que no tienen los otros pays que se hacían en casa; y puedes oírla en el vídeo de abajo.
Ese es el otro pay de pollo que hacían mi bisabuela, Adela; mi abuela, Frances; y hace mi madre, Nora. Es muy distinto al que hice el 4 de agosto pasado y es más tradicional. Este lleva crema de hongos, trocitos de zanahoria y de chile pimiento.
Mientras lo hacía recordé la mesa esmaltada en la que Frances hacía la pasta del pay. Me di cuenta de que uso el estribo de Nora y el bolillo de mi abuelita, Juanita. Ahora que he estado haciendo pays recordé que es cierto que muchos de los momentos más felices de mi infancia los pasé en la cocina estorbando y aprendiendo. De mi padre, Luis, aprendí a limpiar calamares y que hay que descartar las almejas que no se abren, por ejemplo. ¿Por qué es que esas cosas me hacían feliz? Creo que no sólo es porque me daban nuevos conocimientos y habilidades; sino porque creaban y estrechaban vínculos no sólo con las personas que amo (y amaba), sino entre generaciones y a lo largo y ancho de la historia de mi familia. Muchos de los pays que hacía Adela, son recetas de su madre, Minnie. Mis abuelos no cocinaban…bueno….tampoco. Una vez oí que mi abuelo, Jorge, era muy hábil para darles vuelta a los panqueques mediante el procedimiento de lanzarlos al aire con la sarten; y oí que mi abuelo, Luis, hacía sus propios huevos tibios para el desayuno.
Tal vez soy algo exagerado en estas cosas; pero cuando hago estas recetas me conecto con el mundo del que vienen.
El pay Barbara Fritchie es otro de mis favoritos. Otro clásico de mi bisabuela, Adela; de mi abuela, Frances; y de mi madre Nora, este pay también era un postre tradicional en los hoteles Casa Contenta (de mi bisabuela) y Cacique Inn (de mi tía abuela Adelita), en Panajachel. Fue en este último que lo probé por primera vez allá a finales de los años 70. Me gusta comerlo bien frío, recién salido del refrigerador. La receta que usamos en casa es la del enlace; pero mi bisabuela no le ponía nuez moscada.
Cuenta la Historia que Barbara Fritchie vivió en Frederick, Maryland y que cuando las tropas confederadas pasaron por su casa ella salió a amenazarlos con su bastón y ondeando una bandera de la Unión. Hay un poema de John Greenleaf Whittier que se refiere a aquella dama y a su legendario enfrentamiento con las tropas del general confederado Stonewall Jackson: Shoot, if you must, this old gray head. But spare your country`s flag, she said.
¿Cómo no supe esta historia cuando viví en Maryland? Me hubiera gustado mucho ir a la casa de Barbara y celebrar su pay.
El sábado se me metió que quería hacer uno de los pays de pollo que hacían mi bisabuela y mi abuela, y hace mi madre. Elegí uno cuya receta es de Abel, que fue uno de los cocineros de mi bisabuela, Adela, -en la Casa Contenta-. La particularidad de esta receta es que lleva crema de tomate, aceitunas y pasas; de modo que es delicadamente dulzón. El relleno me salió muy bueno y me trajo muchísimos recuerdos: las cocinas de mi madre y de mi abuela. El hecho de que ambas permitían que los niños hiciéramos palitos de queso con los recortes de la masa de los pays. Las hojas que mi abuela, Frances, y mi madre , Nora, dibujaban en la masa de los pays antes de hornearlos, ¡Sabores, texturas y aromas! Los palitos también me salieron muy bien ahora; pero tengo que trabajar más en la masa porque todavía no estoy contento con el resultado. No es que saliera mal; pero tampoco salió como debe ser.
Todavía recuerdo a Abel. Recuerdo muy bien que -durante el desayuno- le pedí un cucharón para mi mosh, queriendo decir una cuchara grande. Y el se acercó con un tremendo cucharón de cocina de hotel, así como para emplatar sopas. Y todos, en la cocina, se rieron de mí. Recuerdo que en los años 80, en la casa de mi abuela, todavía comimos un mango chutney preparado por él, quizás a finales de los años 60.
En fin, me alegro de haber hecho el pay y quedé con ganas de hacer otro. Mi madre es la diosa viviente de los pays, y espero que algún día la masa me salga tan bien como a ella…y a mi abuela y a mi bisabuela.
El almuerzo del sábado incluyó otra maravilla: un aguacate muy especial de La Antigua. ¡Que cosa más deliciosa! ¿Y de postre? Helado de laichis hecho en casa, con un topping de trocitos de aquella fruta conservados en licor de naranjas.
¿Y por qué se me metió lo de hacer un pay? Porque estoy leyendo El último príncipe del imperio mexicano, por C.M. Mayo, y ahí cuentan que a Alice Green, la madre del pequeño príncipe Iturbide -que era de inmediaciones de Washington, D.C.-, le gustaba mucho hacer pays. Y ya sabes…una cosa lleva a la otra. Y por cierto que el libro está muy bueno.
¿Por qué no hago spaghetti from scratch más seguido? El de la foto es hecho en casa, tiene incorporado chile guaque (que le da un sabor muy delicado en el fondo y un toque chapín) y fue servido con salsa de queso gorgonzola. Me encanta la pasta hecha en casa, no sólo por su sabor, sino por su consistencia y textura. El spaghetti grueso es una experiencia distinta al que uno compra regularmente.
El almuerzo-cena de ayer incluyó lomo de cinta horneado y bañado en mermelada de mangos -también hecha en casa-. ¡Mangos!, porque en casa la hacen con tres tipos de mango distintos para conseguir el sabor que nos gusta. En el plato también hay espárragos, que son una de mis verduras favoritas. ¡Me encanta el color dorado de la mermelada y me encanta como su sabor y aroma combina tan bien con el cerdo!
Cuando era niño mi tía abuela, La Mamita, hacía fetuccini caseros a mano y los servía con salsa de tomate, o los usaba en un caldito de pollo y verduras cuyo sabor nunca he podido imitar. Mi abuela, Frances, contaba que mi bisabuela, Adela, hacía ravioli deliciosos, caseros y a mano; pero esos nunca los probé. A mí me gustaría hacer ravioli y a ver si un día de estos me animo.
En casa, el caldo de huevos que hacemos es la receta de mi bisabuela, Adela. Es uno de mis platos favoritos en todo el universo mundo porque es delicioso y es algo muy de la familia. Y ayer disfrutamos de esta delicia.
Pones a hervir los huesos, y la carne del pavo de la Navidad (que has guardado en el congelador) junto con el relleno y el gravy que sobraran. Que hierva a fuego lento unas dos, o tres horas. Luego lo cuelas bien. Bien. Le añades Cremas de tomate (de sobre, o de lata) hasta que adquiera un color rojo atractivo; pero que el sabor de las cremas no supere al del caldo del pavo. Le añades un ramo de apazote y lo dejas hervir otra hora. Sazonas y eso es el caldo.
En una olla pequeña pones caldo y ahí, en un cucharón de servir sopa, cueces un huevo. Cuando el huevo está cocido a tu gusto (a mí me gusta tierno) lo sirves en el plato en el que lo comerás y le añades caldo hirviendo, y buenos queso parmesano y crema. Y algo de chiltepe, si te gusta el picante.
En realidad y para mi gusto, lo mejor del pavo es el relleno y lo que viene después: este caldo de huevos y los sandwichs de pavo. Normalmente los comemos cerca de la Navidad o del Año Nuevo; pero esta vez esperamos para esta temporada y fueron muy bien aprovechados.
Río Polochic es una de mis piezas de marimba favoritas, y tengo varias. Tuve la dicha de crecer escuchando la música de este instrumento poderoso y encantador.
Mi bisabuela, Mami, tenía una marimba de Rosendo Barrios, propietario de la celeberrima Fabrica Internacional de Marimbas; y uno de los orgullos de ella era su marimba. En el reportaje denominado Una voz de madera, Mario Barrios (hijo de Rosendo) relató que la última marimba creada por su padre fue la del Hotel Casa Contenta, en Panajachel. En aquella época, la entonces propietaria, mi bisabuela, Adela Schuman de Morales, le dijo a don Rosendo: Quiero una marimba que suene. Dicho y hecho. De la fábrica salió una marimba tallada al gusto; pero, sobre todo, potente. Tanto que el sonido rompió los vidrios del lugar, cuenta un reportaje por Christa Bollman fue publicado en la Magazine 21, el domingo 24 de enero de 2002.
Cuando andaba de vacaciones en Panajachel, y me tocaba dormir en el cuarto de mi bisabuela, uno desperataba a las 5 de la mañana con la música de marimba de su radio. Mi padre escuchaba Fabumarimbas al medio día. Muchas fiestas en la casa de mi abuela, Frances, eran amenizadas con una marimba. A mí, la marimba siempre me pone algo nostálgico; y…un día de estos…voy a celebrar mi cumpleaños con un marimbón.
Dice el acta del segundo matrimonio de mi bisabuela: Adela Schuman, de 29 años de edad, soltera, oficios de su sexo, origenaria de Norte América, y vecina de esta capital… Aquella boda -con Víctor Morales- ocurrió en 1922 y me llamó la atención la frase Oficios de su sexo.
He oído que algunos cuates y cuatas dicen algo así como: Voy a hacer las tareas propias de mi sexo, cuando van a trabajar; pero siempre pensé que era una broma, o una forma de hablar. Debí imaginarme, claro, que aquella frase tenía orígenes profundos en cierta cultura, la de que las mujeres deben limitarse a las tres K o sea Kinder, Küche, Kirche o Niños, Cocina e Iglesia. En inglés aquella se expresa como Barefoot and pregnant o Descalza y preñada.
Mami, empero, no se atuvo a aquellos estándares. Crió caballos de carrera y tuvo una lechería; a principios del siglo XX importaba cerdos y reses de raza, así como perros y plantas exóticos para vender; durante la crisis de los 30 producía trajes para las mengalas de Amatitlán, fue una gran hotelera. Mami fue una mujer emprendedora.
Mi sobrino, Andrés se ha dado a la tarea de encontrar estos documentos y está haciendo un buen trabajo. La foto de abajo es de Adela a principios del siglo XX.
Dice el documento: Certificado para extranjeros-territorio insular. Departamento de Trabajo de los Estados Unidos. Servicio de Inmigración. Puerto de Honolulu, Territorio de Hawaii. 31 de agosto de 1916. El presente certifica que Frances Helen Chacón, nativa de Guatemala, que arribó al puerto de Honolulu, Territorio de Hawaii, en el vapor xxx San Pedro el 21 de marzo de 1916 ha sido debidamente inspeccionada y registrada y será admitida en el territorio continental de los Estados Unidos luego de la identificación correspondiente y luego de presentar este certificado ante cualquier funcionario de inmigración en un puerto de entrada continental y si se demuestra que, al momento de ser admitida en el territorio insular, aquella extranjera no era miembro de las clases excluidas, ni pudiera convertirse en una carga pública si procediera a ingresar al continente.
¿Sábes qué me encanta? eso de que no era miembro de las clases excluidas, ni podría convertirse en una carga pública. Es un documento con el cual mi abuela, Frances, antes de cumplir el año de edad, ingresó a San Francisco, California, procedente de Hawaii luego de pasar allá unos meses con su madre, Adela; su hermano, Emilio; y su abuela, Minnie.
Mi sobrino, Andrés se ha dado a la tarea de encontrar estos documentos y está haciendo un buen trabajo.
La de abajo es una foto de Frances, durante aquel viaje.
El 16 de marzo de 1916 mi bisabuela Adela -entonces de Chacón y luego de Morales- llevó a su nativo Hawaii a sus hijos Emilio y Frances (Frances Helen, identificada como Elena en el documento). Frances era mi abuela y tenía cuatro meses de edad. Los tres llegaron a Honolulu el 31 de marzo de 1916, para volver a San Francisco, Califormia el 12 de septiembre de 1916.
Mi sobrino, Andrés ha estado encontrando documentos de este tipo. Este es el manifiesto de pasajeros extranjeros del buque que los llevó de Puerto Barrios a San Francisco. No alcanzo a entender el nombre del barco, ¿era, Coppenawe, o algo así? Hay dos pasajeros más residentes en Guatemala: Gilbert M. Shaw y el otro es ¿Jorge Monzón?
Mi abuela, Frances volvería a Hawaii a la edad de seis años para quedarse allá hasta los diez, viviendo con su abuela Minnie Hart. En la foto (cuarta de izquierda a derecha), mi bisabuela, Adela, a su arrivo a Honolulu. El niño es mi tío abuelo, Emilio).
Esta caja de música me la obsequió mi bisabuela, Mami, a finales de los años 70; y ella contaba que se la habían regalado cuando ella cumplió 15 años -en la primera década del siglo XX.
En realidad no es una caja de música propiamente porque el sonido que emite es el de un pájaro. Es maravilloso que todavía funcione y ¡me encantó esta foto con el Volcán de Agua!
Mi sobrino, Andrés, anda escarbando cajones y mandando correos en busca de sus raíces; y en esas estaba cuando una genealogista de Arizona, descendiente del hermano de mi bisabuelo, Federico, le envió esta foto.
Al frente están mi abuela, Frances; y luego mi tía abuela, Adelita; mi bisabuela, Adela (Mami); mi tía abuela, Janet (Baby) y mi tío abuelo, Emilio. Atrás, mis tíos abuelos Jorge y René. Frances era la madre de mi padre.
Esta foto no la conocíamos ninguno de los familiares en Guatemala y ve como son las cosas que fue a aparecer a miles de kilómetros de aqui. ¡Que maravilla es la tecnología que permite estos descubrimientos!
Me encanta la foto, tan 1940 y todos elegantes y jóvenes.
El 20 de julio de 1926, y a la edad de 10 años, mi abuela Frances Chacón Schuman regresó de Hawaii luego de haber pasado allá 4 años con su abuela Edwina “Minnie” Hart.
La ilustración muestra el manifiesto de pasajeros extranjeros del S.S. Lurline, el barco que la llevó de Honolulu a San Francisco donde la esperaba su madre, Adela.
Frances, La abui, tenía muchos recuerdos queridos del tiempo que pasó allá. Su abuela le enseñó a hacer pays, por ejemplo. También recordaba con cariño cuando iba a la escuela caminando por la playa y recordaba que su refacción escolar eran tentáculos crudos de pulpo que sazonaba con sal mezclada con chile seco y cabezas de camarón secas. En casa todavía hacemos la mezcla de sal, chile y camarones para sazonar sopas y otros platillos. Mi madre, nuera de Frances, todavía hace los pays en la tradición de La abui; su madre, Adela y su abuela Minnie.
Gracias a mi sobrino, Andrés, que encontró el documento.
Chichicastanango y los alrededores del lago de Atitlán se aprecian en este vídeo que forma parte de una serie del Penn Museum. Contiene imágenes hermosas y de muy alta calidad en las cuales puedes apreciar la Guatemala de 1947.
Elegí publicar este vídeo, de la serie, porque en el minuto 13:15 hay imágenes del hotel Casa Contenta, que era propiedad de mi bisabuela, Adela S. de Morales. Algo se aprecia la arquitectura propia y característica de sus bungallows encantadores y algo se aprecia de sus jardines exuberantes.
El video es muy rico en imágenes de personas y de actividades de la vida diaria. Mercados, ritos, vestimentas, chachales, la carnicería en la que se despacha carne envuelta en hojas, . ¡Me encantan las escenas de la barbería en Chichicastenango!
El domingo en la noche mi madre me obsequió este quilt hawaiiano que hizo mi tatarabuela, Minnie. La abuela de mi abuela y bisabuela de mi padre murió en 1938 así que, como mínimo, el quilt tiene 75 años; pero mi abuela, Frances, lo recordaba de su niñez, y ella volvió de Hawaii ca. 1927, de modo que no sería raro que esta pieza tenga cerca de 86 años. Se le notan, claro, pero igual lo usaré en ocasiones especiales.
Los quilts hawaiianos se distinguen por sus grandes diseños simétricos y por sus patrones aplicados radialmente. Generalmente los motivos son diseños botánicos estilizados. Las puntadas, parejas y firmes, siguen los contornos del diseño de las aplicaciones. El arte hawiiano de hacer quilts se deriva de los kapa moe, que son textiles nativos para cubrir las camas, influidos estos por los misioneros y los materiales que llegaron en el siglo XIX.
El diseño de un quilt es algo personal y las mujeres, con frecuencia, creaban ciertos diseños basados en algo que habían observado, o en un evento significativo. Los sueños eran considerados como fuentes de inspiración. Cada quilt recibía un nombre que reflejaba la inspiración de la cual había surgido. Debido a esta tradición de diseños individuales, numerosos quilts hawaiianos únicos han sido hechos a lo largo de los años.
Afortunadamente este de mi tatarabuela sobrevivió y me pregunto si tendría un nombre y de dónde sacó ella el diseño.
Edwina Minnie Nihoa Hart y su primer esposo Emil Schuman fueron padres de mi bisabuela, Adela. Mi abuela, Frances, se crió con Minnie y vino a Guatemala cuando tenía 12 años. Frances era mi abuela paterna y le obsequió a mi madre, Nora, el quilt de su abuela. Esta es una foto de Minnie:
Ahora que estaba sobando el pavo para mañana, y preparando el relleno, me acordé de que a esta parte de la anatomía del ave, mi bisabuela -Adela- le decía La naríz del Papa.
Cuando voy a alguna población, una de las cosas que más disfruto es la visita al mercado local. Por supuesto que eso hice en Samayac, que es tierra de brjujos, de jabón de coche y de cuero.
Encontramos jabón de coche que, aunque ya no se hace de grasa de cerdo, sino de res, todavía conserva sus color y olor desagradables. Empero, la gente asegura que conserva sus propiedades benéficas para la piel y para el cabello. En casa de mi bisabuela, Mami, había jabón de coche; y estoy seguro de que -más de una vez- me lavaron la cabeza con una de esas bolas en aquel baño que tenía una tina enorme y que olía de forma tan particular.
Encontramos puros para Maximón y copal en bolitas negras que, según el vendedor, se usa en ritos satánicos.
También encontramos, frijoles-arveja que yo nunca había visto. Compramos una libra para la casa y anoche los cocinamos. Ya les contaré cuando me los desayune.
Alguna vez, cuando tenía cerca de 10 años fui a ver carreras de caballos al hipódromo. Exactamente al Hipódromo del Sur, en donde se hallaba la tribuna de la foto.
Fui con mis padres y casi estoy seguro de que en la visita estuvo involucrado mi tío abuelo, Jorge, que había sido jockey. Mi bisabuela, Adela, había criado caballos de carreras y el tío Jorge había sido uno de sus jockeys. El nombre de una de las yeguas más famosas de mi Mami era Lucky Lester, y todavía guardo una licorera que el presidente Jorge Ubico le dió a mi bisabuela, en esa tribuna, luego de una carrera.
La tribuna se halla abandonada ahora, y no creo que tenga uso práctico alguno ya que la nueva terminal del Aeropuerto La Aurora fue construida sobre la vieja pista.
Durante mi visita de la semana pasada a Xela, una de las mejores experiencias que viví fue la visita al Museo Vibo´z, de don Oscar Boj. En ese lugar encantador, don Oscar mantiene viva la excelencia y la tradición de los mejores textiles indígenas.
Antiguamente, su padre, don Víctor Boj, tenía ahí un taller con entre 12 y 14 telares; pero ahora sólo hay dos que se mantienen ocupados todo el tiempo en la producción de textiles de altísima calidad. Don Oscar está involucrado en esta actividad desde que tenía 10 años de edad y ayudaba en las tareas a su padre y al equipo que trabajaba en el taller.
Vibo´z es un museo interactivo en el que don Oscar, con pasión y con paciencia, le cuenta a uno los detalles más íntimos de la producción de cortes, huipiles, sobrehuipiles, servilletas, tzuts y otras piezas importantes del vestuario tradicional indígena.
En Vibo´z uno puede vivir la complejidad, la profundidad y la belleza de los equipos, los materiales y los diseños. Y si uno ya sentía admiración por estos textiles antes de visitar este espacio, cuando uno sale de él esa admiración adquiere caracteres sublimes.
Los textiles indígenas me hay llamado la atención desde niño, en parte por haber pasado muchas de mis vacaciones en Panajachel; y en parte porque tanto mi bisabuela, Adela, como mi abuela, Frances, integraban piezas indígenas a sus vestidos occidentales. Ayer mismo fui a visitar a mi tìaabuela, Adelita, y tenía puesto un bellísimo huipil en el que predominaba el color morado. Nunca fui ajeno a los colores variados de sus diseños, ni a la rica iconografìa que incluye quetzales, aves diversas, flores, cuerpos celestes y una extraordinaria abundancia de formas.
Mis amigos y yo pasamos un rato muy agradable aprendiendo acerca de los textiles y don Oscar nos permitió hacer uso de su equipo y tener la experiencia de producir canillas de hilo.
Vibo´z queda cerca del Puente de los Chocoyos, en Xela; y seguramente cualquiera del vecindario lo puede guiar a ese lugar hermoso, cuando usted ande por Quetzaltenango. A don Oscar también se lo puede encontrar en la Casa No´j, frente al Parque Centroamérica en aquella ciudad.
Carpe Diem significa Apodérate del día y resume bien mi visión del mundo. La libertad es el valor fundamental que guía mi vida y mis reflexiones en Carpe Diem. Vivo en Guatemala, un país que aún está por ser construido y en el que los derechos individuales y la igualdad ante la ley tienen una existencia precaria. Por eso, aquellos son mis temas favoritos para estos comentarios. Con todo y todo, este espacio existe al amparo del artículo 35 de la Constitución de la República; y del 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (por si acaso), en ejercicio de mi libertad de expresión. Me gustan la cocina, la lectura y la compañia de mi familia y de mis amigos. También me gusta pasar tiempo conociendo mi país y a su gente. Al perpetrar Carpe Diem -un espacio políticamente incorrecto- comparto con mis lectores algunas reflexiones y experiencias en busca de lo que es bueno, lo que es bello y lo que es pacífico. ¡Por la libertad y la razón!
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