Para beneficiar a los exportadores y a quienes reciben remesas, y en perjuicio de importadores, personas que alquilan inmuebles en dólares, comerciantes y otros grupos, el Banco de Guatemala mantiene artificialmente alto el precio del dólar.
En lo que va del año, el banco central ha comprado dólares caros, US$ 62 millones, con el propósito de evitar que baje el precio del dólar.
La participación del Banguat no es del todo arbitaria porque responde a una regla que se activa cuando los precios fluctúan más allá de lo políticamente establecido como aceptable. La intención posiblemente es otra; pero los efectos son el de beneficiar a unos a costa de otros; y el de censurar la información que acarrean los precios.
Tu, que visitas Carpe Diem con frecuencia, sabes que los precios son mensajeros. Traen y llevan información necesaria para que los agentes económicos tomen decisiones acerca de dónde y cuándo colocar sus recursos. Al proceso de decidir dónde colocar recursos, se le llama cálculo económico; y el cálculo económico es imposible sin precios; y es engañoso cuando no hay precios reales. Por eso es que son peligrosos los precios políticos, porque les proveen información distorsionada a los agentes económicos y porque responden a intereses políticos. Con información distorsionada y sometida a intereses políticos, el cálculo que hacen los agentes económicos es hecho sobre bases falsas, o distorsionadas y sus decisiones resultan en desperdicio de recursos.
Por eso es que el precio del dólar (como cualquier otro precio) no debe ser un precio político. El precio del dólar debe ser el que es, y tanto exportadores como importadores deben hacer sus cálculos económicos con base en sus capacidades productivas y competitivas reales, ¡nunca sobre el favor político de conseguir un precio privilegiado!