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t=() La Mamita | Luis Figueroa CARPE DIEM

La Mamita


28
sep 14

Caldo de albóndigas y un viaje en el tiempo

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-Pregúntame si puedo viajar en el tiempo.

-¿Puedes viajar en el tiempo?

-Si…Claro que no puedo viajar en el tiempo literalmente; pero si puedo hacerlo por medio de aromas, sabores, texturas, colores y sonidos. Ayer, por ejemplo, viajé en el tiempo gracias al caldo de albóndigas que preparamos en casa.  Esta es la receta de mi abuelita Juanita y mi tía abuela, La mamita.  La última vez que lo comí en su casa fue antes de 1976 -porque esa casa se cayó para el terremoto- y fue para un almuerzo al que llegamos mi madre y yo.  Ayer vino mi madre a casa, fuimos al mercado, compramos los ingredientes y aprovechando que el día iba a ser lluvioso, frío y gris, dispusimos hacer el caldo de albóndigas.  Y tomar un par de Tom Collins en lo que cocinábamos.

La cosa era lograr la sazón exacta que tenía el caldo que hacían La abuelita Juanita y La mamita.  ¡Y tuvimos éxito!  El caldo salió perfecto.  Tan bueno que me transportó por lo menos 38 años atrás.  Así que viajé en el tiempo.

Siempre he sido sopista.  Más sopista que caldista en el sentido de que me gustan más las sopas y cremas espesas que los caldos; pero me encantan el caldo del cocido, el de gallina, el de pollo y el de albóndigas.  En casa de mis padres sólo se tomaban sopas en la cena; pero en casa de mis abuelas también se tomaban sopas, o caldos, en el almuerzo. En fin, me alegro mucho de haber hecho caldo de albóndigas y de haber recordado con mucho cariño a aquel par de viejitas.

Por cierto…y cambiando de tema, pero no mucho.  ¿Qué tal algo de humor retorcido?  Si conoces un niño que recién haya aprendido a hablar, digamos que no mayor de cuatro años.  Pídele que diga albóndiga…y 9 de cada 10 niños dirán Albón.  Es que los niños cuando uno les pide que digan albóndiga interpretan que uno quiere que digan Albón.  Es decir: Albón, diga.  Pruébalo y me cuentas.


8
jun 14

Spaghetti con sabor a chile guaque, hecho en casa

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¿Por qué no hago spaghetti from scratch más seguido?  El de la foto es hecho en casa, tiene incorporado chile guaque (que le da un sabor muy delicado en el fondo y un toque chapín) y fue servido con salsa de queso gorgonzola.  Me encanta la pasta hecha en casa, no sólo por su sabor, sino por su consistencia y textura.  El spaghetti grueso es una experiencia distinta al que uno compra regularmente.

El almuerzo-cena de ayer incluyó lomo de cinta horneado y bañado en mermelada de mangos -también hecha en casa-.   ¡Mangos!, porque en casa la hacen con tres tipos de mango distintos para conseguir el sabor que nos gusta.  En el plato también hay espárragos, que son una de mis verduras favoritas.   ¡Me  encanta el color dorado de la mermelada y me encanta como su sabor y aroma combina tan bien con el cerdo!

Cuando era niño mi tía abuela, La Mamita, hacía fetuccini caseros a mano y los servía con salsa de tomate, o los usaba en un caldito de pollo y verduras cuyo sabor nunca he podido imitar.  Mi abuela, Frances, contaba que mi bisabuela, Adela, hacía ravioli deliciosos, caseros y a mano; pero esos nunca los probé.  A mí me gustaría hacer ravioli y a ver si un día de estos me animo.


7
may 14

Tío Coyote y el corredor interoceánico

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¿Quién recuerda la canción: Adiós tío Coyote, dientes quebrados, cola quemada…? Los cuentos de tío Conejo y tío Coyote son propios de las tradiciones orales chapinas; pero sospecho que las generaciones más jóvenes no los conocen.

Para hacer la historia corta -poco más, o menos como la contaba mi tía abuela, La Mamita- tío Coyote siempre andaba viendo cómo se comía a tío Conejo; pero este era más inteligente y astuto que aquel y siempre le jugaba le vuelta.  Tío Conejo siempre se las arreglaba para engañar a tío Coyote y este último siempre salía lastimado no sólo en su dignidad, sino también en su físico.  A veces terminaba con los dientes quebrados porque tío Conejo le lanzó un zapote verde; y a veces tío Coyote terminaba con la cola quemada porque tío Conejo lo quemaba con un asador.

En  otra ocasión tío Conejo engañó a tío Coyote para que se tomara toda el agua de una laguna con el cuento de que la luna que se reflejaba en el agua era un gran queso.  Tío Coyote tomaba y tomaba agua, esperando llegar al queso, en vano, mientras que tío Conejo se reía de la simpleza y la codicia de su compañero de aventuras.

De aquello me acordé cuando leí la historia de cómo es que el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina,  fue engañado y timado por los promotores de un supuesto canal interoceánico en territorio chapín.  ¡Momento!, no sólo iba a ser un canal seco cualquiera, en las fantasías de sus promotores y de quienes les creyeron, ¡iba a ser un corredor tecnológico!

Para hacer corta esta historia, también, lo del famoso canal seco resultó ser papas y panes pintados. Todo resultó ser una burbuja y una fabricación para timar a cualquiera que se dejara, incluido el presidente de Guatemala que, desde el principio resultó ser  un fan del proyecto y declaró que el negocio era de utilidad pública e interés nacional.  Hasta ahora todo apunta a que este megaproyecto es humo y espejos ya que todas las grandes empresas que lo financiaban han desaparecido.

¡Ay tío Coyote!…hoy si te fregó tío Conejo.

La ilustracion la tomé de aquí.


14
abr 14

La voz de “La Chepona”

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La Chepona es el nombre que la gente le dio a la campana principal de la Catedral de la ciudad de Guatemala, que es la campana más grande del país.   Las campanas tienen nombres y Chepa es el femenino de Chepe, y Chepe es la contracción de José.  Mi tía abuela La Mamita y mi abuelita Juanita me contaron eso.

La Chepona suena grave y  llama la atención particularmente cuando dobla con solemnidad.  En el audio, La Chepona se escucha entre el bullicio de la gente en la Plaza de la Constitución y al fondo suena la banda de una procesión.

Leí que  fue fundida en 1861,  por Julio Vassaux a pedido del cabildo metropolitano, y  pesa cinco mil libras de bronce. Se dice que se escuchó su tañido cuando se puso en vigencia la Constitución de Cádiz, de 1812 conocida popularmente como  La Pepa.  Pepe, como Chepe es contracción  José.   Esto me parece raro porque La Pepa no estaba vigente en 1861.  Lo estuvo durante 2 años en tiempos de Fernando VII, fue derogada por la invasión napoleónica y durante el reinado de José Bonaparte o Pepe botella (otro Pepe involucrado)  y volvió a estar vigente durante el Trienio liberal que concluyó en 1837.  Por cierto que, durante aquella invasión, los españoles gritaban ¡Viva La Pepa! para vitorear la Constitución de 1812 y repudiar a los franceses.

La foto es de una alfombra de aserrín,  tradicional guatemalteca,  para las procesiones propias de esta temporada.


24
mar 14

Foto por Luisfi en Siglo 21

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Para ilustrar un anuncio de un curso sobre platillos de la Semana Mayor, el diario Siglo 21 usó una de mis fotos de ese delicioso postre chapín.

No es la primera vez que un diario usa una de mis fotos para ilustrar una de sus páginas.  En marzo de 2013 la Revista D  usó la misma foto para el mismo plato.

Quienes leen este espacio saben que el de garbanzos es uno de mis dulces chapines favoritos y que me encantan no sólo su sabor, su aroma y su olor; sino su textura y su color.  Por eso siempre fotografío las dos versiones que hacemos en casa: la de mi tía abuela, La mamita, que es la que han usado Siglo 21 y Revista D; y la de la Costa Sur.

Este año, durante la temporada, sin duda habrá dulce de garbanzos en mi casa y seguramente haré más fotos.


27
ene 14

Palomas, gaviotas y cuervos en el Vaticano

El Vaticano está situado en una de las siete colinas de Roma: la colina en la cual los augures hacían los vaticinios y adivinaciones antes de que el cristianismo tomara el control de la ciudad eterna (eso me contaba mi tía abuela, La Mamita).  Por eso, supongo ahora, es que muchas personas se están dando a la tarea de encontrarle significado al hecho de que Jorge Mario Bergoglio y unos niños ucranianos soltaran unas palomas y estas fueran atacadas por una gaviota y un cuervo.

Mi cuate, Gabriel -argentino-, dice que no hay lugar para augurios y que el asunto fue un chiste de dios. Empero…lo que pocos se han dado cuenta es que es un chiste repetido.  El 28 de enero de 2013 (¡hace un año!)  y luego de que Joseph Ratzinger concluyera una misa por el Holocausto,  una paloma soltada desde la ventana -por Ratzinger- fue atacada por una gaviota.

Lo de las gaviotas ha de ser cosa corriente allá en el Vaticano.  Durante la elección de Bergoglio como dirigente máximo de la iglesia católica, una de aquellas aves, una Larus argentatus se posó  sobre la chimenea de la Capilla Sixtina y ya te imaginas, la mara vio un augur.  ¿Por qué? Porque argentatus tiene que ver con plata y plata tiene que ver con Argentina.

Eso sí…si no es la primera vez que una paloma ataca a una gaviota en la Plaza de Pedro; si es el caso que la gaviota que recién se hizo célebre iba acompañada por un cuervo.  Entre otras cosas los cuervos son símbolos de la adivinación.  ¿Y las gaviotas? De la libertad.

¿Viste, boludo? ¡Que cosas!


18
jun 13

Los riquísimos huevos chimbos

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Los huevos chimbos son mis dulces típicos guatemaltecos favoritos. Son de puras yemas de huevo y miel, una cosa muy sencilla, pero deliciosa. Además, tienen un atractivo color de oro.  La foto la tomé con mi móvil y no capturó el color; pero haz de caso que son como rayos de sol comestibles.

La primera vez que oí hablar de ellos fue allá por el año del terremoto cuando mi tía abuela, La Mamita, me los mencionó; y, curiosamente, no fue sino hasta unos años después, cuando ella ya había muerto, que los probé porque los hice en casa con la ayuda de mi abuelita Juanita.  La primera clave está en batir bien las yemas hasta que estén casi blancas y en cocinarlos en baño maría, o con el horno apagado.  Es decir poniéndolo al máximo mientras se calienta y luego apagarlo cuando se introduce el recipiente con las yemas y dejarlas así unas 4 horas.  La segunda clave es la miel que debe tener una consistencia tal que se introduzca en las yemas y al mismo tiempo no choreee.

Los de la foto, llamados chimbitos,  los compré en La Antigua y son tan buenos como los hechos en casa.


11
mar 13

Mis garbanzos en dulce en la Revista D

Dos fotos mías, de los garbanzos en dulce o miel de garbanzos que preparamos en casa, fueron publicadas el domingo en la Revista D, de Prensa Libre.  La receta no es mía; pero las fotos, sí.

Los garbanzos en dulce o miel de garbanzos es una de la comidas típicas de la Semana Mayor chapina; y en mi familia quien los hacía cuando yo era niño era mi tía abuela, La Mamita.  Luego mi tío Rony fue el heredero de la tradición que recogimos en mi casa hace unos pocos años.

En la ciudad de Guatemala, los garbanzos en dulce se preparan en una miel de agua, azúcar y canela.  La noche anterior se dejan en agua, con un toque de bicarbonato y en la mañana se pelan.  Luego se cuecen y cuando están cocidos se cuelan y se apagan en la miel para que calen bien.

En la Costa Sur se hacen con rapadura -como dice la receta publicada en la Revista D- y se les añaden frutas como mangos,  melocotones, platanos y/o papaya.

 


31
ene 13

Alegres cascarones para el Carnaval

Los alegres cascarones anuncian la fiesta del Carnaval; y me encontré estos en el mercado de La Antigua. Los cascarones, que son imprescindibles para esta festividad, son huevos vacíos, rellenos con confetti y un grano de maíz, coloreados con añilina y cubiertos con papel de China. ¿Podría, alguien, explicarme cuál es el propósito, o el significado del grano de maíz?

La idea, con los cascarones es rompérselos a alguien en la cabeza; normalmente de forma sorpresiva.

Cuando era niño recuerdo haber hecho cascarones en dos ocasiones. Eso fue con mi tía abuela, La Mamita, que fue quien me enseñó la técnica de pintado. Ella guardaba cáscaras de huevo a lo largo de meses, elaboraba elconfetti, preparaba la añilina, cortaba el papel y hacía el engrudo necesario para sellar los cascarones. Y los niños, ¿qué hacíamos? Pues pintábamos los cascarones y nos pintábamos entre nosotros, combinabamos los colores, hacíamos diseños y nos divertíamos. Y si uno quería llevar la diversión un paso más allá, podía ponerle harina a algunos cascarones, travesura que había que hacer sin que La Mamita se diera cuenta.

Muchas culturas en Europa y en el Oriente Medio tienen la costumbre de pintar huevos.


20
ago 12

Tempestad y fuegos artificiales desde mi balcón

El sábado la tempestad se lució en el Sur y, como casi todas las noches, hubo fuegos artificiales en el horizonte.  Lo cool fue que coincidieron, ofreciéndonos un espectáculo de luces hermoso a quienes tuvimos la dicha de verlo.

Me encantan las tempestades de lejos; y me fascinan de cerca.  Eso sí…me fascinan y me asustan.  Cuando yo era niño, mi tía abuela, La Mamita, solía hacer cruces con los ramos del Domingo de ramos y según el mito, aquellas eran para protección contra las tempestades.  Cada años hacía nuevas, y quemaba las viejas para luego esparcir sus cenizas en el jardín.


30
dic 11

Encuentro con el alfajor, el dulce perdido

Mis amigos, Los Lizama, hicieron alfajor ahora para la Navidad y tuvieron la gentileza de regalarme un plato delicioso.

El alfajor es un dulce antiguo que casi nadie conoce y poquísimas personas hacen.  En mi casa lo hacía mi tía abuela, La mamita; y mi madre lo ha hecho un par de veces.  Aunque la sazón final del de Los Lizama es distinto al que se hacía en casa, lo básico es siempre igual: miel, jengibre y migas de pan tostadas.

Cuenta, el doctor Lizama, que su madre (doña Amalia) se lo hacía a él para su cumpleaños y para el día del médico.

Muy conocidos son los alfajores argentinos Havanna, claro; pero estos son muy diferentes a los de La Mamita. En Google, las principales referencias a alfajor me llevaron a los argentinos que son dos galletas, masas, o pastas unidas por algún tipo de dulce y aveces cubiertas por chocolate. Empero, existe un dulce llamado alajú o alfajor que se parece al alfajor chapín: esto es un dulce hecho con pasta de almendras, piñones o nueces, pan rallado y tostado, especias y miel. El citado alajú se come entre obleas, como el turrón; y a mí eso me parece una idea muy práctica porque el alfajor chapín lo comíamos con cucharitas.


30
dic 11

¡Feliz año!

Mis padres y tíos eran jóvenes, alegres y parranderos; de modo que para el Año Nuevo organizaban sus fiestas en la casa de mi abuela Frances y a los niños nos despachaban a la casa de mi abuela Juanita.

Ella y mi tía abuela, la mamita, montaban una fiesta para cuatro, cuyo propósito era conseguir que, en un ambiente alegre, los críos le diéramos la bienvenida al año nuevo.

La Mamita y la abuelita nos contaban historias; y así fue como supimos cómo era un viaje a Esquipulas –en la primera década del siglo pasado– para una niña de menos de 10 años, montada en un caballo llamado Chino.  Así nos enterábamos de cómo era la vida en la Guatemala  de cuando se amarraba a los chuchos con longanizas.  Así oí que había unos juegos pirotéctnicos llamados toritos, que lanzaban luces multicolores y que perseguían a la gente durante las festividades.

Aquella fiesta no podía pasar sin que quemáramos cohetes.  Pero como las dos viejitas eran prudentes, los que nos permitían quemar eran estrellitas y unas bolitas de colores que, al somatarlas contra el piso, estallaban.  Nada de ametralladoras, varas, y otras cosas más complejas, que solo quemábamos en la Nochebuena, acompañados por mi padre.

Para la cena, mi madre dejaba la mesa puesta con buena cantidad de golosinas, así como con algún pequeño pavo o pierna que los niños íbamos despedazando poco a poco entre relato y relato.  A veces, claro, nos vencía el sueño.  Quién sabe si porque se iba haciendo tarde, o porque la voz de La mamita nos arrullaba, o por la copa de rompopo, vermouth, o marsala al huevo que se nos permitía tomar.

Cerca de la media noche, las viejitas se aseguraban de que la radio estuviera sintonizada en la estación que transmitiría El brindis del bohemio y de que nuestras pequeñas copas estuvieran llenas.  Cada quién tenía sus doce uvas.  Los dos mayores teníamos nuestras estrellitas y nuestras bolitas explosivas.  Y cuando comenzaba el alboroto propio de la bienvenida para el nuevo año nos abrazábamos como si no nos hubiéramos visto en décadas.  Y mis padres llamaban por teléfono y nos gritábamos ¡feliz año! como mejor podíamos.   Y cada noche de Año Nuevo, no importa en dónde esté, siempre recuerdo esas fiestas, y en mi corazón les agradezco a las personas que me han dado una vida buena.

Columna publicada en El Periódico.


25
nov 11

Celebración del Día de Gracias…y torito


Este año, El Torito le dió un toque especial a la celebración del Día de Gracias en casa.  Como en otras ocasiones, amigos y familia nos juntamos a festejar los frutos del trabajo y a divertirnos como micos.  El torito estaba programado para mi cumpleaños; pero como llovió intensamente toda esa noche hubo que diferirlo y esta fue una ocasión propicia; ya que le dió un toque inusual y alegría extra a la fiesta.

Y el pavo, ¡ah, el pavo!…el pavo salió magnífico.  Hermoso, dorado, jugoso, suave, lleno de aromas y sabores.  En casa hemos perfecionado muchísimo el relleno que es mi parte favorita.

A mí me gusta celebrar el Thanksgiving Day porque, ¿a quién no le gusta una comilona epicúrea con la familia y con amigos queridos? Pero, además, aprecio muchísimo su significado profundo. El Día de Gracias, festeja el exito de la libertad, del individualismo, de la propiedad privada.

Antes de que el gobernador William Bradford y los pilgrims abandonaran el colectivismo, no tenían más que escasez y hambre. Pero una vez que optaron por que cada quién fuera responsable de sus siembras y de sus necesidades; y una vez que optaron por un sistema que proveyera los incentivos necesarios para mejorar la productividad y evitar la hambruna, las cosas cambiaron. El colectivismo fue sustituido por la cooperación social y el hambre fue sustituido por la abundancia.

¿Cómo no tener respeto por una celebración así? Este festejo de la vida y de la productividad contrasta con el tipo de cosas que celebramos en otras culturas. Por ejemplo, aquí le damos prioridad al Día de todos los santos (que están todos muertos). Y eso, seguramente, dice mucho de nosotros.

La abundancia, la alegría y el optimismo que caracterizan al Día de Gracias, junto a la compañía de amigos viejos, y amigos nuevos, hacen que esta fiesta sea una de mis favoritas.

¿Y El Torito?

De todos los fuegos artificiales que he visto mi favorito es El Torito. Oí por primera vez de él cuando era niño y mi tía abuela La Mamita me contaba de los festejos populares de cuando ella era niña, a principios del síglo XX.

Cuando ella llegaba a la parte del torito, y de cómo se dejaba ir entre la gente mientras disparaba cohetes y luces, yo me emocionaba mucho. Pero no fue hasta la adolecencia que vi uno en persona. Y desde entonces no me resisto a ver toritos, aunque me correteen.

Por cierto que el de anoche nos lo hubimos en la cohetería Kalimán de la 2a. avenida 20-40, zona 1; teléfono 5709 0997.  Duró un montón y tenía luces variadas y de colores.  Luces que salían disparadas y que daban vueltas.  ¡Un verdadero torito, como debe ser!  Y todos aplaudimos y gozamos mucho de este espectáculo chapín.

Aunque en la primera foto soy quien lleva puesto al torito, en realidad fue un experto quien lo quemó y quien lo hizo bailar.  Yo sólo posé.

Las fotos son por Así es la vida.


2
nov 11

¡Descubrí la tumba de mi bisabuela!


La última vez que visité la tumba de mi bisabuela, Gilberta Cabrera, fue cuando yo tenía como 6, o 7 años, de la mano de mi abuelita Juanita y mi tía abuela, La Mamita.  Y durante 43 añoss, a pesar de mis frecuentes visitas al Cementerio General, nunca volvía visitar aquel sepulcro.  Mi madre lo había visitado, hacía años, y no se acordaba donde estaba.  Y yo tampoco.

Ayer, mientras hacía mi exploración anual del Cementerio, con ocasión del Día de los muertos, me topé con ella.   Caminaba sin rumbo, buscando escenas para mi cámara fotográfica y para Carpe Diem cuando me llamó la atención una tumba abandonada que daba la impresión de haber tenido mejores días.  ¡Y qué, si era la de mi bisabuela! , acompañada por por lo menos cuatro familiares más: Elvira, Luz, Guadalupe y Manuel.

Yo no creo en la vida después de la muerte y en esas cosas; pero me dio mucho gusto dar con la tumba de doña Gilberta a quien sólo conozco por dos retratos que tengo de ella y por las historias que me contaba mi abuelita Juanita. En las fotos están la lápida de doña Gilberta, y una foto en la que aparece. Ella es la tercera dama de negro, sentada de derecha a izquierda.

En esta visita a la necrópolis descubrí que los ladrones se robaron la barda de hierro que rodeaba la tumba de mi bisabuela, Adela; de donde ya, hace años, se habían robado los floreros de bronce y la lápida de mi tío abuelo, Emilio.  De todo el cementerio, los ladrones se han llevado el bronce y el hierro.

En junio de 2010 me enteré de que había sido descubierta la tumba del abuelo de mi bisabuela, Adela;  el capitan de barco y arquitecto Isaac Hart, que vivía en Hawaii.


13
feb 11

Los cascarones anuncian las fiestas


Los cascarones anuncian las fiestas del Carnaval; y me encontré estos ayer en el mercado. Los cascarones son imprescindibles para las festividades son huevos vacíos, rellenos con confetti y un grano de maíz, coloreados con añilina y cubiertos con papel de China. ¿Podría, alguien, explicarme cuál es el propósito, o el significado del grano de maíz?

La idea, con los cascarones es rompérselos a alguien en la cabeza; normalmente de forma sorpresiva. El año pasado, por cierto, fui al Mercado Central con una amiga y un visitante extranjero al que andábamos paseando.  Cuando vi un canasto de cascarones tomé uno y se lo rompí en la cabeza a mi amiga; y en ese momento, el visitante puso cara de pánico y alcanzó a decir: ¡A mí no! En parte porque debe haberlo tomado por sorpresa, y en parte porque llevaba puesto un peluquín, y sin duda temió que yo le estrellara un cascarón en su bisoñé.  Y a mí no me quedó más que aguantarme la risa.

Cuando era niño recuerdo haber hecho cascarones en dos ocasiones. Eso fue con mi tía abuela, La Mamita, que fue quien me enseñó la técnica de pintado. Ella guardaba cáscaras de huevo a lo largo de meses, elaboraba elconfetti, preparaba la añilina, cortaba el papel y hacía el engrudo necesario para sellar los cascarones. Y los niños, ¿qué hacíamos? Pues pintábamos los cascarones y nos pintábamos entre nosotros, combinabamos los colores, hacíamos diseños y nos divertíamos. Y si uno quería llevar la diversión un paso más allá, podía ponerle harina a algunos cascarones, travesura que había que hacer sin que La Mamita se diera cuenta.

Muchas culturas en Europa y en el Oriente Medio tienen la costumbre de pintar huevos.


12
dic 10

Los niños en la fiesta de mi barrio

En Guatemala, como en México y supongo que en otros países de Centroamérica, es costumbre que para la fiesta de Guadalupe los niños usen trajes indígenas.  Cuando yo era niño, mi abuelita Juanita y La Mamita me hicieron partícipe de aquella tradición en más de una ocasión.

Los de la foto son mis amiguitos Alessandro, Alejandra y Brandon, a quienes encontré en la plaza acompañados por su abuela, Carmen.


17
feb 10

¡Ya es temporada de jocotes marañones!

No están muy galanes que digamos, pero estos son los primeros jocotes marañones o anacardos que veo en la temporada. Su inconfundible aroma es propio de la temporada de calor en Guatemala; y trae recuerdos de playa, de celebraciones callejeras y de fiesta.

A mí no me gustan vivos por lo astringente; pero el refresco y los helados de marañones de verdad me parecen deliciosos a más no poder. Y, por supuesto, también me gustan las semillas asadas. Recuerdo que mi tía abuela La Mamita las ponía a asar entre las cenizas del carbón, o bien, las secaba y pintaba caritas de mono en las semillas. Ella tenía mucha habilidad para esas cosas y, por ejemplo, también hacía peces son las semillas de los mangos de pita.
Estos marañones están muy bien acompañados por kiwis, mangos verdes y aguacates.


17
feb 10

Los alegres cascarones

Ayer se celebró el Carnaval que en la ciudad de Guatemala no es gran cosa. El de Mazatenango dicen que es una gran fiesta; pero nunca he tenido la oportunidad de ir.


Los cascarones, en la foto, son tradicionales en todo carnaval chapín. Cuando era niño recuerdo haber hecho cascarones en dos ocasiones. Eso fue con mi tía abuela, La Mamita, que fue quien me enseñó la técnica de pintado. Ella guardaba cáscaras de huevo a lo largo meses, elaboraba el confetti, preparaba la añilina, cortaba el papel y hacía el engrudo necesario para sellar los cascarones. Y los niños, ¿qué hacíamos? Pues pintábamos los cascarones y nos pintábamos entre nosotros, combinabamos los colores, hacíamos diseños y nos divertíamos. Y si uno quería llevar la diversión un paso más allá, podía ponerle harina a algunos cascarones, travesura que había que hacer sin que La Mamita se diera cuenta. Los cascarones tradicionales también llevan -y quién sabe por qué- un grano de maíz.

20
oct 09

Alfajor, el dulce perdido

Después de unos 35 años, ¡mi madre volvió a hacer alfajor! Mi tía abuela, La Mamita, hacía este dulce -que llamaba alfajor- con miel de azúcar, miel de abejas, miga tostada de pan y jengibre. En casa se dejó de hacer porque c. 1974 mi madre lo hizo y le salió muy duro. Recuerdo muy bien que estaba petrificado; y bueno, nunca volvió a animarse a hacerlo. Y el último alfajor hecho personalmente por La Mamita, debe haber sido de allá por 1970.

Lo llamo el dulce perdido no sólo porque tenía tantos años de no comerlo, sino porque no se lo encuentra entre los dulces típicos guatemaltecos. Me gustaría saber si algún lector chapín recuerda el alfajor, porque tengo la impresión de que ya nadie lo come por aquí. Y, de hecho, en estos 35 años que pasaron desde que lo comí por última vez, nunca oí que alguien lo mencionara.

Me gusta mucho su sabor de jengibre; pero también la textura de la miga (que La Mamita insistía en que no debía ser muy fina) y el sabor de la miel.

Muy conocidos son los alfajores argentinos Havanna, claro; pero estos son muy diferentes a los de La Mamita. En Google, las principales referencias a alfajor me llevaron a los argentinos que son dos galletas, masas, o pastas unidas por algún tipo de dulce y aveces cubiertas por chocolate. Empero, existe un dulce llamado alajú o alfajor que se parece al alfajor chapín: esto es un dulce hecho con pasta de almendras, piñones o nueces, pan rallado y tostado, especias y miel. El citado alajú se come entre obleas, como el turrón; y a mí eso me parece una idea muy práctica porque el alfajor chapín lo comíamos con cucharitas.


5
oct 09

Una zopilota, dos aplausos…

Una zopilota, con dos aplausos y un hombre adentro; mis padres contaba que así se pedía una sopa de frijoles, con dos tortillas y un huevo en un lugarcito que frecuentaban en San José, Costa Rica, a principios de los años 60.
De eso me acordé cuando vi a este par de zopilotes frente a mi ventana. También me acordé de que mi tía abuela, La Mamita, cantaba algo que iba así: Ya murió la cucaracha,/ ya la llevan a enterrar./ Entre cuatro zopilotes/ y un hermoso gavilán.
Los zopilotes también sirven para piropos…aunque no sean piropos muy agradables. Mi padre contaba de uno que, apropiado para una chica vestida de negro, decía: Adiós zopilotío lindo, aquí está tu chucho muerto.









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